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“El éxito total no es realista”

Pese a los esfuerzos de la cooperación, persisten desigualdades. Keystone

Discontinuidad, plazos cortos, etnocentrismo, paternalismo... la cooperación al desarrollo es a menudo el blanco de las críticas.

La ayuda suiza, pese a estar presente en Latinoamérica hace más de 40 años con un sinfín de proyectos, no escapa a los reproches.

Las causas de la inoperancia de algunos proyectos de desarrollo fue tema central de la discusión que siguió a la conferencia “¿Cómo puede contribuir la cooperación suiza a un desarrollo sostenible en América Latina?”.

“Estoy impresionado por la cantidad de proyectos”, dijo Michael Altmann moderador de la conferencia. “Sin embargo, ¿por qué la cooperación tiene tan mala imagen?”, preguntó a los conferencistas.

Según Hans-Peter Egler, responsables de esta mala imagen serían “los medios de comunicación que no investigan bien, que son superficiales. Pero debemos vivir con esta críticas”.

Por otro lado, continuó, son mensajes muy complejos que no interesan a los periodistas. Además, para el representante de la SECO, hay que dar oportunidad y tiempo a los proyectos, mirarlos más positivamente.

Crítica debe ser diferenciada

En la conferencia de ALAS, Beat Diestschy, secretario central de Pan para el Prójimo, opinó que la crítica a la ayuda al desarrollo debe ser diferenciada.

Diestschy se había referido antes a la contribución a la sostenibilidad desde la perspectiva de las ONG suizas. Concretamente, a los proyectos que lleva adelante Pan para el Prójimo en Perú y Brasil: fomento de los ingresos, información y educación, promoción de la calidad, políticas de desarrollo.

“En el foco de nuestro interés está el derecho a la alimentación, el medio ambiente intacto y el cambio en las relaciones comerciales”.

Aclaró que deliberadamente Pan para el Prójimo no habla de lucha contra el hambre sino del derecho a la alimentación, meta que se puede lograr a través de la responsabilidad personal, de una sociedad responsable, de una sociedad civil fortalecida y de estados responsables en el Sur.

Conocimientos ancestrales y científicos

En este sentido, la soberanía alimenticia es el derecho de los pueblos a definir su política alimenticia y agrícola, y determinar la dimensión de su autoabastecimiento.

Un tema que tiene estrecha relación con el derecho a la tierra. “En ninguna parte del mundo la repartición de la tierra es tan desigual como en Brasil, por lo que no es de extrañar que exista el ‘Movimiento de trabajadores rurales sin tierra’.

En nuestros proyectos de agricultura ecológica combinamos los conocimientos ancestrales con los científicos, promovemos el combate biológico de plagas, las semillas biológicas propias, impartimos formación para aumentar la productividad de los campesinos.

Los pequeños agricultores tienen un punto de confrontación con el gran negocio agrícola que favorece el monocultivo, el uso de agroquímicos y que deja fuera de la competencia a los integrantes de ese sector, sostuvo.

La promoción de las mujeres y los jóvenes y la toma de conciencia de los problemas causados por la minería en la peruana Oroya, una de las ciudades más contaminadas del mundo, fueron otros proyectos de desarrollo sostenible mencionados por Dietschy.

Nuestra contribución es pequeña

Sobre las críticas que se hace a la ayuda al desarrollo, el representante de Pan para el Prójimo reconoció que “lo que hacemos sólo es una contribución, una pequeña parte, lo más importante viene del propio pueblo”.

Para Willy Graf, las críticas son de esperarse porque “trabajamos en áreas donde hay riesgos, decir que alcanzamos una tasa de éxito de 100% no es realista”.

Por otro lado, el representante de la COSUDE consideró que las críticas también serían consecuencia de ‘la torre de marfil’ en la que se ha aislado la cooperación. “Estamos en círculos especiales, trabajamos con una jerga especializada”.

Consideró por lo tanto que es necesario cuidar la comunicación con otros sectores de la sociedad. “Debemos informar mejor qué es lo que hacemos, para qué, porqué algo funciona o no; debemos trabajar más en la calidad de nuestro trabajo y en la comunicación”.

El tema cobra relevancia si se considera que probablemente en el futuro la cooperación al desarrollo se dirigirá más a lo político, a lograr mayor democracia, mayor participación ciudadana.

Trabajar más en a propia eficiencia

Hay resultados espectaculares, hay más gente que se beneficia, eso hay que explicarlo mejor. Un desafío es trabajar en la propia eficiencia, según Graf.

“La comunicación también debería mejorar dentro de Suiza, donde dicho sea de paso, en todos los partidos políticos hay gente interesada en la cooperación al desarrollo”.

Egler señaló finalmente que Latinoamérica es más que una interrogante, allá se puede lograr un gran paso adelante, porque tiene gran potencial.

En opinión de Graf, “pese a los altibajos sufridos desde los 90, América Latina es el único continente con grandes reservas: áreas naturales, biodiversidad agrícola, gas, petróleo, minerales… eso tendrá un rol central en el futuro”.

Se trata también de evitar que la gente del Sur cometa los mismos errores que el Norte, sostuvo Graf. Al respecto, Dietschy manifestó que los del Sur tienen derecho a cometer errores.

Esta conferencia cerró el ciclo ‘Ecología y desarrollo sostenible, ¿una quimera para América Latina?’. Como sentenció Michael Altmann, al final persisten las interrogantes.

swissinfo, Rosa Amelia Fierro

La ayuda pública suiza ascendió el 2006 a 2.1 mil millones de francos.
Esta cifra representa el 0.39% del PIB (producto interno bruto).
El año 2005 fue del 0.44%
Con 0.39%, Suiza queda en el puesto 11 entre los 22 países miembros del Comité de Asistencia al Desarrollo (DAC) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD).
Si se considera las cifras absolutas, desciende al puesto 15.
Las críticas más frecuentes a la ayuda al desarrollo: se aleja cada vez más de las posiciones solidarias; crea estructuras burocráticas y clientelistas en los países del Sur; contribuye a desnaturalizar los movimientos sociales tradicionales; sustituyen al Estado en aquellas funciones sociales que le deben ser propias.

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