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Buscan bancos sanar sus ‘quemaduras financieras’

Sergio Ermotti y Brady Dougan: CEOs de UBS y Credit Suisse. Keystone

UBS concluye otro año lamentable, esta vez con una histórica multa por 1.400 millones de francos suizos (1.530 millones de dólares) por participar en la manipulación de la tasa Libor. Y Credit Suisse, por su parte, tampoco puede vanagloriarse de haber tenido un año ideal.

Este 2012, ambas instituciones debieron poner en marcha sendas estrategias para reducir los daños que provocarían a la economía suiza en caso de una nueva crisis.

Pero mientras Credit Suisse  optó por reducir el número de operaciones de alto riesgo que realiza dentro de la banca de inversión, pero sin eliminarlas de su paleta de servicios; para UBS la historia fue otra, los escándalos de la Libor y del corretaje de operaciones ilegales realizado desde Londres, obligaron al banco a cancelar por completo sus operaciones de alto riesgo y a  anunciar un recorte de miles de empleos.

UBS, reputación maltrecha

La reputación de UBS ha sido fuertemente vapuleada durante los últimos cuatro años debido  a que ha hilado una serie de tropiezos. En 2008, el banco fue rescatado por el gobierno tras incurrir en pérdidas multimillonarias provocadas por la crisis financiera. Posteriormente, en 2009, estalló una red de evasión fiscal que había promovido el banco en EEUU.

Más tarde, en 2001, se sumaron pérdidas por más de 2.000 millones de francos suizos para el banco provocadas por un corredor de operaciones ilegales basado en Londres. Y este mes de diciembre se confirma la noticia de que el banco líder de Suiza deberá pagar una histórica multa de 1.400 millones de francos suizos por participar en la manipulación fraudulenta de la tasa de interés de referencia Libor.

Un caótico desempeño que llevó a UBS a realizar un explosivo anuncio en octubre pasado: el banco decidió cancelar completamente sus operaciones de alto riesgo y optó también por recortar 10.000 plazas a su plantilla laboral.

El UBS no tenía margen de maniobra, la creciente presión ejercida por el gobierno, los partidos políticos, las autoridades regulatorias y los propios accionistas de la institución, habían dejado al banco con las dos manos atadas a la espalda. Mientras Credit Suisse aún tenía una mano libre, lo que le permitió anunciar en octubre una estrategia menos restrictiva 

La reputación de UBS ha sido fuertemente vapuleada durante los últimos cuatro años debido  a que ha hilado una serie de tropiezos. En 2008, el banco fue rescatado por el gobierno tras incurrir en pérdidas multimillonarias provocadas por la crisis financiera. Posteriormente, en 2009, estalló una red de evasión fiscal que había promovido el banco en EEUU.

Más tarde, en 2001, se sumaron pérdidas por más de 2.000 millones de francos suizos para el banco provocadas por un corredor de operaciones ilegales basado en Londres. Y este mes de diciembre se confirma la noticia de que el banco líder de Suiza deberá pagar una histórica multa de 1.400 millones de francos suizos por participar en la manipulación fraudulenta de la tasa de interés de referencia Libor.

Un caótico desempeño que llevó a UBS a realizar un explosivo anuncio en octubre pasado: el banco decidió cancelar completamente sus operaciones de alto riesgo y optó también por recortar 10.000 plazas a su plantilla laboral.

El UBS no tenía margen de maniobra, la creciente presión ejercida por el gobierno, los partidos políticos, las autoridades regulatorias y los propios accionistas de la institución, habían dejado al banco con las dos manos atadas a la espalda. Mientras Credit Suisse aún tenía una mano libre, lo que le permitió anunciar en octubre una estrategia menos restrictiva

El remate suizo

El “remate suizo” -fortalecimiento de las regulaciones financieras suizas para los bancos- entra en vigor el 1 de enero del 2013, y esto obligará al UBS y al Credit Suisse a mantener niveles de capital de garantía que superan largamente a los de sus competidores internacionales (ver ‘Regulaciones bancarias suizas’).

Esto coloca al dúo de banco suizos en desventaja competitiva frente a instituciones de Europa o EEUU, pero estos últimos a su vez, desconocen aún la forma en la que las recomendaciones globales de Basilea III serán complementadas en sus respectivos países.

Por ello, según algunos observadores, aunque el “remate suizo” sea más estricto que el estándar global, quizás el hecho de que los bancos sepan exactamente hacia dónde van y qué se les exige, podría concederles una ventaja frente a sus competidores.

Las reformas bancarias internacionales presentadas en 2010, conocidas como Basilea III, son un acuerdo histórico entre autoridades financieras y bancos centrales con miras a reforzar la solidez de los bancos. El objetivo es reducir el riesgo de futuras crisis financieras globales.

Para ello, se ha exigido a los bancos constituir una reserva de capital equivalente al 7% de sus activos en riesgo. Hasta ahora, dicha reserva era de solo 2%.

 Pero los reguladores helvéticos decidieron aplicar lo que se conoce como el “remate suizo”, o decisión de solicitar que los bancos de casa vayan  más lejos. Concretamente, instituciones como UBS y Credit Suisse deben constituir una reserva de capital equivalente al 19% de sus activos en riesgo para el año 2019, muy por encima del requerimiento internacional.

Nuevamente, en el caso suizo, 10% de las reservas estarían constituidas por capital sin riesgo y de alta liquidez. Y el 9% restante podría conformarse por bonos convertibles contingentes (CoCos).

Los CoCos, cabe recordar, son un nuevo mecanismo financiero: bonos emitidos originalmente como deuda, pero convertibles en capital (acciones de la institución que realizó la emisión original) en casos de contingencia. Por sus características, permitirían a los gobiernos ayudar a un banco en problemas porque no serían contabilizados como déficit público.

Los nuevos requerimientos de capital están divididos en tres segmentos, conocidos como Tier I, II y III:

 TIER I. Son reservas equivalentes al 4,5% de los activos en riesgo que tiene un banco, y es el nivel el mínimo indispensable para garantizar a los clientes que la institución opera dentro de un margen de riesgo sano.

TIER II. Es un colchón financiero equivalente al 8,5% de los activos riesgosos (5,5%  constituido por capital y 3% por bonos CoCo).

TIER III. Es un elemento progresivo, sólo será utilizado si los problemas financieros de un banco empeoran. Esta tercera puede ser constituida exclusivamente por bonos CoCo.

Los bancos pueden conseguir un “descuento” sobre el nivel de TIER III que deben cumplir si prueban que las operaciones riesgosas que manejan están bien aisladas del resto de la operación de la institución, esto es, que pueden ser manejados y eventualmente liquidadas de forma ordenada y sin comprometer el resto de la gestión del banco en caso de crisis.  

Traducción, Andrea Ornelas

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