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Premio a la identidad helvética

La entrada, último vestigio de la antigua estación de Lucerna, destruida por las llamas en 1971. Keystone

Los Ferrocarriles Federales Suizos (FFS) reciben el Premio Wakker 2005 como distinción por la preservación y gestión de sus construcciones.

Con motivo de su 100 aniversario, el Patrimonio Suizo concede, por primera vez, el galardón a una empresa, respetuosa de su historia e innovadora a la vez.

“Desde nuestro punto de vista, los FFS son un laureado ideal”, señala Karin Artho, del Patrimonio Suizo. “Sus construcciones son a la vez monumentos para admirar y lugares públicos a los que se puede acceder”.

Para la historiadora del arte, la renovación de la estación principal de Zúrich en los años 70 marcó un hito en la política arquitectónica de la empresa. Al comienzo, los FFS querían demoler y reconstruir todo de nuevo. Pero al final optaron por restaurarla.

Bajo la dirección de Uli Huber, arquitecto jefe en la época, la empresa desarrolló entonces una política coherente en materia arquitectónica. “El objetivo era y sigue siendo resaltar la identidad específica de cada construcción”, explica Toni Häfliger, jefe del servicio del patrimonio cultural de los FFS.

Las estaciones no única lugares de tránsito

Hoy, la estación central de Zúrich es el barco insignia de los FFS también desde un punto de vista arquitectónico. Quienes llegan en tren a la metrópoli financiera suiza, saben inmediatamente que no están en Lucerna, Coira ni Basilea.

Otras muchas estaciones suizas poseen una identidad específica y se han convertido en una referencia inconfundible del lugar. A diferencia de numerosos centros comerciales o las áreas de servicio en las autopistas, las estaciones de ferrocarril no son únicamente un lugar de tránsito.

La estación de Zúrich-Stadelhofen (1983) es una del célebre arquitecto español Santiago Calatrava. En muchas ocasiones los FFS contrataron a ingenieros y arquitectos que luego saltaron a la fama y hoy gozan de prestigio mundial.

A fines de los años 80 y a comienzos de los 90, los FFS confiaron a los entonces jóvenes arquitectos suizos Herzog & De Meuron, que hoy han entrado en el olimpo de la arquitectura con su “Tate Modern” en Londres, la construcción en Basilea de un depósito para las locomotoras y dos fábricas.

Arquitectura y también marketing

Los concursos para obras arquitectónicas forman parte de la cultura empresarial de los FFS. “La mayor parte de las nuevas construcciones son de óptima calidad. Tienen la función de modelos y contribuyen a propiciar el debate sobre la arquitectura contemporánea a que la opinión pública”, subraya Karin Artho.

Para los FFS, el Premio Wakker representa el reconocimiento a varios decenios de esfuerzos por optimizar la calidad. “Somos una empresa de ingenieros”, indica Toni Häfliger, quien compara la sección para la conservación de los monumentos a una especie de “conciencia interna”.

“Desde hace años entre nuestros ingenieros y en nuestra dirección observamos una creciente sensibilidad respecto a la arquitectura y la protección de los bienes culturales”.

La estética como la alta tecnología de las estaciones son un instrumento de marketing y un medio para hacer más atractivos los ferrocarriles.

“¿Por qué ciertos eslóganes como ‘deportivos’ o ‘aerodinámico’ deberían aplicarse únicamente a los automóviles?”, se pregunta Häfliger. “Unas construcciones atractivas tienen una mejor acogida entre nuestra clientela”.

Búsqueda de un compromiso

Pero los FFS no siempre pueden llevar a cabo construcciones tan esmeradas como quisieran. “Está claro que se suman otros aspectos de gestión empresarial”, sostiene Karin Artho. “Pero en la mayoría de los casos se han encontrado soluciones satisfactorias.”

La empresa tiene que sopesar tanto los principios del respeto del patrimonio y del medioambiente, como de rentabilidad. “Aún así, desde hace años hemos realizado bellas construcciones”, se felicita Toni Häfliger. “Prueba de ello es que una gran parte de ellas han sido declaradas bajo protección.”

“Siempre hay que encontrar un equilibrio, que tenga en cuenta el valor de las construcciones”, agrega el responsable del patrimonio de los FFS. “Se trata de determinar en cada caso si hay que destruir todo o solamente una parte, y sanear el resto.”

Viejas piedras en los hangares

Desde su creación en 1972, el Premio Wakker sólo había sido asignado hasta ahora a comunas. La primera laureada fue la localidad de Stein am Rhein, que se vio recompensada por la puesta en valor de su casco antiguo.

En el 2005, año de su centenario, el Patrimonio Suiza premia a una empresa que construye o sanea tanto polígonos industriales, centrales eléctricas, túneles, puentes…

“En este centenario queremos demostrar que la protección del patrimonio puede conjugar la preservación y la creación”, concluye Karin Artho.

swissinfo, Andreas Kaiser
(Traducción: Belén Couceiro)

Los FFS poseen cerca de 6.000 construcciones y 7.000 puentes.

Cada año invierten casi 170 millones de francos en proyectos arquitectónicos.

El Premio Wakker para la conservación del patrimonio fue fundado gracias al legado que dejó el ciudadano ginebrino Henri-Louis Wakker (1875-1972).

Desde 1972 el galardón siempre ha sido atribuido a comunas políticas.

Este año premia por primera vez una institución pública.

La entrega del galardón está prevista para el 20 de agosto, coincidiendo con la fiesta en la estación de ferrocarril de Zúrich.

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