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Nuevas realidades globales dividen las opiniones en Davos

Las protestas en Egipto marcaron la edición 2011 del Foro de Davos. Keystone

Los graves incidentes ocurridos en los últimos días en Egipto y Túnez han dividido los ánimos en la 41 edición del Foro Económico Mundial de Davos, que concluyó este domingo.

Algunos confían en que las protestas populares transformen los regímenes autócratas en democracias estables. Otros temen que degeneren en caos y se extiendan a Oriente Medio.








Entre las nuevas realidades, la respuesta de Rusia al atentado suicida en Moscú, que costó la vida a 35 personas, abre interrogantes.

Tras destituir a los responsables de la seguridad aeroportuaria y comprometerse a acabar con los grupos terroristas, el presidente ruso Dimitri Medvedev voló, como estaba previsto, a la estación alpina suiza para pronunciar el discurso de apertura. Una señal inequívoca de que nada altera su agenda.

Al mismo tiempo, Rusia anunció que construirá una estación de esquí por valor de dos mil millones de dólares en el Cáucaso, región devastada por la guerra, con la esperanza de que el turismo contribuya a derrotar al terrorismo.

Los políticos, dirigentes empresariales, así como representantes de la sociedad civil, los medios de comunicación, religiosos y del mundo de la ciencia, reunidos en Davos, no coinciden en si el nuevo orden económico favorecerá el desarrollo global, o por el contrario, lo frenará.

Un optimismo teñido de cautela caracterizó la reunión anual del ‘World Economic Forum’ (WEF), a diferencia de los temores y la incertidumbre que marcaron las dos ediciones anteriores. Este año las conversaciones se centraron en el crecimiento a dos velocidades de los mercados emergentes y los países desarrollados y el riesgo de medidas proteccionistas que ello puede acarrear.

Crecimiento dispar

 

El fuerte crecimiento que registran China, India, Brasil y otros países emergentes ha ayudado a la economía mundial a salir de la recesión, según algunos participantes en el WEF. Pero todos coinciden en que la inversión y la innovación seguirán desplazándose del oeste rumbo al este y al sur.

En cambio, las opiniones divergen en cuanto a las consecuencias que tendrá esta vasta mutación económica e, inevitablemente, también política. Una situación que el economista estadounidense Nouriel Roubini definió como “un vaso medio lleno, y a la vez medio vacío”.

Y para ilustrar la desigual evolución económica recordó que el crecimiento del 10% de China equivale al índice de desempleo de Estados Unidos.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, manifestó que no permitirá la caída del euro, mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, anunció nuevas medidas para aliviar la carga de los miembros de la Unión Europea (UE) asfixiados por la deuda pública. Pero ninguno consiguió disipar totalmente las dudas formuladas en Davos sobre el éxito de estas opciones.

El Secretario de Estado de Economía, Tim Geithner, rehusó entrar en materia sobre el creciente déficit de Estados Unidos, que previsiblemente alcanzará 1,5 billones de dólares a fines de 2011. Se limitó a defender el proyecto de mantener las inversiones sin aumentar los impuestos que anunció el presidente Barack Obama durante su discurso sobre el estado de la Unión.

Mercados emergentes

 

Cabe destacar que China y Rusia han aumentado el número de representantes en el Foro de Davos – de 3 personas en 2001 a 66 este año en el caso de China. Los mercados emergentes van viento en popa y China aprovechó el Foro para entablar negociaciones oficiales destinadas a concluir un acuerdo de libre comercio con Suiza.

De los 2.500 participantes del WEF algunos abordaron temas como el medio ambiente, la salud y la pobreza, la igualdad de género y la ayuda humanitaria.

No obstante, la impresión general es que las protestas en el Magreb, el estado de la economía mundial, la deuda de los Estados y la guerra de divisas dominaron esta edición.

Temas sociales

¿Mereció la pena participar en el WEF para quienes tienen interés en otros temas? La respuesta es afirmativa en el caso de Bill Gates que anunció un nuevo programa para erradicar la polio en el mundo.

Y también en el caso del ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, quien recordó al mundo la urgencia de reconstruir Haití. Y el vocalista del grupo U2, Bono, aprovechó esta tribuna para solicitar a los gobiernos obligados a reducir el gasto público que los recortes no afecten a la ayuda al desarrollo. Se han podido salvar miles de vidas de niños, en parte  gracias a que el WEF congrega a las personas oportunas en el lugar oportuno, dijo Bono.

La participación de tantas personalidades influyentes y expertos del mundo entero también constituye una magnífica oportunidad para hacer lobby, negociar y concluir acuerdos cuya finalidad no es llenar los bolsillos de los altos ejecutivos.

No cabe duda, el mundo de la banca regresó este año a Davos con fuerza, pero después de la crisis financiera sus propósitos no tuvieron tan buena acogida.

La sombra de Egipto

La dramática situación en Egipto y el temor de que Jordania y Siria puedan ser los siguientes escenarios de protestas populares que reivindican un cambio han ensombrecido todos los debates y las cenas de gala del WEF.

Philip Jennings, secretario general del sindicato internacional UNI Global Union, preguntó si los acontecimientos en el norte de África pueden desembocar en el equivalente de la caída del Muro de Berlín en la región y en Oriente Medio.

Muchos delegados no se arriesgaron a manifestar abiertamente su opinión al respecto. Quizás porque se sentían confundidos por la celeridad de los acontecimientos. Según el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetti, muchos minimizan los riesgos.

“Aquí hay mucha gente que tiene intereses comerciales en Egipto y está esperando a ver cómo evoluciona la situación”, declaró Shetti a swissinfo.ch. “Pero el mundo árabe dispone de mucho dinero, y si las protestas se extienden, no les quedará más remedio que ser realistas”.

El ‘World Economic Forum’ (WEF), conocido también en español como Foro Económico Mundial, fue fundado en 1971 por el entonces catedrático Klaus Schwab.
 
Su objetivo inicial era reunir, en el ambiente relajado y acogedor de las montañas de Davos, a un grupo de hombres de negocios para debatir sobre economía y política.
 
Inicialmente intentaba tender lazos intelectuales entre Europa y Estados Unidos. La iniciativa tuvo tanto éxito que terminó por conformarse en una organización no lucrativa basada en Ginebra que derivó en uno de los foros de debate internacional más importantes del mundo.
 
Este año asistieron 2.500 invitados de 90 países distintos.

Entre otras destacadas personalidades, el presidente de Rusia Dmitri Medvedev, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, la canciller alemana Angela Merkel y el ex presidente estadounidense, Bill Clinton.

(Traducción: Belén Couceiro)

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