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Medio siglo de emigración gallega a Suiza

La obra permite acercarse íntimamente a las experiencias de la inmigración gallega en Suiza. Xurxo Martinez Crespo

El libro ‘Galiza en Suiza. Aspectos dunha emigración’ aparece con motivo del 50 aniversario de la emigración gallega a la Confederación y analiza la historia y los aspectos personales que marcaron las vidas de estas personas procedentes del norte de España.

Más de 40.000 gallegos residen actualmente en Suiza, una cantidad que supone el 60% del total de españoles presentes en el país.

Prueba de ello es que el gallego se sitúa en quinto lugar entre las lenguas extranjeras más habladas en Suiza, concluye el trabajo.

La comunidad española de Galicia tiene una tradición migratoria de más de 100 años que hoy en día se mantiene, tanto dentro de la Península Ibérica como hacia el exterior.

“Debido a la tradición migratoria, encontrar en Galicia alguien que no tenga vínculos con la emigración, es bastante difícil. Siempre se ha emigrado, muchos no tienen otro remedio,” expone a swissinfo.ch, Xurxo Martínez Crespo, historiador y uno de los autores de la obra.

El también responsable de migración del mayor sindicato gallego, la Confederación Intersindical Galega (CIG), relata que no existen muchos trabajos ni libros sobre el tema migratorio a Suiza, a diferencia de la gran documentación sobre la presencia gallega en Cuba, Argentina o Uruguay.

Exportaciones suizas en aumento

Los primeros gallegos llegaron a Suiza en 1958 y 1959 para abastecer a las fábricas de la parte de lengua alemana que producían sin cesar. Con una Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial y en plena reconstrucción, las factorías suizas -que habían quedado intactas en el conflicto- mantenían un alto ritmo industrial gracias a la emigración italiana llegada con anterioridad. Poco después, en 1961, Suiza y España suscribían un acuerdo para la contratación de mano de obra.

“En España se atravesaba por una grave crisis económica, era un país aislado bajo la dictadura de Franco en el que no había estadísticas económicas ni en materia de emigración”, subraya Martínez. Los más decididos se embarcaban en viajes interminables en tren llegaban a Suiza por la frontera de Ginebra, para más tarde seguir hacia el este del país. Eso sí, siempre con la idea del retorno a su tierra en la cabeza.

El choque más grande de sus vidas

El viaje a Suiza supuso a muchos salir del franquismo y de la escasez. “El choque más grande que vivieron en sus vidas. Vieron por primera vez un supermercado, leche en envase de tetrabrik… Significó presenciar el primer mundo de verdad. Hay ancianos que retornaron que tienen siempre a Suiza en mente y no hablan de otra cosa. Les quedó grabado para siempre”, señala el autor, cuyo abuelo cambió la costa de Ferrol por la villa de Baden, donde trabajó en una fábrica.

Los coches de los emigrantes con el distintivo helvético ‘CH’, los veraneos en la tierra, los retornados o los miles de bares con nombres suizos forman parte del paisaje de Galicia. “Suiza fue y sigue siendo una parte importantísima de la historia gallega por lo mucho que representa entre la sociedad de la región, por la calidad y cantidad de los migrantes que además fomentó influencias culturales muy importantes”, afirma Martínez Crespo.

Nunca una integración real

Sobre todo la industria y después la construcción, convocaban a los extranjeros a realizar pruebas de cualificación. La necesidad de mano de obra hizo que resultara sencillo colocarse. En ese sentido vivieron una época más fácil, los centros gallegos fueron fuentes para encontrar trabajo y lugares de reunión.

“La principal dificultad es que no hablaban los idiomas nacionales. Por eso no hubo nunca una integración real de los emigrantes gallegos, ni de los españoles, en especial debido a las barreras idiomáticas. El alemán es un idioma muy complicado, aunque quizá se puede sobrevivir sin saberlo del todo. Se convive pero no se integran”, destaca el historiador.

Hasta finales de los años 60, el éxodo laboral gallego salió del mundo industrial y los nuevos emigrantes llegaron a la Suiza francófona para ocupar empleos en el sector turístico. El flujo de trabajadores gallegos se mantuvo constante hasta 1985-86.

Los traumas del éxodo

Una realidad que también fue muy traumática ya que muchos hombres dejaron a sus hijos o mujeres en Galicia para viajar a Suiza a trabajar. El alejamiento de la familia estaba muy presente. De los que regresaron, en los años 70 y 80, algunos se encontraron que no había familia ni nada, muchos hogares quedaron destruidos. “No es frecuente escucharlo pero pensamos que la emigración no es beneficiosa para la que persona que la vive. Crea desarreglos en la gente que se desplaza, en la familia”, dice Martínez Crespo, que vivió tres décadas su vida como emigrante en Latinoamérica.

Como resultado final, “la emigración es empobrecedora en el aspecto personal. Muchos de los que retornaron, a pesar de tener una buena situación económica y contar con propiedades y negocios se quedaron con el corazón partido al dejar atrás a hijos y nietos”. Gente, llegada a Suiza con la treintena, que se jubila en su tierra como deseaba pero que muchas veces no logra acostumbrarse a la situación.

Suizos de origen gallego

La segunda generación de gallegos, que en el libro no se incluyen en la cifra de emigrantes, y son calificados de suizos de origen gallego. Los ‘secondos’, los hijos de la primera oleada nacida en Suiza, están integrados totalmente, se criaron en Suiza y conocen alguna de la lenguas oficiales. En la tercera generación las dificultades de integración se diluyen.

Este grupo se queda en el país de acogida y no vuelve a Galicia, como era el sueño de sus padres. Los que vuelven se encuentran inadaptados y se infravalora su formación y conocimiento de idiomas. “No quieren regresar. Volver es difícil, en Galicia no hay fuentes de trabajo, no hay riqueza y se impone el amiguismo a la hora de buscar trabajo”.

A pesar de esto, según el historiador y al contrario que en Sudamérica, para que un hijo de extranjero haga carrera en ciertos niveles en Suiza es prácticamente imposible, hubo campañas con tintes xenófobos (votaciones para limitar el número de extranjeros) y aún todavía hay prejuicios, lo mismo que ocurre con los matrimonios mixtos, destaca.

Los ‘secondos’ de origen gallego están mejor formados que sus progenitores. Además, los naturalizados alcanzan en promedio un nivel de formación no sólo más elevado que los gallegos no naturalizados, sino superior al de sus compañeros suizos. Aún así, obtener la ciudadanía suiza no es fácil. Sin ella no pueden votar y por tanto no pueden ser ciudadanos de pleno derecho, algo que a Xurxo Martínez le resulta “terrible”.

Xurxo Martínez, se encarga de analizar los 50 años de la emigración gallega en Suiza y también de ahondar en aspectos que marcaron y todavía marcan la vida de sus descendientes.

La emigración gallega en Suiza y sus medios de comunicación es abordada en el libro por Luis Calvo, profesor en la Universidad de Zúrich.

Elisabeth Graf recoge testimonios de ‘secondos’ que reflejan un sentir variopinto respecto a la acogida en el país helvético.

La suiza, Marianne Helfer Herrera Erazo. es la autora de una entrevista al sindicalista de la Unia Jesús Fernández.

El libro finaliza con datos estadísticos sobre la población extranjera en Suiza, y recoge el acuerdo de contratación entre el Estado español y la Confederación.

El libro resultante presenta un formato atractivo y con multitud de imágenes, lo más complicado resultó “el rescate del material fotográfico fue lo más complicado”, según el coautor.

Más de 40.000 gallegos residen actualmente en la Confederación Helvética, la octava comunidad extranjera del país, frente a los más de 58.000 registrados en el año 2004.

En la actualidad, el total de españoles registrados en Suiza es de 72.000 personas, según las estadísiticas de españolas.

El gallego se sitúa en quinto lugar entre las lenguas extranjeras más habladas en Suiza, lo que representa el 0,7% (45.178 personas en números absolutos), superada sólo por el inglés (1%), portugués (1,2%), albanés (1,3%) y serbio-croata, hablado por el 1,4% de la población extranjera.

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