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La banca extranjera también está bajo presión

HSBC, el mayor banco extranjero que tiene representación en Suiza, opta por la discreción. Keystone

Aunque acaparan menos titulares que sus homólogos suizos, las entidades bancarias foráneas que operan en el país alpino pierden atractivo, como consecuencia de los ataques a la plaza financiera helvética. Su número se reduce.

A la hora de tomar el pulso a la plaza financiera suiza es fundamental incluir a los bancos extranjeros. No suelen ser noticia –o menos que sus homólogos suizos-, excepto cuando algún Estado adquiere CD robados que contienen datos confidenciales.

La Asociación de Bancos Extranjeros en Suiza (ABES) puntualiza que sus miembros son bancos helvéticos, aunque la mayoría están en manos de accionistas extranjeros. Desde un punto de vista jurídico, no son ni filiales ni sucursales de las instituciones foráneas.

Resguardan 860.000 millones

Las poco más de 140 entidades que responden a esta definición han privilegiado operar en Suiza por encima de otras plazas financieras debido a la discreción que la caracteriza, pero también a la elevada calidad de sus servicios y al atractivo entorno reglamentario que posee, coinciden expertos del sector.

A veces insuficientemente considerados, los bancos extranjeros tienen no obstante un gran peso en la plaza financiera helvética, pues concentran el 11,5% de los activos bancarios y generan el 20% del valor agregado del sector.

Antes de la crisis que inició en 2008, administraban activos por un 950.000 millones de francos. En el presente, dichos fondos se han reducido, pero aún suman 860.000 millones de francos.

¿Por qué a menudo se subestima su importancia? Marion Pester, del banco DZ Privatbank Suiza AG, considera que la razón primordial es “la gran heterogeneidad que existe en estas instituciones”. Sus intereses y modelos de negocios varían radicalmente en función de su país de origen.

Falta de atractivo

Sin embargo, una mayor implicación de estos bancos en la plaza financiera helvética sería de gran provecho para el país. “En las negociaciones conducidas por otros países, Suiza podría sacar beneficio de las opiniones y las experiencias que han obtenido estas instituciones en sus países de origen”, sostiene Marion Pester.
 
De acuerdo con la ABES, el año pasado no se formuló ni una sola solicitud para nuevas licencias. Más aún, entre 2011 y 2012 el número de bancos extranjeros que operan en Suiza se redujo de 154 a 145. Cuando una institución de este tipo decide abandonar el país, simplemente devuelve la licencia que le fue concedida.

 
Y muy pocas la vuelven a solicitar posteriormente, lo que evidencia una pérdida de atractivo de Suiza en el presente. Con el debilitamiento del secreto bancario y la eliminación de la distinción que había entre fraude y evasión fiscal, Suiza perdió buena parte de su atractivo, señalan la mayoría de los especialistas.

Una hipótesis que matiza Stephan Fuchs, experto en bancos de Ernst & Young y colaborador del barómetro bancario E & Y. Durante las últimas décadas, los problemas vinculados al secreto bancario han afectado mucho más a los bancos suizos que a los foráneos, explica.  Tradicionalmente, la banca extranjera ha sido mucho más solicitada por empresas que buscan financiación que por los clientes acaudalados del sector privado.

Servicios de punta

Hasta ahora, un defraudador alemán que buscaba evadir al fisco prefería acercarse directamente a los bancos suizos en lugar de los bancos alemanes que operan en Suiza, en los que no confiaba, según Fuchs.

“En contrapartida, un emprendedor alemán que tiene clientes en numerosos países prefiere dirigirse directamente a una filial suiza de su banco principal”.

El experto de Ernst & Young menciona otro revelador ejemplo de la peculiar forma en la que conducen sus actividades algunas entidades bancarias extranjeras en Suiza: “Casi 30 bancos japoneses se han retirado en los últimos años al no haber podido alcanzar sus objetivos de banca de inversión”.

Un banquero que pidió el anonimato afirma que si numerosas instituciones extranjeras han decidido quedarse en territorio helvético, es sobre todo por la excelencia de los servicios que ofrece el país en materia de software bancario y de los sistemas de apoyo al negocio financiero, actividad conocida en el mercado como back office.

Múltiples trabajadores bancarios en el extranjero pueden ser reemplazados por un solo empleado en Suiza que les provee este tipo de servicios.

Stephan Fuchs confirma esta tendencia: “Suiza tiene una larga tradición en materia de banca universal. Y los empleados dedicados al back office poseen una amplia formación debido a que la banca suiza ofrece una paleta de servicios muy diversa. El sistema de aprendizaje bancario coadyuva a dar más precisión a estos servicios”.

Reducción de costos

Cuando las actividades relacionadas con el  back office y las tecnologías de la información son agrupadas y subcontratadas por los bancos en Suiza, las instituciones financieras no obtienen ventajas competitivas, pero sí en términos de costos.

Por ello, Stephan Fuchs estima que el futuro de los bancos suizos reside en la externalización de estas actividades. -Sumado a la ética de trabajo, fiabilidad y precisión de los servicios que ofrecen, esto podría convertir a Suiza en un nuevo lugar estratégico para los bancos que quieren contratar externamente sus servicios informáticos y de back office.

Sin embargo, dado que la gestión de fortunas está ampliamente saturada en Suiza, Fuchs piensa que “otros bancos desaparecerán en los años por venir. Pero es difícil saber ahora si los afectados serán extranjeros o también de origen suizo”.

Los bancos extranjeros han operado durante mucho tiempo en Suiza sin ser prácticamente molestados por los gobiernos de sus respectivos países. Y es que hasta 2009, Suiza no consideraba la evasión fiscal como un delito, a diferencia del fraude fiscal que siempre ha sido penado.

Hoy, las cosas son muy distintas. Una larga lista de medidas han sido tomadas y las presiones de la comunidad internacional contra la plaza financiera suiza es cada vez mayor. Como consecuencia, lo es también la presión que se ejerce sobre los bancos helvéticos y extranjeros en Suiza.

Algunos ejemplos de las medidas tomadas en Europa para atajar la evasión son:

Francia: Aplicación de impuestos a los llamados exiliados fiscales (filiales en Suiza: Crédit Agricole, Société Générale, BNP, etc).

Alemania: Utilización de coordenadas robadas para atrapar evasores (Deutsche Bank, DZ Privatbank, Dresdner –retomado por LGT, etc).

España: Hasta noviembre próximo aplica una amnistía fiscal. Después, sancionará severamente a quienes tengan cuentas opacas en el extranjero (Santander, BBVA, etc).

 

Italia: Controles reforzados en las fronteras, prohibición de realizar transacciones en efectivo más allá de los 1.000 euros, incorporación de Suiza en una lista negra (Banca della Svizzera Italiana, PKB, Banca Popolare di Sondrio, etc).

La creciente competencia que afronta la plaza financiera suiza se manifiesta claramente en Brasil.


Mientras Suiza aguarda vanamente que las instituciones financieras de la región BRIC vengan a establecerse en el país alpino, Credit Suisse ha manifestado su intención de crear 800 empleos en São Paolo, según publicó el Neue Zürcher Zeitung el pasado 13 de julio.

Diversos bancos de inversión, que no son del todo bien vistos en Europa, han decidido repatriar sus actividades en esta megalópolis de 20 millones de habitantes. Wall Street ha decidido también enviar personal a São Paolo.
 
Varias decenas de bancos extranjeros esperan conseguir una licencia o comprar un banco brasileño para entrar a este mercado. Entre ellos se encuentra el Banco Industrial y Comercial de China, que alquiló oficinas en São Paolo antes incluso de tener la licencia de operación.
 
Si los bancos valoran tanto los negocios en Brasil es en razón de la rentabilidad excepcional de este mercado: el llamado spread o diferencia entre las tasas activas y pasivas (créditos y depósitos) ha alcanzado un 35%en Brasil; en Alemania, se sitúa en un 2,7%.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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