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El chocolatero suizo de Brasilia

Xavier Odermatt produce un promedio mensual de 400 kilos de chocolate. swissinfo.ch

El suizo Xavier Odermatt dejó los Alpes para recorrer el mundo. Fijó luego su residencia en Brasil, donde ejerce la profesión de chocolatero.

swissinfo visitó la casa-taller, donde el inmigrante y su familia viven rodeados de plantas tropicales y de un mini zoológico.

La pequeña fábrica está prácticamente escondida en una casa del Logo Norte, un lujoso barrio de Brasilia, la capital brasileña. Sólo una pequeña placa indica que se encuentra ahí un lugar en el que se fabrican trufas, láminas y otras delicias en chocolate.

Esta casa es la residencia de Xavier Odermatt, un suizo en el extranjero. Aún con su delantal de trabajo, abre la puerta y saluda en un dialecto suizo alemán perfecto.

La casa no recuerda nada de los chalets de sus Alpes natales. Grande y espaciosa, está pintada de blanco. Las repisas del gran salón están decoradas con objetos artesanales brasileños. No se vé ningún souvenir helvético.

De hecho, el único recuerdo de su país de origen está fijado a una pared de la fábrica, un pequeño taller situado en el sótano de la casa. Se trata de un afiche que muestra las montañas y los lagos de los Cuatro Cantones. “Aquí está mi Patria”, declara orgullosamente Xavier Odermatt.

“Nunca quise quedarme en Suiza”

Nacido en Stans, una ciudad de 7.500 habitantes, Xavier Odermatt no pensó nunca quedarse en la tierra de sus ancestros. “De niño mi sueño era irme y ver otras cosas”, recuerda.

Al término de su formación de confitero, a los 16 años, el futuro expatriado se quedó primero algunos años en Suiza antes de ir a trabajar a otros países. Su odisea lo condujo por Inglaterra, Jamaica y México. Pero su sueño era emigrar algún día a Estados Unidos.

Sin embargo, el destino decidió de otra manera. Un día, un amigo suizo, también expatriado en México, lo invitó a encontrarlo en ese país para comunicarle una importante noticia. Se trataba de una oferta de trabajo: un puesto de confitero en la rama sudamericana de la cadena hotelera Hilton. Xavier Odermatt podía elegir entre dos ciudades, Bogotá, en Colombia, o São Paulo, en Brasil.

“Yo no sabía nada”. Pero pensé que cuanto más al sur del continente, peor era para los Occidentales. Ya en México no querían demasiados extranjeros”, asegura.

Llegada a Brasil

Xavier Odermatt y su esposa llegaron a São Paulo en septiembre de 1971. “La primera sorpresa fue el frío que hacía en la ciudad”, narra.

La otra sorpresa, el temperamento de los brasileños que no consideraron a los nuevos llegados como personas ajenas a su tierra. “Creo que nos confundieron con italianos u otros emigrantes que eran numerosos en la capital”.

Los inicios fueron complicados. Incluso en un hotel de lujo como el Hilton, había una gran parte de improvisación. Pero, finalmente, la experiencia adquirida en países “aún más católicos” le permitió adaptarse a la improvisación de los brasileños.

Dos años después de su llegada a Brasil, Xavier Odermatt recibió la noticia de que podía emigrar por fin a Estados Unidos. Pero era entonces la época del “milagro económico”, un período de gran crecimiento para Brasil.

Por esa razón, Xavier Odermatt decidió quedarse en ese país. En 1973, se desplazó a Brasilia, donde otro suizo buscaba un socio para abrir una confitería.

Una tierra sin montañas

Para alguien que nació en los Alpes, el primer golpe de vista sobre la capital brasileña constituyó un choque. La vegetación de la planicie que rodea la ciudad recordaba más bien las sabanas africanas que las montañas.

Sin embargo, Xavier Odermatt se sintió inmediatamente bien en Brasilia. “Lo que más me gustó fue su amplitud, sus grandes espacios y la sensación de estar siempre cerca de la naturaleza, incluso en el interior de la ciudad”, recuerda.

Los primeros pasos en la capital, sin embargo, no fueron fáciles y el principal problema fue la falta de dinero.

“Logramos establecer la confitería sin tener que pagar algo por las máquinas y los otros equipos. Con mis dos ayudantes, confeccionamos las primeras tortadas y otras delicias. Durante la inauguración, las personas vinieron y compraron todo. ¡Limpiaron la tienda!, narra Xavier Odermatt, quien se enorgullece también de haber sido el primero en producir la famosa torta Selva-Negra en la capital.

Era la época de la dictadura en Brasil. Los responsables hicieron un pedido de 250 tortas en ocasión del ascenso al poder del general Ernest Geisel. “Nuestro negocio se fue para arriba”, señala el confitero.

Un comercio propio

Tras una asociación de 15 años con su compatriota, Xavier Odermatt decidió abrir su propio comercio. La empresa ‘Xocoarte’ fue creada en 1990 en el sótano de su residencia. Realizaba así un viejo sueño: trabajar sin tener que salir de casa.

La pequeña empresa cuenta sólo con dos empleados. Una gran parte de la producción alimenta una cadena de confiterías que dispone de 10 tiendas en la capital.

Xavier Odermatt utiliza productos clásicos en la confitería: mazapán, crema, chocolate. Pero también supo salir de los caminos trillados y adaptar su producción para utilizar productos locales como el cupuaçu (palmera amazónica) el jabuticaba (fruto) e incluso la cachaça, el aguardiente tradicional. Esta adaptación hace, por supuesto, la delicia de los brasileños.

Pascuas representa el mejor período para las ventas. Para poder satisfacer a su clientela, Xavier Odermatt comienza la producción en Carnaval. El año pasado, logró de esa manera producir una toneladas de productos en chocolate, mientras que su producción normal es de un promedio mensual de 400 kilos.

Además del abasto a sus confiteros, Xavier Odermatt vende igualmente sus productos en su propia casa. “De esa manera el cliente tiene la posibilidad de ver cómo fabricamos los chocolates y también de descubrirlos”, explica.

El confitero fabrica sus productos a partir del chocolate belga Callebaut. “Esta marca es mejor y más fina que las marcas brasileñas, pero todo el secreto reside en la manera de batir el chocolate fundido”, declara.

De padre a hijo

Durante sus horas de entretenimiento, el expatriado cuida un gran jardín de plantas y de flores tropicales. Ese jardín abriga igualmente un gran mini zoológico con changos, canarios, perros y gallinas.

Xavier Odermatt admite que sería difícil poseer una propiedad tan espaciosa en Suiza. “Pero lo mejor es el clima maravilloso de Brasil, sin esos inviernos rigurosos que conocí en Europa”, dice.

El chocolatero suizo está separado de su esposa y tiene dos hijas. Una es arquitecta y vive en Barcelona. La otra tiene una formación de pedagoga pero comienza a administrar los negocios de su padre. El futuro de la confitería suiza de Brasilia está, por lo tanto, asegurado.

swissinfo, Alexander Thoele, Brasilia
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

Xavier Odermatt nació en Stans, una pequeña ciudad suiza de 7.500 habitantes.

Concluyó su formación de chocolatero a los 16 años.

Se quedó algún tiempo en Suiza y luego viajó por Inglaterra, Jamaica y México.

Recibió una oferta de trabajo del Hilton de São Paulo.

Se instaló en Brasil de 1971.

Aunque había soñado con emigrar a Estados Unidos, cuando tuvo la oportunidad de hacerlo decidió quedarse en Brasil.

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