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De las plantaciones bananeras a Berna

Hernan Hermosilla y Gilbert Bermúdez , representantes de Costa Rica en el simposio. swissinfo.ch

"Las puertas están abiertas, terceras personas pueden venir a controlar nuestros avances. Aunque la tarea está inacabada", dijo el representate de Chiquita.

“Los problemas sociales y ambientales en las plantaciones bananeras están lejos de resolverse”, le respondió Gilbert Bermúdez.

Fue uno de los momentos de mayor confrontación durante la conferencia “Label bajo la lupa, el ejemplo del plátano’ realizada recientemente en Berna.

“La producción y la comercialización están regidas por las ganancias. La imagen de la Ranita Verde- el label de la Rainforest Alliance- es sólo un pretexto para justificar la falta de transparencia. Hay gran contradicción entre lo que se dice y lo que se hace”, sostuvo Gilberto Bermúdez, secretario del Sindicato de Trabajadores de las plantaciones en Costa Rica.

Las normas son muy complicadas, se redactan sin consultar a los trabajadores y sirven sólo para mantenerlos indefensos, para debilitar a los sindicatos. Chiquita hostiga y realiza campañas de desprestigio contra sindicalistas, también en Ecuador y Perú, afirmó.

Los consumidores probablemente juegan un rol en esta cadena, apuntó Bermúdez, pero se preguntó si se les dice toda la verdad. “Los inspectores no tienen nuestra confianza, ellos imparten sólo información sesgada”.

Refirió que Colsiba nació en 1993 para apoyar esfuerzos que comenzaban en Europa y los Estados Unidos a favor del comercio equitativo. “Pero estamos defraudados. Los conceptos están lejos de aplicarse en la práctica, no fue posible llevar a cabo agendas de cooperación”.

Sin embargo se mostró abierto al diálogo “transparente, serio, con objetivos claros y comunes. Sólo así ustedes, consumidores europeos, tendrán realmente un banano justo y ecológico”.

Intoxicaciones y contaminación

Hernán Hermosilla, chileno que vive en Costa Rica hace años, fue secretario del Foro Emaús. En su exposición abordó las consecuencias medioambientales del monocultivo de plátano.

“El 50% de las fincas bananeras en Costa Rica están en manos de Chiquita, Dole y del Monte. En 2006, más de la mitad de la producción de estas transnacionales se destinó a Europa. El costo mayor de esta producción corresponde a plaguicidas”.

En consecuencia, continuó, “persisten los accidentes por intoxicaciones y contaminación, pese a las medidas de protección y a leyes. Si hay sanciones, éstas son ridículas”.

Las posibilidades para controlar las certificaciones son escasas y no estamos seguros de la independencia de los inspectores. Cien fincas pertenecientes a las tres transnacionales están certificadas, pero allí también se produce con agroquímicos, denunció Hermosilla.

Para obtener la certificación del plátano, una empresa dejó de usar Paraquat (pesticida altamente peligroso), pero lo sigue aplicando en la producción de piña y Costa Rica es el primer productor mundial de este producto cuyo precio es mejor que el del plátano, refirió.

No se puede ocultar la realidad

Niños sonriendo, gente felíz en las plantaciones, sólo existen en el papel. En la práctica, en las plantaciones ya no hay mucha vida. Hay avances, lo reconocemos, pero queremos diálogo, transparencia y respeto de los derechos fundamentales de los trabajadores, dijo.

En conversación con swissinfo, Bermúdez aclaró que “de Perú se exporta banano biológico a Europa, pero las condiciones laborales son lamentables”.

“Las condiciones laborales no se diferencian y las recompensas llegan sólo a algunos productores. Hay excepciones que sólo confirman la regla”.

Confrontado con estas afirmaciones, Rohner respondió que “hay claras diferencias entre Chiquita y nosotros. Tenemos estándares muy estrictos y nuestro gran objetivo es la autodeterminación y la independencia económica de los pequeños agricultores”.

Tensión: comercio equitativo y sindicatos

¿Puede haber excepciones? Tenemos un sistema de certificación independiente y si un productor no cumple las condiciones establecidas, es descertificado. Claro que puede haber irregularidades, pero éstas son corregidas inmediatamente, replicó.

Rohner reconoció que puede haber cierta tensión entre el comercio equitativo y los sindicatos porque “con el comercio equitativo mejoramos las condiciones laborales y con ello baja la necesidad de pertenecer a un sindicato”.

Reiteró que 85% del plátano que viene a Suiza es producido por pequeños campesinos que cultivan entre 4 y 10 hectáreas, que la mayoría de plátano de comercio justo que se vende en Suiza es a través de Coop y Migros, lo que demuestra la viabilidad de estos canales.

Control más difícil en el comercio a gran escala

Hermosilla afirmó que si la producción para el comercio equitativo va a las llamadas tiendas del tercer mundo, es posible una relación casi directa entre productores y comercializadores. “Pero cuando se entra a los supermercados aumenta la demanda, y producir en gran cantidad significa aumento del monocultivo y deterioro ambiental”.

Johann Züblin de Migros reconoció que por ello es importante que “sea independiente, hecha por una institución acreditada y reconocida, eso es lo que hoy exigimos los grandes distribuidores”.

Agregó que Migros también hace inspecciones por su cuenta o encarga a organizaciones que inspeccionan sorpresivamente. “Como tenemos sólo dos tipos de plátano -Havelaar Bio, que representa un tercio del volumen total y Chiquita- es más fácil garantizar la disponibilidad.

Tras reconocer que la certificación se ha convertido en un gran negocio, Züblin aclaró: “exigimos de Chiquita plátanos provenientes de firmas certificadas. Al comienzo no fue así, pero debemos dar oportunidad a las transnacionales a cimentar los cambios emprendidos”.

Hermosilla insistió en que la confusión total vendrá cuando las transnacionales entren más al comercio equitativo.

Por ello instó a los suizos a visitar Costa Rica y ver la realidad ‘in situ’. “Las certificaciones hacen que las empresas se jacten de tener un reconocimiento que sólo es un maquillaje para impresionar al consumidor, pero olvidan al productor”, concluyó.

swissinfo, Rosa Amelia Fierro

La transnacional Chiquita posee plantaciones en siete países de América Latina.

– Tiene 40.000 empleados, de los cuales el 10% son mujeres.

– Según cifras de la empresa, 60% de sus trabajadores están sindicalizados.

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