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Acuerdo marco con la UE: ¿seguirá Suiza la senda del Brexit?

Las banderas suiza y europea
Tomas Wüthrich / 13 Photo

La Unión Europea (UE) presiona a Suiza para que firme el acuerdo marco que regula las relaciones con los Veintisiete. Sin embargo, el proyecto corre el riesgo de fracasar debido a la oposición política en Suiza. ¿Qué está en juego?

Aunque Suiza no es miembro de la Unión Europea (UE), sus lazos con el mercado común europeo son muy estrechos gracias a los acuerdos bilaterales que han firmado Berna y Bruselas desde 2002. En lugar de estos acuerdos bilaterales, ahora la UE quiere regular las cuestiones institucionales en un acuerdo marco.

Los principales argumentos en contra de una adhesión de Suiza a la Unión Europea (UE) son la neutralidad y la democracia directa.

La neutralidad, en su interpretación tradicional, no es compatible con la adhesión a la UE, ya que desde 2009 los Veintisiete tienen una política de defensa común que prevé el deber de asistencia mutua en caso de agresión a uno de sus Estados miembros. Es cierto que algunos miembros de la UE, como Irlanda, Austria o Malta, se consideran Estados neutrales. Pero Suiza tiene una política de neutralidad más pronunciada que estos países y es percibida como más neutral desde el exterior.

La democracia directa desempeña un papel muy importante en el sistema político de Suiza. La ciudadanía tiene voz y voto en muchas cuestiones nacionales, aunque a veces los proyectos legislativos aprobados en las urnas entran en conflicto con el derecho internacional. Y el gran temor de muchos suizos es que la adhesión a la UE solo sea posible si se restringen los derechos populares, es decir, de participación ciudadana.

Entre 2014 y 2018, Suiza y la UE negociaron un acuerdo. Bruselas pretendía que Suiza lo firmara cuanto antes, pero el Gobierno helvético decidió someterlo primero a consultas. Y estas revelaron tres puntos conflictivos:

  • Protección salarial: Como los salarios y el coste de vida en Suiza son superiores a la media en la UE, los sindicatos y la industria temen un dumping salarial.
  • Ayudas estatales: La UE no quiere subvenciones del Estado. Los cantones suizos temen que los bancos no puedan seguir operando en el mercado comunitario con garantías estatales.
  • Directiva sobre la ciudadanía europea: Los ciudadanos de la UE residentes en Suiza tendrían el mismo derecho a la asistencia social que los suizos. Los antieuropeístas en Suiza temen que esto abra las puertas a una “inmigración en busca de prestaciones sociales”.

Debido a la creciente presión política en el país, el Gobierno intentó renegociar estos tres puntos. La UE se mostró abierta al diálogo para hacer “aclaraciones”, pero descartó categóricamente toda posibilidad de renegociar el acuerdo. La situación está bloqueada desde hace meses.

Según Julie Cantalou, politóloga y presidenta de GLP Lab, un think tank del partido Verdes Liberales, hubo una falta de liderazgo político por parte del Gobierno tras la conclusión de las negociaciones. Los partidos representados en el gobierno colegiado estaban divididos y no querían enfrentarse a la prueba de fuego de una campaña si el acuerdo se sometía a referéndum. “Además, el Brexit y otras crisis en Europa han reducido el margen de maniobra de Suiza”, subraya.

¿Cuándo comenzaron los problemas?

Las relaciones entre Suiza y la UE empezaron con buen pie: el Consejo Federal (Gobierno) rebosaba optimismo cuando presentó una solicitud de adhesión a la UE en 1992. Desde su punto de vista, Suiza se encontraba en la recta final, pues su intención era ingresar en el Espacio Económico Europeo (EEE), considerado como la antesala de la plena adhesión a la UE.

Pero las cosas tomaron otro rumbo. Ese mismo año la población suiza se pronunció de forma inesperada y por un estrecho margen de votos en contra del ingreso en el EEE.

Tras este varapalo en las urnas, el Gobierno renunció a una adhesión y optó por regular las relaciones con la UE a través de una serie de acuerdos bilaterales.

Para la mayoría de la población suiza, esta “vía bilateral” ha dado buenos resultados y la adhesión ya no figura en la agenda. De hecho, el Gobierno retiró la solicitud de adhesión en 2016.

Las etapas clave de las relaciones Suiza-UE
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En 2014, las relaciones atravesaron un mal momento: los suizos aprobaron una iniciativa popular para restringir la inmigración, a pesar de que los acuerdos bilaterales garantizaban la libre circulación de personas desde 2002. Los entonces ministros de Asuntos Exteriores de Austria y Alemania llegaron a acusar públicamente a Suiza de ser incapaz de elegir entre dos opciones, pero pretender beneficiarse de ambas.

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Pero no es tan fiero el león como lo pintan: El proyecto legislativo que elaboró el Parlamento para limitar la inmigración fue una versión edulcorada de lo que pretendía la iniciativa. Y en 2020 la población suiza se pronunció claramente en contra de rescindir el acuerdo de libre circulación de personas con la UE. Quedaba así despejado el camino para la conclusión de un acuerdo marco.

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Jóvenes ciudadanos durante el recuento de votos

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¿Se vislumbra luz al final del túnel?

Ahora Suiza vuelve a estar en el punto de partida. El acuerdo marco corre el riesgo de fracasar debido a la oposición política en el país. La UE ha dejado claro que si no se firma un acuerdo marco, no se actualizarán los tratados vigentes ni se concluirán nuevos acuerdos.

“Yo suelo comparar el acuerdo marco con la actualización del sistema operativo de un teléfono inteligente”, dice Cantalou. “Puedes prescindir de la actualización, pero eso significa que no podrás instalar nuevas aplicaciones y, con el tiempo, las antiguas tampoco funcionarán”.

En otras palabras: Con el tiempo, de “un miembro pasivo de la UE”, Suiza pasará a ser considerado un Estado tercero. A menos que Berna y Bruselas consigan ponerse de acuerdo sobre cómo van a ser sus relaciones a partir de ahora. Todas las opciones están abiertas.

Traducción del alemán: Belén Couceiro 

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