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Metamorfosis del secreto bancario no ahuyenta fortunas

El sueco Ingwar kamprad, dueño de Ikea, es el hombre más rico de Suiza y este es su hogar en Epalinges, cerca de Lausana. RDB

Aunque la protección de la esfera privada de los clientes extranjeros se debilita desde 2009, el volumen de fortunas que gestionan los bancos suizos no se ha visto socavado. “La banca siempre encontrará cómo salir de apuros”, según un experto.

La primavera de 2009 fue el génesis de una metamorfosis largamente resistida por Suiza.

Una mañana, producto de la presión de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), Suiza despertó en la lista gris de paraísos fiscales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) al lado de Brunei, Malasia o Singapur.

Si Berna quería abandonar ese incómodo listado, debía flexibilizar su secreto bancario.

Ivan Pictet, banquero y presidente de la Fundación Ginebra Plaza Financiera, vaticinó entonces que eliminar la distinción entre fraude y evasión fiscal podía llevar a la banca suiza a contraerse a la mitad.

Tres años después, el secreto bancario se debilita día a día. ¿Han huido realmente las fortunas extranjeras temerosas de la transparencia? Las cifras lo niegan.

Sébastien Guex, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Lausana y estudioso del secreto bancario desde hace dos décadas, esgrime la razón a swissinfo.ch: “Suiza siempre encontrará una estrategia para salir de apuros”.

Fondos no declarados

De acuerdo con la Autoridad Federal de Vigilancia de los Mercados Financieros (FINMA),  Suiza posee la plaza financiera más importante del orbe. Administrar el 27% de las fortunas extranjeras privadas del mundo (datos 2010), lo que la sitúa delante de Gran Bretaña, Hong Kong o Singapur.

Pero sus clientes extranjeros no siempre han declarado los fondos a las autoridades tributarias de sus países respectivos. Y es que en Suiza, a diferencia de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), la evasión simple no es considerada un delito.

El estudio Secreto bancario e imposición’, elaborado por la agencia de corretaje Helvea, considera que la plaza financiera es “envidiada por su reputación” y estima que en 2009 gestionaba fortunas extranjeras por valor de 2,2 billones de francos.

Helvea afirma que la mitad de estos fondos pertenecían a europeos y estima que hasta el 80% de los mismos no están declarados a las autoridades tributarias del Viejo Continente.

Durante los últimos tres años Suiza ha puesto en marcha una serie de medidas para atajar la evasión. Las más destacadas: decenas de convenios para evitar la doble imposición (CDI) bajo reglas de la OECD, la entrega de información bancaria confidencial a Washington,  la firma del Acuerdo UBS con EEUU, y la negociación de los pactos Rubik con Alemania y Gran Bretaña.

Un esfuerzo titánico que, sin embargo, Washington y Bruselas aún consideran insuficiente.

Camino sin retorno

La autoridad supervisora suiza coincide en que Suiza debe dar más. En marzo pasado, Patrick Raaflaub, director de FINMA, pronunció un discurso en el que no hacía concesiones a los bancos.

Reconocía que la plaza financiera helvética ha realizado un esfuerzo importante por eliminar la evasión en los activos que gestiona, pero advirtió que si no resolvía el problema “de una vez por todas”, la banca helvética perdería competitividad.

Tobias Lux, portavoz de FINMA, asegura a swissinfo.ch que el discurso de Raaflaub refleja con claridad la posición de la autoridad: “Existe una tendencia mundial a aumentar el intercambio de información tanto en materia tributaria como de supervisión”.

Lux subraya el mensaje enviado por FINMA a los bancos -un mayor acceso a los datos bancarios- “es inevitable. Algunos pueden lamentarlo, pero esto no cambia en nada el hecho. Para ser fiables, debemos cooperar con otros socios, proveer información y alimentar continuamente el diálogo con otras autoridades supervisoras”.

Consultada por swissinfo.ch, la Asociación Suiza de Banqueros (ASB) declinó hacer comentarios sobre la metamorfosis del último trienio.

Sin embargo, su más reciente toma de posición relativa a la regularización de las cuentas no declaradas de extranjeros, otorgaba su apoyo a dicha política, siempre que se garantice (vía los Acuerdos Rubik) la protección de la esfera privada de los clientes y se rechace el intercambio automático de información entre gobiernos.

Sin secreto bancario

No estoy de acuerdo con el discurso del medio financiero, del Gobierno y de los juristas que aseguran que una brecha en el secreto bancario provocaría una catástrofe; un tsunami que haría partir masivamente capitales (de clientes extranjeros)”, afirma Sébastien Guex.

El experto de la Universidad de Lausana asegura que este argumento carece de validez porque si Suiza estuviera obligada a levantar su secreto bancario, lo estarían también las plazas financieras con las que compite.

“Si revisamos las cifras del banco central, comprobaremos que no hay cambios realmente importantes. Los fondos que dejaron UBS o Credit Suisse en años previos no salieron de Suiza, solo se mudaron de banco”, explica.

Las cifras del Banco Nacional Suiza (BNS) confirman la visión de Guex.

El más reciente Boletín Estadístico del BNS informa que la banca helvética gestionaba activos de extranjeros por 2,23 billones en abril de 2012.  A finales de 2009, eran 2,48 billones.

“Los bancos suizos siempre buscarán la forma de ganar tiempo y salir bien librados. Incluso si en 2 o 3 años se aprobara el intercambio automático de información, aún tendrían la posibilidad de intentar convencer a sus clientes más atractivos, con fortunas de entre 100 y 1.000 millones de francos, de que vengan a instalarse a Suiza”, señala.

No olvidemos que en el interior de Suiza el secreto bancario sigue intacto, recuerda Guex.

¿Cuenta hoy Suiza con una banca más transparente, tras los innegables cambios que ha experimentado la plaza financiera helvética desde 2009?

La respuesta de Sébastien Guex es contundente: “No, lo será solo si la presión internacional se mantiene. De otra forma, un banquero siempre será un banquero”.

1929. Gran depresión. Un número importante de fortunas extranjeras se refugia en Suiza.


1934. El secreto bancario se inscribe en la ley bancaria. Se aplica a fortunas nacionales y extranjeras.
 
1977. Los bancos suizos comienzan a indagar la proveniencia de los fondos que reciben.
 
1998. Suiza adopta una Ley contra el Banqueo de Dinero (tras casos como Mobutu o Abacha).
 
2002. Suiza acepta ayudar a EEUU a rastrear fondos de terroristas sin debilitar el secreto bancario.
 
2004. Suiza pacta con la UE un acuerdo de fiscalidad del ahorro que lucha contra el fraude fiscal y a defiende la confidencialidad de los clientes.
 
2008. Escándalo UBS (evasión auspiciada por el banco suizo entre sus clientes estadounidenses). Inicia un enfrentamiento entre Washington y Berna.

 
2009. Para abandonar la lista gris de paraísos fiscales de la OCDE, Suiza accede a flexibilizar su secreto bancario y firmar al menos una docena de convenios bilaterales de doble imposición (CDI) en los que acepta una mayor colaboración administrativa con otros gobiernos.

Multa a UBS (780 millones de dólares) por promover evasión de impuestos. El banco debe transmitir a Washington información confidencial de 4.450 cuentas de clientes estadounidenses. Berna rescata diplomática y económicamente al UBS.

2010-2011. Suiza negocia y firma acuerdos Rubik con Alemania y Gran Bretaña. Se compromete a retener impuestos por las cuentas de británicos y alemanes, sin revelar sus nombres. Entrada en vigor prevista para 2013, con el previo aval de los Parlamentos respectivos.

2012. Nueva flexibilización. Suiza acepta entregar información administrativa a otros países aunque carezcan del nombre y/o dirección del contribuyente sospechosos. Berna rechaza la presión de Washington y Bruselas para el intercambio automático de información entre gobiernos que derribaría definitivamente el secreto bancario.

En 2008, antes de la crisis y la flexibilización del secreto bancario, la banca suiza administraba fortunas europeas por 862.900 millones de francos. Solo el 16% estaba declarado a las haciendas respectivas, estima Helvea.

Fortunas extranjeras gestionadas en Suiza: Alemania (280.600 millones de francos); Italia (187.100 millones); Francia (94.600 millones), Reino Unido (84.100 millones), España (51.300 millones) y Bélgica (37.000 millones). No existen cifras actualizadas.

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