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Las reformas no ahuyentarán a los corporativos

Suiza participa desde este año en las reuniones del G20. Keystone

Berna respalda una reforma fiscal global para evitar que las grandes empresas desvíen legalmente sus utilidades hacia países con una baja carga impositiva. Aun así, Suiza confía en no perder su estatus de destino privilegiado para las sedes de muchas multinacionales.

Durante la cita que sostuvieron hace unos días en Moscú, los ministros de Finanzas y los banqueros centrales del G20 suscribieron las enérgicas medidas diseñadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Los cantones suizos desestiman la idea de que estos ajustes le resten atractivo ante las firmas extranjeras. Algunos observadores estiman que el alcance de las reformas será limitado y que será complejo instrumentarlas.

El G20 es el principal foro internacional de cooperación en materia económica y financiera y agrupa a potencias industrializadas y emergentes.
Cuenta con 19 miembros: Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, Corea del Sur, México, Rusia, Arabia Saudí, Sudáfrica, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea.
Para facilitar una aplicación eficaz de los acuerdos, a sus reuniones asisten el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre otros organismos.
Entre sus objetivos se cuentan: coordinar políticas entre los países miembros para lograr una estabilidad económica global y un desarrollo sostenible; promover regulaciones financieras para reducir el riesgo de crisis futuras; y modernizar la arquitectura del sistema financiero internacional.

El G20 se estableció formalmente en septiembre de 1999, cuando los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Gran Bretaña y Estados Unidos) se reunieron en Washington tras la crisis financiera de 1997 y 1998, que dejó al descubierto la vulnerabilidad del sistema financiero internacional.

Los encuentros de ministros de Hacienda y banqueros centrales iniciaron en diciembre de 1999. Pero la crisis global a partir de 2008 llevó a los jefes de Estado y de Gobierno de los países involucrados a reunirse para debatir los principales problemas coyunturales.

Los países del G20 generan el 90% del PIB mundial, el 80% del comercio internacional y aglutinan dos tercios de la población del mundo.

Fuente: G20

La cita del G20

Suiza, que desde este año asiste por primera vez a los encuentros del G20, otorgó su respaldo a las reformas de la OCDE vía la ministra de Finanzas, Eveline Widmer-Schlumpf, y el presidente del Banco Nacional Suizo (BNS), Thomas Jordan.

Tras la conclusión de la reunión ministerial del G20, Widmer-Schlumpf dijo a la prensa sentirse satisfecha con las decisiones que se habían tomaron y consideró que Suiza “no había cumplido tan mal” la misión de aprovechar al máximo el asiento que tuvo en esta mesa de trabajo. No obstante, la ministra advirtió de que las reformas para eliminar las lagunas legales “podrían tomar mucho tiempo en entrar en vigor” y exigir nuevos esfuerzos antes de estar en marcha.

La OCDE las diseñó para acallar la indignación pública en torno a las normas que permiten a las grandes multinacionales desviar legalmente sus utilidades hacia países con bajas tasas impositivas. Gigantes corporativos como Starbucks o Amazon han enfrentado fieras críticas por este tipo de prácticas, un juicio negativo que se extiende también a los países que las toleras.

El nuevo plan de 15 puntos incluye medidas para eliminar lagunas y permitir a los países gravar las ganancias que sus subsidiarias generan en el extranjero. Asimismo, descartará la posibilidad de deducir los mismos gastos más de una vez y en más de un país, como sucede en la actualidad.

El proyecto también hace énfasis en la economía digital, caracterizada por un flujo comercial constante que trasciende fronteras geográficas complicando la tarea de empatar contablemente los ingresos y las utilidades que se obtienen en un país. De prosperar estos cambios, entrarían en vigor antes de dos años.

Por otra parte, las autoridades financieras que participan en el G20 calificarán en el futuro a los países –en una escala del uno al cuatro– por sus esfuerzos de colaboración con otros gobiernos en materia de lucha contra la evasión, fraude fiscal y lavado de dinero.

“Manipulación poco ética”

Durante décadas, Suiza se ha ganado una reputación de paraíso fiscal para las multinacionales, atrayendo las sedes regionales y oficinas de gestión administrativa de muchos grupos empresariales. Y aunque no es el único país que se ha promovido como paraíso fiscal para los corporativos, en los últimos años sus políticas impositivas le han valido cada vez más críticas.

“¿Por qué necesita Suiza atraer empresas mediante una manipulación poco ética de las leyes para arrebatarle impuestos a otros países?”, se pregunta Florian Wettstein, profesor de Ética de Negocios en la Universidad de San Gall. “En la mayoría de los casos, lo que las compañías hacen es perfectamente legal, pero inherentemente problemático desde un punto de vista ético”, explica a swissinfo.

Si bien las reformas buscan cambiar las cosas, Wettstein considera que las propuestas de la OCDE no serán suficientes para erradicar este tipo de prácticas.

La coalición independiente Red de Justicia Fiscal (TJN por sus siglas en inglés) coincide con el diagnóstico pesimista del académico, al afirmar que “es como intentar tapar los agujeros de un colador”.

“La OCDE ha elegido un camino que está lleno de obstáculos y ha optado también por la dirección equivocada”, afirma TJN.

Preocupación

Las agencias de desarrollo económico que se ocupan de representar a los cantones para atraer compañías extranjeras, están inquietos tras el anuncio de reformas impositivas, ya que el régimen fiscal helvético ha sido un potente señuelo de multinacionales.

“Sería muy positivo contar con unas reglas de juego claras y a las que se ciña todo el mundo. Por ahora, cada país aplica sus propias particularidades fiscales; el sistema es muy complicado y esto crea muchas distorsiones”, señala a swissinfo.ch Philippe Monnier, director ejecutivo de la agencia Área Ampliada Ginebra-Berna (GGBa).

Monnier advierte sobre la complejidad de la tarea que ha emprendido la OCDE. “Podría resultar extremadamente difícil poner en práctica las nuevas directrices de una manera rápida y eficiente. Por ello no prevemos ningún impacto a corto plazo, aunque a largo plazo sí podría ser benéfico para todo el mundo, siempre y cuando la aplicación de las medidas sea global y justa”.

Tanto la agencia de desarrollo GGBa, como su homóloga de Zúrich, minimizan el impacto que la futura política impositiva puede tener sobre la deslocalización de empresas y hacen hincapié en el atractivo de Suiza derivado de su estabilidad política y económica, la fortaleza de su moneda, así como sus excelentes transportes, infraestructura educativa y mano de obra cualificada.

Estándar internacional

La reunión de ministros y gobernadores de bancos centrales del G-20 se celebró los días 18 y 19 de julio en Moscú. En este foro discutieron, además, medidas dirigidas a incentivar el crecimiento económico global, que incluyen planes para introducir un patrón estándar de intercambio automático de información a escala internacional.

Este sistema para frenar en seco a los evasores ha sido una demanda reiterada de muchos países durante años. Hasta hace muy poco, Suiza se rehusaba a ceder. En junio pasado, sin embargo, Berna expresó su disposición a apoyar el intercambio automático de información, siempre y cuando se realice de forma equitativa en todos los países, y pidió que se especifique con claridad el tipo de información que se incluiría en estos intercambios.

Tras la reunión ministerial de Moscú, Widmer-Schlumpf aseguró que la solicitud de una aplicación justa del intercambio de información había generado cierta consternación en la delegación de Estados Unidos, ya que Washington no está aún en condiciones de enviar a otros países todos los datos que exige la nueva Ley de Cumplimiento Fiscal de Cuentas en el Extranjero, conocida como FATCA.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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