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Los acuerdos Rubik enfrentan serios problemas

La ministra suiza de Finanzas, Eveline Widmer-Schlumpf, defendió en noviembre ante Bruselas las ventajas de los acuerdos Rubik. AFP

Suiza podría fracasar en su intento por dividir a los miembros de la Unión Europea (UE) a través de acuerdos que les prometen ingresos fiscales, a cambio de aceptar que la plaza financiera suiza conserve el anonimato de sus clientes.

Inconforme, la Comisión Europea (CE) amenaza con llevar a Gran Bretaña y Alemania ante la justicia si no desarticulan voluntariamente los compromisos que ya alcanzaron con Berna.

Los llamados Acuerdos Rubik -pactos fiscales diseñados por Suiza para proteger la identidad de sus clientes bancarios a cambio de transferir al fisco de otros países los impuestos derivados de las ganancias generadas- podrían desmoronarse en breve.

Dichos convenios asestan un golpe al corazón de la estrategia de la UE para obligar a Suiza a intercambiar información de forma automática con otros gobiernos europeos en la búsqueda de evasores tributarios.

Suiza se opone, y lo ha hecho siempre, a la transferencia automática de datos, porque la considera violatoria del secreto bancario y porque pondría en riesgo el valor de la discreción, uno de los principales activos históricos de su sistema bancario.

Durante los últimos meses, Suiza realizó una doble jugada maestra al convencer a las autoridades de Berlín y Londres de romper filas con el resto de sus socios de la Unión Europea (UE) para firmar acuerdos independientes con Suiza.

Sin embargo, una férrea oposición política alemana y la inconformidad creciente de Bruselas ponen dichos acuerdos en duda y colocan a los estados europeos que los apoyan en riesgo de enfrentarse a la justicia.

Riesgos futuros

El sistema Rubik incluye un efecto retroactivo que no implica ningún problema legal y que obligaría a los bancos suizos a pagar impuestos que debieron tributar en el pasado, explica a swissinfo.ch Thomas Cottier, profesor de Legislación Económica Europea e Internacional de la Universidad de Berna.

Pero simultáneamente los acuerdos con Gran Bretaña y Alemania parecen mofarse de las directivas que han firmado estos países en el seno de la UE, porque aceptan que Suiza les pague impuestos en el futuro sin exigir la recolección de datos del cliente evasor, añade.

“Si bien los estados europeos tienen todo el derecho a arreglar sus cuentas fiscales del pasado, entran en conflicto automático si cualquier compromiso futuro excluye el intercambio de información automática, un principio fiscal básico en la UE”, refiere Cottier.

Límites para Suiza

En 2002, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea presentó una sentencia que hizo historia. Determinó que toda línea aérea interesada en sobrevolar el espacio europeo debía negociar con la UE como bloque y no con los estados de forma independiente.

Dicho Acuerdo de Cielos Abiertos representó la anulación de ocho acuerdos aéreos bilaterales que habían sido negociados previamente entre aerolíneas de EEUU y países de la UE.

En opinión de Cottier, los acuerdos fiscales bilaterales que Suiza cerró con Alemania y Gran Bretaña podrían tener el mismo desenlace. Un viraje que echaría por tierra la intención helvética de defender su soberanía bancaria –al garantizar el anonimato de sus clientes- a través de este tipo de acuerdos con países de la UE.

“El caso que observamos podría evidenciar los límites a los que debe ceñirse Suiza cuando pone en marcha políticas de nicho. Y también podría ser la evidencia de que Suiza no podrá nadar a contracorriente cuando hacerlo afecte los intereses de los otros”, precisa Cottier.

Además de los Acuerdos Rubik,  Suiza se halla enfrascada en otra disputa fiscal con Europa derivada de la política impositiva de algunos cantones, que ofrecen grandes facilidades fiscales a las firmas internacionales que se establecen en su territorio pero generan sus utilidades en el extranjero.

El riesgo legal que enfrenta Suiza en el presente afectaría también la eventual negociación que tendría lugar con Grecia para establecer un Acuerdo Rubik. Y echaría por tierra las intenciones de Italia por sentarse a la mesa de diálogo con Suiza.

Francia, por su parte, se opone rotundamente a este tipo de acuerdos y lo reiteró hace unos días cuando expresó que los convenios Rubik contravienen su política de política de atrapar y castigar a los evasores.

No es un perdón

En una entrevista reciente con la prensa, Dave Hartnett, secretario de la Agencia de Impuestos y Aduanas de Gran Bretaña, aseguró que los acuerdos Rubik representan el mejor de los acuerdos posibles con Suiza.

“No se trata de exonerar a los evasores –porque pagarán impuestos sin revelar su nombre–, sino de obtener tributación de contribuyentes incumplidos que no hemos sido capaces de atrapar”, reconoció el alto funcionario británico. Además, “no creemos que el secreto bancario suizo desaparezca pronto, al menos no durante los próximos 10 años.

Por ello, simplemente estamos aceptando recaudar impuestos de gente a la que no podemos identificar, la posición más razonable que podemos tomar cuando se enfrenta un déficit del tamaño del británico”, dijo.

Especialmente considerando que según estimaciones de este país, cuatro de cada cinco británicos con cuentas en Suiza son evasores.

Sin embargo, el hecho de que Gran Bretaña no registre una clara oposición política a los acuerdos Rubik, como sucede en Alemania, tampoco significa que las autoridades fiscales de este país se duerman en sus laureles.

De hecho, unos 6.000 sospechosos de evasión con activos en el HSBC de Ginebra han recibido cartas durante las últimas semanas de la autoridad fiscal de Londres solicitándoles regularizar voluntariamente su situación. De lo contrario tendrán que atenerse a las consecuencias legales de su decisión. Los destinatarios disponen de 35 días para responder al fisco.

Desde 2009, el secreto bancario suizo también enfrenta problemas en EEUU. En ese año inició una persecución directa contra los evasores con cuentas en el UBS.

El banco número uno de Suiza debió entregar a Washington información confidencial sobre 4.450 cuentas, tras admitir que promovió una red de evasión entre los clientes de este país.

El punto de partida de esta persecución fiscal fue la autoconfesión del ex banquero del UBS, Bradley Birkenfeld, quien reveló ante las autoridades de EEUU la existencia de un sistema de evasión a gran escala auspiciado por el banco helvético. Tras las investigaciones que probaron el fraude fiscal a gran escala, la justicia estadounidense condenó a Birkenfeld a 40 meses de prisión, pena que purga actualmente.

El punto de partida de esta persecución fiscal fue la auto confesión que presentó el banquero del UBS, Bradley Birkenfeld, ante autoridades de EEUU la existencia de este sistema de evasión a gran escala auspiciado por el banco número uno de Suiza. Birkenfeld pena 40 meses de prisión por haber ayudado a evadir al fisco americano.

EEUU también tiene la mira puesta en Credit Suisse. Este banco aceptó ya entregar información confidencial de un número aún desconocido de clientes sospechosos de evasión.

La semana pasada, Credit Suisse cerró una parte de sus operaciones dedicada a clientes adinerados en EEUU. Y al menos 10 bancos suizos son observados de cerca por las autoridades de EEUU porque se presume que recibieron clientes del UBS después de haber iniciado la persecución contra los evasores del fisco hace más de dos años.

El suizo Renzo Gadola, otro banquero del UBS –quien trabajó para la institución entre 1995 y 2008 – fue condenado el pasado 18.11 a una pena de cinco años de prisión, pero con derecho a mantener libertad condicional, por haber formado parte de esta red de promoción de la evasión.

La oportunidad que se le ha concedido de no estar tras las rejas –a diferencia de Birkenfeld- ha sido interpretada como una señal para que otros denunciantes se presenten ante las autoridades y reconozcan voluntariamente su complicidad con dichas acciones.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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