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Memoria visual, entre lujo y necesidad

El gran desafío de los archivos: poder encontrar todo. swissinfo.ch

Suiza posee un patrimonio fotográfico enorme y la preservación de esa herencia cultural no está plenamente garantizada a largo plazo. El problema planteado por la tarea de archivar las colecciones, en forma tradicional y digital, más que una cuestión técnica, es un asunto de voluntad política y de recursos.

Junto al escáner ha sido colocada una caja con placas de vidrio: “Son fotografías tomadas por mi abuelo, pastor de Grindelwald, hace casi cien años”, explica Christoph Balsiger, miembro del departamento de Fotografía de swissinfo.ch. “Hay retratos, flores, paisajes, montañas … aquí reconozco el Eiger, pero el resto… ni idea: casi nunca hay indicaciones, dice mientras almacena cuidadosamente una placa para extraer otra. ¿Un tesoro? No es seguro.

El valor de los testimonios de aficionados es “casi nulo, porque son siempre más o menos los mismos temas: retratos o paisajes no identificados”, señala Martin Gasser, curador de la Fundación Suiza para la Fotografía de Winterthur. Desde los inicios del octavo arte, muchos suizos han podido comprarse una cámara fotográfica, cuya democratización permitió luego la creación de un producto industrial en serie y de un lenguaje universal.

Lo anterior, sumado al trabajo de profesionales, sobre todo en la prensa. La abundancia de publicaciones ha descendido en los últimos años, pero Suiza conserva un número récord. Entre 1930 y 90, solamente el grupo Ringier acumuló 7 millones de archivos.

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Los archivos de prensa, un tesoro

Este contenido fue publicado en El grupo Ringier nació en 1959 con la adquisición de la agencia de fotos Arnold Theodor Pfister (ATP) y, sobre todo, con el lanzamiento del ‘Blick’, el primer tabloide del país y gran consumidor de imágenes. Desde los años 1990, la fotografía numérica ha destronado a la analógica (o argéntica). En 2009, Ringier donó a…

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Este inmenso patrimonio visual se encuentra en bibliotecas, museos y… graneros familiares. El carácter perene de la fotografía de aficionados no está garantizado. Ni siquiera el de los profesionales.

Guardar o descartar: todo un arte

“Algunas personas nos ofrecen sus archivos. En general los rechazamos, pero  les damos consejos para decidir qué guardar, descartar o… vender en el mercado de las pulgas”, dice Martin Gasser. “Nosotros conservamos temas interesantes (por ejemplo, fotografías especializadas y poco comunes de un ingeniero durante la Primera Guerra Mundial), pero rara vez la totalidad”.

Martin Gasser agrega que hay que tomar “decisiones dolorosas” entre los profesionales. “Nuestra misión es la conservación del material analógico de los siglo XIX y XX. Tratamos de mantener las fotografías de los temas y  fotógrafos más importantes, pero también aquellas de aspectos significativos a nivel nacional”.

La Fundación cuenta con más de un millón de placas, negativos, diapositivas, impresiones, etc., almacenados a temperaturas adecuadas para frenar los daños del tiempo y los productos químicos. Su director precisa que “la Oficina Federal de Cultura ha fortalecido significativamente su apoyo desde hace diez años, pero es una gota de agua” en relación con las necesidades.

El Instituto de Investigación de la Universidad de Basilea especializado en Ciencias Humanas ( Humanidades ) digitales, el Digital Humanities Lab, trabaja  en el archivado a largo plazo de todos los documentos, fotos, textos, multimedia, trabajos científico.

La institución desarrolla en particular un proceso de copiado automático y masivo de los datos para un archivo ilimitado y perpetuo. “La técnica, los discos duros, no cuestan nada, lo que es caro es el trabajo de digitalización, que debe estar bien hecho, explica Lukas Rosenthaler, responsable de esa investigación solicitada por la Academia Suiza de Ciencias. Trabajamos en una migración automática y perpetua”.

El sistema funciona a nivel experimental y el investigador espera que “será operativa en un plazo de cinco años”. Idealmente permitiría reducir el precio del terabyte (500.000 fotos), que actualmente se sitúa entre 500 y 3.000 francos por año (todo incluido, procesos, seguridad, etc.) a un rango de entre 50 y 250 francos en versión automatizada. “Pero son solamente estimaciones”, dice Lukas Rosenthaler.

La labor digital

Al mismo tiempo se hace una selección aún más estricta para digitalizar una parte del material analógico, pero para Martin Gasser, esto no es una prioridad. “En primer lugar debemos conservar esos objetos, que en un 90% ya no representan un gran interés actualmente, pero ¿mañana? La dificultad es elegir qué conservar”. El problema es el dinero porque el costo de archivado es doble. Trasladar el material a servidores digitales no significa descartar los originales.

Con el archivo numérico entramos en el campo de la informática. El trabajo de digitalización se lleva a cabo de forma paralela en dos soportes, por seguridad. Pero debido al continuo desarrollo de estándares y de sistemas, se tiene que proceder periódicamente a su migración (aproximadamente cada cinco años) a los nuevos servidores. Dado que se trata de “otro trabajo”, la Fundación Suiza para la Fotografía confió (mediante el pago correspondiente) el tratamiento de sus catálogos digitales a la Biblioteca del Escuela Politécnica de Zúrich (EPFZ), que los integrará a su portal E-Pics.

“Los problemas informáticos pueden ser resueltos, pero las fotos necesitan específicamente el acompañamiento de metadatos para ser clasificadas y encontradas posteriormente”, precisa Nicole Graf, responsable de los archivos fotográficos de la EPFZ.

De hecho, incluso si la tecnología y los equipos fueran gratuitos, el archivado es tan caro como el del material analógico. “Los informáticos dicen que el precio anual del terabyte (500.000 copias) disminuye cada vez más, revela Martin Gasser. Pero la dificultad es identificar las imágenes y ponerlas en contexto para su uso posterior, si no, como con las fotos de familia, ya no sabremos lo que representan. Este trabajo debe ser realizado por especialistas”.

Estrategias de dispersas

A nivel nacional, ¿qué se hace con esos miles de archivos y colecciones? Christophe Brandt, director del Instituto para la Restauración de la Fotografía, de Neuchâtel, lamenta que no exista en realidad un sistema de archivado analógico: “el gran desafío de los próximos años será poder hallar material sin grandes medios tecnológicos: releer un filme con una fuente de luz o una lupa”.

Así pues hay que seguir con el escaneo de negativos para su archivado. “Como todo el mundo, Suiza utilizará servidores de largo plazo, continúa Christophe Brandt, quien también es miembro del Memoriav, la red nacional para la preservación y valorización del patrimonio audiovisual.

Desde la entrada en vigor de la Ley de Promoción de la Cultura el 1º de enero de 2012, la Oficina Federal de Cultura apoya a la Fundación Suiza para la Fotografía en Winterthur con el archivo fotográfico, al que otorga, por enmienda de prestaciones, un importe anual de 1.250 millones de francos.

La Confederación también participa en lo que denomina “memopolítica” (que no concierne solamente la fotografía sino todo el patrimonio audiovisual suizo: fotos, grabaciones sonoras, películas y vídeo). El apoyo se refleja en el financiamiento de la asociación Memoriav, fundada en 1995 por la Biblioteca Nacional, los Archivos Federales, la Fonoteca nacional, la Cinemateca Suiza, la Sociedad Suiza de Radiodifusión SRG SSR, la Oficina Federal de la Comunicación y (desde 1998), el Instituto Suizo para la Conservación de la Fotografía.

“Pero cada uno trabaja en su rincón (EPFZ, los Archivos Federales, Memoriav, la Fundación para la Foto, el Musée de l’ Elysée, nuestro instituto). No hay un sistema central, sino algunos contratistas independientes. Todo el mundo es consciente de que las estrategias se encuentran dispersas, pero todo el mundo aceptará una sola base de datos? Y, ¿qué base elegir?, inquiere Christophe Brandt.

El rompecabezas de la foto de prensa

Edzard Schade, especialista en archivado multimedia, estima que el problema no es tanto técnico como político. “La Confederación debería mostrar una mayor responsabilidad al estimular una verdadera política nacional. Habría  suficientes fuentes de financiación, después de todo, consagramos mucho dinero (también privado) a la sociedad de la información. Pero tenemos que actuar con rapidez porque el problema se agrava”, declara este profesor de la Escuela de Ciencias Aplicadas de Coire.

Básicamente, Nicole Graf no se preocupa por la durabilidad de la foto de autor,  pero considera que “queda todo por hacer con respecto a los enormes archivos de prensa que son valiosos testimonios de la historia y la vida todos los días de Suiza”.

Y la responsable de los archivos de fotografías de la EPFZ menciona el enorme fondos del grupo Ringier, que fue confiado a los Archivos del cantón de Argovia. “Fue creado un grupo de trabajo (del que formo parte), pero esos documentos se pueden perder debido a que la Confederación no los ha identificado como bien cultural en sí mismo y, por ende, meritorios de apoyo”.  

Traducción del francés, Marcela Águila Rubín

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