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Abastecerse de provisiones para los casos de crisis

Sólo el gobierno puede decidir cuándo desmantelar las reservas de Tamiflu. Keystone

La seguridad de Suiza incluye el almacenamiento de reservas de productos como el arroz, el azúcar o la gasolina y, en tiempos de la gripe aviaria, de Tamiflu.

Toneladas de bienes de primera necesidad por valor de 6.000 millones de francos: es lo que el país tiene guardado “para que la eventualidad no se convierta en fatalidad”.

Quienes vivieron el periodo de las dos guerras mundiales en Suiza se acuerdan perfectamente de los cupones de racionamiento de alimentos, de la escasez de arroz y las dificultades para llegar a fines de mes. Algunos recuerdan también las calles desiertas tras la crisis del petróleo de 1973. Pocos, en cambio, temen que puedan reproducirse situaciones de penuria: las repisas de los supermercados llenas de productos nos incitan más a consumir que a hacer provisiones.

Y, sin embargo, no se descarta que puedan escasear mercancías que importa el país. Los ciudadanos no piensan en ello, pero sí lo hacen los Estados. En Suiza, la constitución de provisiones es un deber que prevé la Constitución y que compete a la Oficina Federal de Abastecimiento Económico del País (AEP).

“Las reservas obligatorias nacieron como reacción a las dificultades vividas en tiempos de guerra”, explica Peter Graf, responsable de la sección Provisiones Obligatorios de la AEP. “Luego vino la Guerra Fría que obligó a incrementar las reservas”.

Enfermedades y ya no guerras

“Hoy no se hacen provisiones pensando en una guerra que pueda afectar directamente a Suiza, sino en problemas de otra índole, como los boicots o las catástrofes naturales”, prosigue Graf. El último ejemplo fue el huracán Katrina que puso en peligro a las refinerías de petróleo estadounidenses. Para evitar problemas de abastecimiento a escala mundial, la Agencia Internacional de Energía pidió a sus estados miembros, entre ellos Suiza, que echaran mano de sus reservas estratégicas.

Con la globalización de los mercados no sólo se ha multiplicado la distribución de productos, sino que también se han creado fuertes interdependencias. “Todo funciona según el principio de ‘just in time’ (se adoptan medidas sólo cuando la situación apremia, ndlr) y el sector logístico es más frágil”, señala Graf.

En el 2002, por ejemplo, las dificultades que registró un producto estadounidense impidieron la llegada a Suiza de un antibiótico de importancia vital. Gracias a las reservas se pudo superar la crisis sin que la población se resintiera. Tampoco fue necesario recurrir a las reservas después de los atentados del 11 de septiembre del 2001, cuando la amenaza del terrorismo biológico hizo temer ataques con ántrax y con el virus de la viruela.

Gestionados por el sector privado

La AEP se concentra, sobre todo, en tres sectores: la alimentación, la energía y los medicamentos. En los almacenes hay cereales panificables, arroz, azúcar y también café. El té, en cambio, ya no figura entre las provisiones. La mayor parte, en términos de costes, la constituyen las reservas energéticas (productos petrolíferos). Y las de medicamentos incluyen antibióticos y Tamiflu.

“Revisamos nuestra estrategia cada cinco años”, explica Graf. “Y tratamos de abastecernos con todo lo que necesitamos, pero no más. Antes disponíamos de reservas de carburantes para doce meses; hoy tenemos sólo para cuatro meses y medio”.

De esta manera podemos contener los gastos, aunque éstos no son responsabilidad del Estado que, en principio, no financia las provisiones obligatorias. La mercancía es propiedad de los productos, distribuidores o importadores que almacenan las provisiones por orden de la Confederación. El sector privado recibe indemnizaciones por los gastos de almacenamiento, a través de un fondo de contribuciones que se pagan por los productos importados.

Estas contribuciones influyen en el precio final de los productos en cuestión y es “el consumidor quien paga los costes que se derivan de las provisiones. Quien utiliza el automóvil, por ejemplo, contribuye a financiar las reservas de gasolina con 0,3 céntimos de franco por litro de carburante”.

Tamiflu

En tiempos normales, la población no se preocupa por el aprovisionamiento. Y eso que hasta hace unos decenios el Estado recomendaba a los ciudadanos abastecerse de provisiones y los supermercados vendían paquetes especiales. Los aluviones registrados en los últimos años han demostrado que a veces basta una breve interrupción de los suministros alimentarios para ocasionar serias dificultades a los hogares.

“La gente se preocupa mucho por las cuestiones de aprovisionamiento, pero sólo cuando están de actualidad”, comenta Peter Graf. “Nosotros, por el contrario, tratamos de pensar a largo plazo. No se puede aumentar las reservas de un día a otro. Si hubiéramos decidido hacer provisiones del Tamiflu en el momento en que todos hablaban del fármaco y trataban de conseguirlo, habría sido demasiado tarde”.

swissinfo, Doris Lucini
(Traducción del italiano: Belén Couceiro)

Suiza importa el 40% de los productos comestibles y el 80% de los agentes energéticos.

Provisiones obligatorias: arroz, azúcar, aceite y grasas comestibles, café, cereales, abonos, gasolina y carburantes de calefacción, antibióticos y Tamiflu.

Valor: 6.000 millones de francos

Cobertura: 4 meses para los alimentos; 4,5 para los productos petrolíferos; 6 meses para los antibióticos; y Tamiflu para el 25% de la población.

El artículo 102 de la Constitución establece que la Confederación debe garantizar el abastecimiento de la población también en situaciones de crisis, conflicto o penuria que distorsionan los mercados sin que el sector económico pueda remediarlo.

Para Suiza, pobre en materias primas, se trata de abastecerse con reservas, sobre todo, de productos importados como son los alimentos, la energía y los medicamentos.

Con ese fin Suiza ha suscrito varias convenciones internacionales. Es miembro, por ejemplo, de la Agencia Internacional de la Energía y de la Asociación para la Paz.

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