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El campo, manzana de la discordia en la OMC

El ministro suizo de Economía, Joseph Deiss, dejó ver su frustración hace unos días por la falta de acuerdos. (OMC) WTO

Cinco años de discusiones han sido insuficientes para aproximar las posiciones del mundo desarrollado y el emergente en torno al sector agrícola. Este mes será clave.

Suiza flexibilizó su posición y cerró filas con la UE, pero con «mesura». Proteger a sus campesinos sigue siendo prioritario.

La palabra «campo» se convirtió desde el 2001, año en el que inició la hoy legendaria ronda de Doha, en el único «ábrete sésamo» capaz de destrabar los trabajos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

No podía ser de otra manera: la visión de los países desarrollados es opuesta a la de los países en desarrollo.

El llamado G6 –Australia, Brasil, la Unión Europea, India, Japón Y Estados Unidos- tienen la sartén por el mango en las discusiones, dado el peso político y económico que tienen.

En la batalla, por un lado están los 25 de la UE y EE UU que se niegan a recortar los onerosos subsidios que canalizan a sus sectores agrícolas, estrategia que pone en desventaja a los productores de los países emergentes. Y adicionalmente, les piden a estos últimos que liberalicen sus sectores industrial y de los servicios.

Por su parte, las economías en desarrollo –representadas por el llamado G-20, que encabeza Brasil e incluye a toda Latinoamérica- reviran negándose a ceder en industria y servicios, y exigiendo que bajen los aranceles para que sus productos lleguen a todo el mundo.

Y en esa batalla dialéctica y política, Suiza desempeña un papel relevante al encabezar al G-10 -Japón, Corea, Noruega, Bulgaria, Islandia, Israel, Liechtenstein, Mauricio y Taiwán-, caracterizados por ser importadores netos de productos agrícolas.

La cita de Ginebra

Suiza se adhirió a la OMC el 1° de enero de 1995. Desde entonces participa activamente en una organización que se fijó como meta un comercio más libre y promotor del desarrollo mundial.

La más reciente reunión ministerial realizada entre los miembros de la OMC tuvo lugar justamente en Ginebra (29.06-02.07).

El resultado fue pobre.

Nadie cede en sus posiciones. En consecuencia, los trabajos siguen estancados.

Al respecto, el ministro de Economía helvético, Joseph Deiss, expresó el pasado fin de semana sentirse frustrado por la falta de acuerdos, mientras el negociador europeo, Peter Mandelson, agregó que si durante las próximas dos semanas cada uno de los protagonistas no prepara posiciones más flexibles para entregárselas a la OMC a finales de julio, «el verano 2006 será un fracaso para el comercio internacional».

Esencialmente se requiere aproximar las posiciones de EE UU, la UE y el G-20, lo que, sin entrar en tecnicismos arancelarios significa que los europeos acepten reducir las barreras que imponen al acceso a sus mercados, al tiempo que el G-20 elimine las que impone en el ámbito de los servicios.

El G-10

Suiza y el G-10 han optado por la prudencia y por aproximar sus posiciones a las de la UE, pero con inteligencia y mesura.

Saben que dependen del exterior para abastecer a su mercado interno, que no son capaces de producir todos los frutos, verduras y legumbres que consumen. Pero también tienen agro y campesinos por proteger.

Concretamente, Suiza, Bulgaria, Corea del Sur, Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein, Mauricio, Noruega, y Taiwán, defienden la necesidad de mantener en 15% el arancel de entrada que cobran para los productos «sensibles» (aquellos que producen sus campesinos).

La UE está dispuesta a ir más lejos y reducir a sólo 8% esa barrera. Estados Unidos dice que un 1% es suficiente, pero no está dispuesto a ceder en el ámbito que los vecinos le exigen, que es reducir los subsidios a su sector agrícola.

El panorama, pues es complejo.

Para Deiss, aunque la UE y Suiza tienen posiciones cercanas en relación al tratamiento que deben recibir esos productos, no terminan de acordar el arancel conveniente.

El ministro de Comercio de Japón, Shoichi Nakagawa, pide para el G-10 un acuerdo equilibrado en el que se privilegie el desarrollo, sin que nadie resulte dañado.

Los opositores actúan

Y mientras los ministros debatían, agricultores de todo el mundo se daban cita en una granja de Genthod, cerca de Ginebra, convocados por la Unión Suiza de Agricultores (UPS).

La meta: recordarle a los negociadores de la OMC que deben buscar un comercio equitativo.

EEUU y la UE tienen urgencia por concluir este año las discusiones. Los campesinos no, prefieren ir lento pero a paso seguro.

La USP está convencida que las propuestas que flotan de reducir indiscriminadamente los aranceles de entrada a los productos extranjeros tendría consecuencias graves para las familias campesinas helvéticas.

De entrada, serían pérdidas aseguradas cada año de entre 40 y 50% en cereales, legumbres y carne blanca para los campesinos helvéticos.

En general, el trabajo de las organizaciones no gubernamentales (ONGs) ha sido constante e intenso durante los últimos tres años. Entidades como Swissaid, Acción de Cuaresma, Helvetas, Caritas, Pan para el Prójimo y la Obra de Ayuda Protestante (HEKS/EPER), exigen trabajar a favor de una nueva lógica comercial en el mundo.

Un desenlace urgente

Las próximas dos semanas son cruciales para el comercio mundial.

La OMC habrá de revisar sus posiciones e intentar el anhelado acuerdo que todos esperaban desde septiembre del 2003 durante la Ministerial de Cancún, México, que terminó en sonoro fracaso.

En 2005, en Hong Kong se acercaron posiciones. Pero no se llegó a la meta. Los ministros acordaron suprimir 2013 subvenciones a las exportaciones de los productos agrícolas. Y aunque el dato suene espectacular, en ese universo de terminologías técnicas, el esfuerzo resultó insuficiente.

Y como dejó claro el domingo (02.07) Pascal Lamy, titular de la OMC, el tiempo se agotó. Ya no hay espacio para demoras.

Un documento general tendría que firmarse a más tardar a principios del 2007, entre otras razones, para que lo ratifique un Congreso favorable a George W. Bush en Estados Unidos.

Sin embargo, se llegue o no a un acuerdo de la OMC este verano, la realidad del campo suizo ya cambió, el acuerdo final de la OMC sólo habrá de acentuarla.

La Política Agrícola 2011 helvética prevé un presupuesto destinado a la agricultura de 13.538 millones de francos para el periodo 2008-2011, lo que representa una reducción de 554 millones de francos con respecto a los niveles actuales.

Un paso difícil desde el punto de vista humano, pero en palabras del gobierno helvético resulta «indispensable dadas las obligaciones que impone la agenda internacional».

swissinfo, Andrea Ornelas

Los países en desarrollo denuncian que los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) subvencionan a su sector agrícola con el equivalente a 435.000 millones de francos suizos anuales.

Los países desarrollados están comprometidos a exentar de impuestos el 97% de los productos venidos de los países más pobres.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) se ocupa de las normas que rigen el comercio internacional, y su estructura descansa sobre acuerdos firmados por los gobiernos -y ratificados por los Parlamentos- de los 149 países miembros.

Dentro de la OMC, Suiza es considerada proteccionista en materia agrícola –poseedora de férreas barreras arancelarias que complican las importaciones-; y liberal en el ámbito de los servicios.

Las negociaciones actualmente entrampadas en el seno de la OMC iniciaron en Doha en noviembre del 2001 y han hilado una serie de descalabros. El más sonado fue en Cancún, México, en 2004.

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