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El Granja Hotel Suizo: de los Alpes al Uruguay

Waltraud Studer, con su nieto Lorenzo, en el parque del Hotel. swissinfo.ch

Fue inaugurado en el corazón de Nueva Helvecia en 1872 como el primer hotel turístico del Uruguay. Hoy lo regenta el matrimonio Studer, oriundo de San Gall.

El hotel es famoso por la cocina helvética y la cálida atención de sus anfitriones.

El Granja Hotel Suizo fue fundado por Federico Fischer e inaugurado en 1872 como el primer hotel turístico del Uruguay.

Por entonces, el edificio contaba con tres grandes alas: una destinada a las habitaciones, otra al comedor, y un salón de baile con pisos de madera y ventanas con vidrios esmerilados, que aún existen y que fue testigo de grandes amores entre colonos.

Famoso por su cocina suiza, con auténtico chef helvético, pasar por Nueva Helvecia y no acercarse a degustar en su restaurante una fondue de queso o de carne, probar un conejo con hierbas, o unas costillas de cerdo o regocijarse con sus afamados cappelletti ‘a la Ticinese’, está considerado un pecado.

El Granja Hotel es hoy más pequeño, pero igualmente encantador, gracias a la atención de la familia Studer, llegada hace 13 años a las costas orientales desde el cantón de San Gall, al noreste de Suiza.

Atreverse fue una decisión difícil

Waltraud nació en Austria pero se convirtió en ciudadana helvética cuando, siendo aún adolescente se fue a Suiza a estudiar hotelería en el valle del Lötschental. Se enamoró de Joerg Studer, oriundo de Solothurn, se casó con él y se quedó a vivir allí durante veinte años, trabajando en la hotelería.

Hace 15 años, cuando sus hijos Sascha y Claudia eran aún pequeños, se enteraron de que en Uruguay había una ciudad que buscaba suizos para radicarse en el lugar y continuar con las tradiciones.

Decididos a mirar nuevos horizontes, llegaron al país sudamericano para explorar una oferta que les proponía su actual socia Christa Kreig, propietaria del hotel, con ganas de un hacer un retiro parcial de la actividad.

Hoy Christa, a sus 80 años, reparte su vida entre los veranos de su Suiza natal y su país adoptivo, y aunque es parte de la sociedad con los Studer, ya no trabaja en el hotel.

“Al principio no fue fácil”, cuenta Waltraud. “Yo no estaba muy convencida, me parecía muy lejos y, además, no hablaba el español, por lo que nos llevó dos años decidirnos”. “Por otra parte”, agrega, “los amigos nos decían que estábamos locos de ir a Uruguay, que era todo selva.”

“Pero cuando uno vive en lugares tan ordenados y organizados como Suiza, esas cosas posiblemente molestan, y surge el deseo de ir afuera, donde hay más libertad y más cosas por hacer”, prosigue para explicar qué fue lo que impulsó a la familia a vivir la “aventura” de radicarse en Uruguay.

Joerg, un cocinero “de corazón”

Waltraud define a su esposo como “un cocinero de corazón”. Joerg es chef, también formado desde pequeño en la actividad en Suiza.

Ahora él está en Zúrich, actualizándose sobre las novedades de la cocina helvética. El entusiasmo por su actividad se refleja en la permanente innovación de platos suizos, que hacen al deleite de los paladares que pasan por su restaurante.

Más allá de las comidas tradicionales, la oferta de Joerg es muy variada: ‘Ensalada Appenzelleart’, ‘Vol au vent’, ‘Croute de mille feuilles Neuchâtel’ o ‘Cordon Bleu’ pueden degustarse en el comedor del hotel, siempre cerrando el menú con una exquisita tarta tibia de manzanas o una ‘Copa helada suiza’.

Waltraud cuenta que el mejor aprendiz de Joerg resultó ser Leonardo, un joven uruguayo que se casó con su hija Claudia, de cuya unión nació su nieto Lorenzo, de siete años.

“En casa se sigue hablando alemán”

La familia Studer sigue manteniendo y fomentando las tradiciones de su tierra natal. No sólo las costumbres, los festejos y la comida forman parte de su vida, sino que se han preocupado por mantener también el idioma.

“En mi casa se habla solamente alemán, y toda la familia habla el alemán, hasta Lorenzo”, asegura Waltraud, y agrega que es importante para ellos que sea así porque, además, es la forma más simple de aprender bien la lengua materna.

“Para mi gusto, debería hablarse más alemán en la Colonia”, dice con nostalgia Waltraud. “Se ha perdido bastante el idioma en la zona”, lo que probablemente se deba a que en Nueva Helvecia los habitantes ya son cuarta y hasta quinta generación de suizos.

La vida en el Río de La Plata

Waltraud reconoce que actualmente es ella la que no podría irse tan fácilmente de Colonia Suiza. Sus hijos Sascha y Claudia (que hoy tienen 18 y 27 años, respectivamente) también se han adaptado a la vida uruguaya y están llenos de amigos.

La vida en el Hotel Granja es una experiencia particular para esta familia suizo uruguaya: cuando para el matrimonio Studer y sus hijos son días de fiesta, cuando el hotel está lleno, el pequeño Lorenzo sabe que deja de ser el centro de atención del hogar.

Mientras espera la llegada de un nuevo hermanito, Lorenzo disfruta en esta “temporada baja” del enorme parque que rodea al hotel familiar y corretea alrededor de la piscina, bordeada de árboles y pinos. Seguramente el próximo vástago mezclará en sus primeros balbuceos el español y alemán.

Norma Domínguez, Nueva Helvecia

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