El gobierno suizo pedirá que regrese el Foro a Davos
Berna expresó su pesar por la decisión de transferir a Nueva York el encuentro del Foro Económico Mundial.
El ministro de Economía, Pascal Couchepin, manifestó este miércoles su desazón pero añadió que comprendía las inquietudes de los organizadores del WEF y de las autoridades de los Grisones (cantón en donde se ubica Davos), que no pueden asumir solas la responsabilidad de la seguridad del encuentro.
La decisión de mudar a la Urbe de Hierro el tradicional encuentro de Davos habría sido tomada tras los atentados del 11 de septiembre por razones de seguridad, principalmente.
“El gobierno va a hacer todo lo que esté en sus manos para que la manifestación tenga lugar en la estación del Grisón para 2003”.
Los organizadores del encuentro confirmaron el martes por la noche que la reunión del año próximo tendrá lugar en la Urbe de Hierro.
Desde 1971 la famosa estación invernal suiza acoge a todos los ricos y poderosos del planeta. El traslado podrá entonces hacer daño. Primero que nada, para la localidad que cada año registraba llenos totales en sus hoteles y restaurantes merced a la celebración del WEF.
El evento no sólo tiene ventajas económicas -a pesar de los gastos en seguridad, que se han disparado en forma extraordinaria al pasar de 200.000 francos en 1997, a cerca de 9 millones el invierno pasado-, sino que ha permitido a Davos una gran notoriedad.
Además, esa cita anual ha servido al conjunto del país como plataforma promocional. “En Davos, las empresas suizas tienen la posibilidad de posicionarse internacionalmente y establecer nuevos contactos económicos”, destaca el informe Arbenz, publicado a finales de septiembre por el cantón de los Grisones, con el objetivo de hacer un balance sobre el WEF.
Un verdadero maratón diplomático
También sobre el plano diplomático el foro ha servido a Suiza, Cada año, el gobierno suizo instrumentaba en Davos un verdadero maratón diplomático.
“Ningún otro acontecimiento permite a Suiza ofrecerse una semejante presencia internacional ni otorga al gobierno helvético la oportunidad de establecer tantos contactos con jefes de Estado y de Gobierno extranjeros y con líderes de la economía privada”, manifestaba Berna en enero pasado.
La cumbre de Davos, a la que hay que renunciar, no carecía de importancia. De ahí la decepción externada, en particular por los partidos de derecha. Sólo los socialistas reaccionaron positivamente. El portavoz del partido observó en la decisión “un signo de solidaridad con Nueva York”.
Los radicales, contrariamente, destacaron la negativa señal que esa disposición lanza al exterior. Una medida en detrimento de la imagen de Suiza, de acuerdo con André Kudelski, dirigente del grupo tecnológico del mismo nombre y asistente habitual al foro.
“Es un nuevo golpe contra Suiza. El caso de Davos se produce en un contexto en el que el país sufre una serie de reveses” admite el industrial de Cheseaux. El asunto del Foro viene entonces a sumarse al de Swissair, particularmente.
La lección que, en forma de crítica, saca André Kudelski: “Hemos visto que el mundo político ha actuado frecuentemente en lugar de tratar de anticipar lo que podría suceder. En un momento dado un gobierno debe decidir: este es el resultado al que debemos llegar” y darse los medios para alcanzarlo.
Queda la pregunta que todo el mundo se hace: luego de Nueva York, la reunión anual del WEF regresará a Davos? “Soy incapaz de responder, admite André Kudelski, pero si regresa, no lo hará solo, su retorno exigirá un esfuerzo importante, la voluntad de asumir la responsabilidad de organizar las cosas de manera conveniente”.
Pierre Gobet, Zúrich.
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