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“Una sociedad sin drogas es ilusoria”

Una voluntaria entrega jeringuillas limpias a un toxicómano en Tailandia en el marco de un programa destinado a la comunidad. Trinn Suwannapha / World Bank via Flickr Creative Commons

Tailandia y Birmania se abren a una visión más centrada en la salud que en la penalización del consumo de drogas. Una evolución importante en una región conocida por sus políticas implacables en esta materia, afirma la suiza Ruth Dreifuss, presidenta de la Comisión Global en Política de Drogas tras una visita al sudeste asiático.

Desde el año pasado, Ruth Dreifuss preside la Comisión Global de Política de DrogasEnlace externo, un grupo que reúne a diversas personalidades y en cuya fundación (2011) participó la expresidenta de Suiza. La existencia de esta comisión prueba que la “guerra contra las drogas” emprendida en 1971 por el presidente estadounidense Richard Nixon fue un fracaso. El tráfico de estupefacientes no cesa de crecer en el mundo y el número de consumidores es también cada vez más numeroso.

Ruth Dreifuss preside la Comisión Global en Política de Drogas, entidad con sede en la ciudad suiza de Ginebra. Frédéric Burnand
Pero la forma de enfrentar el problema podría estar cambiando, como se desprende de la reciente visita de Ruth DreifussEnlace externo a Tailandia y Myanmar (Birmania).

swissinfo.ch: ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar con sus reformas Tailandia y Myanmar?

Ruth Dreifuss: Los dos países se enfrentan a una epidemia de sida y de hepatitis C que padecen quienes se inyectan drogas y miembros de su entorno. Existe pues la voluntad de generar una nueva política de salud pública. Las medidas de prevención de riesgos consideradas son poner a disposición material estéril, abrir espacios para que se reúnan los consumidores y varias medidas para integrar a los drogodependientes. También comienzan los tratamientos con metadona para los toxicómanos graves y ambos países analizan la conveniencia de dejar de lado los tratos coercitivos que tienen como fin último la abstinencia, ya que son ineficaces y, además, sabemos que son degradantes.

Por otra parte, existe una clara toma de consciencia sobre el hecho de que las penas actuales son excesivas. Por ejemplo, no se habla de abolir la pena de muerte en estas naciones, pero esta ya no se practica. De cara al futuro, quieren reducir la lista de delitos que ameritan este tipo de condena. Y también hay una nueva consciencia con respecto a la sobrepoblación en las prisiones, que terminan convirtiéndose en escuelas del crimen, más que en cualquier otra cosa. Por ello, el baremo para castigar un delito se reducirá en los dos países.

Para conseguirlo, las dos naciones están realizando largos procesos de consulta y campañas de información entre la gente, que no termina de entender el porqué de este cambio después de 50 años de prohibiciones y de un tratamiento despectivo hacia los consumidores de drogas.

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Recordemos que Tailandia vivió, entre 2001 y 2006, una ‘guerra contra las drogasEnlace externo’ equiparable a la que hoy tiene en marcha Filipinas. La policía tailandesa exterminó a varios miles de personas a través de ejecuciones extrajudiciales. Y las autoridades del país seguramente constataron que esta represión no redujo ni el tráfico ni el consumo de drogas, sino todo lo contrario.

swissinfo.ch: ¿Podrían seguir este mismo camino el resto de los países de Asia?

R.D.: La gran pregunta que debemos hacernos es si realmente es concebible una sociedad sin drogas. En Suiza, este objetivo aún forma parte de la Ley de Estupefacientes y sigue siendo la meta de ASEANEnlace externo, que desea convertirse en una zona totalmente libre de drogas. Pero, ¿es posible creer en ello todavía?

Claramente, los países que visité, aunque el discurso aún es un poco titubeante, ya comprendieron que fijarse como objetivo una sociedad sin dogas es ilusorio. La humanidad siempre se ha sentido atraída por las sustancias psicoactivas. ¿Qué derecho hay a castigar a las personas que consumen sustancias que modifican el humor, alivian sus dolores y transforman su percepción y concepción del mundo? Una parte de estas sustancias están culturalmente aceptadas, como sucede con el alcohol, el tabaco, el chocolate, el café y los medicamentos, que también son sustancias psicoactivas.

¿Por qué se quiere perseguir, por imposición del Estado, la ilusión de una humanidad que prescinda por completo de estas sustancias? ¿Por qué no considerar más bien que debe reglamentarse su producción y el acceso a estos productos, y prohibir claramente otros?

Los convenios internacionalesEnlace externo en materia de drogas ilícitas dejan claro que cada país puede encontrar las soluciones más aptas a sus problemas. Pueden renunciar a castigar a los consumidores y diseñar las medidas de salud pública que consideren adecuadas, encaminadas, por ejemplo, a reducir los riesgos en los que incurren quienes se abastecen de sustancias prohibidas en el mercado negro. En contrapartida, estos convenios no autorizan aún a los Estados que las han suscrito a controlar la producción y el mercado de las drogas, como sucede con las sustancias psicoactivas que sí son lícitas.

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swissinfo.ch: ¿El cambio de enfoque de Tailandia y de Birmania es síntoma de una transformación más amplia?

R.D.: Existe una evolución general, en efecto, incluso en países extremadamente represivos, como China o Irán, que ya han desarrollado tratamientos de sustitución y prevención de riesgos para los drogodependientes.

Pero también observamos retrocesos, como en Filipinas. Y ciertos países se empeñan en mantener una posición firmemente prohibicionista, como Japón y Rusia. Moscú sigue practicando una rigurosa política de prohibición que está generando consecuencias dramáticas entre la población. Rusia es el único país en el que la incidencia del sida sigue aumentando. En sus prisiones, pero también fuera de ellas, hay un amplio contagio de un tipo de tuberculosis resistente a los antibióticos. Con su política represiva, el país está empujando a la clandestinidad a toda una actividad, lo que es altamente peligroso.

Las 5 prioridades de la Comisión

– Dar prioridad a la salud y la seguridad.

– Garantizar el acceso a medicamentos de doble uso, como la morfina. Al ser parcialmente ilícitos, estos medicamentos resultan inaccesibles para una gran mayoría de la población, a la que se causa un sufrimiento innecesario.

– Poner fin a la criminalización y encarcelación de los consumidores de drogas.

– Enfocar las medidas represivas en el narcotráfico y el crimen organizado, y tachar de las prioridades la persecución de los delincuentes menores y no violentos.

– Los gobiernos tendrían que regular el mercado de las drogas (como sucede con los medicamentos, el tabaco o el alcohol) y aplicar reglamentos distintos según el riesgo que representen para la salud.

Pero, en términos generales, sí podría decirse que la mayoría de los países buscan nuevas víasEnlace externo.

swissinfo.ch: Suiza fue durante mucho tiempo pionera en materia de política de drogas. ¿Aún lo es?

R.D.: Sí, Suiza innovó cuando tuvo que hacer frente a la epidemia de sida y la multiplicación de los casos de sobredosis. Pero después se perdió entre la multitud. Como país, ha desarrollado una política de salud pública que se ha mostrado eficaz. Pero debería desarrollar nuevas medidas para que esta política sea realmente accesible para todo el que la necesite. También tendría que integrar las drogas sintéticas en sus políticas, ya que suponen nuevos riesgos y, sobre todo, exigen nuevas respuestas.

Suiza experimenta cierto retraso en la regulación de los mercados de la droga y en materia de despenalización. Y transformar el delito de consumo en una simple contravención menor solo es una medida tibia.

Debemos recordar que, y esto se aplica al mundo entero, las políticas represivas siempre son arbitrarias y afectan esencialmente a los pobres, a los barrios más vulnerables, a las minorías. Y Suiza no es una excepción. Por ello, cuando la aplicación de una ley se traduce en arbitrariedades, lo que hay que cambiar es la ley.

Pero Suiza ha dado tanta importancia a la salud y a la proporcionalidad de las penas que el tema de las drogas prácticamente ha desaparecido del mapa. La presión política para realizar cambios radicales prácticamente ha desaparecido. Y todas las iniciativas lanzadas han fracasado en las urnas. Por lo tanto, los partidos no tienen ningún interés en poner nuevamente sobre la mesa este tema.

Pero existe un gran interés, y esto incluye a grandes sectores de la población, para que el cannabis sea objeto de una regulación, tanto en la producción como en la comercialización, ya que prohibirlo no resulta ni útil ni eficaz.

Traducción del francés: Andrea Ornelas

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