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La plaza financiera suiza, con los nervios de punta

Oscuros nubarrones ensombrecen el horizonte del UBS. Keystone

La crisis del UBS pone a girar a financieros y políticos. Los bancos helvéticos advierten que una quiebra sería devastadora para el sistema.

El gobierno acepta que sus ingresos fiscales se verán mermados por esta causa y el Partido Socialista exige que Ospel devuelva parte del estratosférico salario que cobró por años.

El descalabro del UBS, con pérdidas de más de 24.000 millones de francos suizos en sólo seis meses, sumado a la renuncia de su presidente, Marcel Ospel, marcaron contundentemente la semana económica suiza.

Los bancos vecinos revisan sus balances contables en busca de sorpresas escondidas, mientras la Confederación Helvética observa cómo se desvanecen sus previsiones de ingresos públicos para el 2008 debido a la debilidad del banco número uno de Suiza.

Aunque implacable, Daniel Zuberbüher, director general de la Comisión Federal de Bancos (CFB) realizó una de las reflexiones más certeras de estos días:

“Guste o no, debemos aceptar que ésta no será la última vez que la banca de inversión caerá, víctima de algún exceso o de los ataques especulativos”.

“Es ilusorio pensar que con las medidas que tomen los bancos y las autoridades, por enérgicas que sean, resultará suficiente para prevenir futuras crisis financieras”, declaró ante los medios de comunicación.
Como cada primavera, Zuberbüher presentaba el 1 de abril su lnforme Anual de Actividades, la edición 2007, pero las inquietudes de los medios se desviaron hacia los denominados ‘subprime’ y la avalancha que han provocado.

Más fondos propios

La banca suiza vivió un buen 2007, pero con un cierre difícil, estimó la CFB.

Los riesgos que ya están identificados pueden ser evitados en el futuro, pero siempre habrá nuevas personas, visiones, formas de hacer negocios y errores que tejerán trampas inéditas para todos, explicó Zuberbüher.

Desde su perspectiva, la quiebra de cualquiera de los dos gigantes bancarios suizos –UBS y Credit Suisse– sería devastadora para la plaza financiera helvética, por lo que se evitará a toda costa.

Una de las grandes lecciones que deja la presente experiencia es la necesidad de dotar de más fondos propios a las instituciones. De hecho, por encima de lo que fijan los requerimientos internacionales obligatorios.

No se trata de modificar las leyes actuales, o no en lo inmediato, sino de integrar prácticas prudenciales más contundentes. Y aumentar la capitalización es una de ellas, concluyó el director general de la CFB.

La Confederación pierde

Los créditos hipotecarios ‘subprime’ se han convertido en un imán de los números rojos para las instituciones financieras de todo el mundo.

Ese cúmulo de hipotecas que la banca estadounidense concedió entre 2002 y 2004 a deudores que carecían de solvencia y que, al subir los tipos de interés en 2005, provocó un nivel de impago que desmoronó instituciones en aquel país y contagió a los vecinos.

Este efecto dominó se debe a que, antes de la crisis, dichos créditos hipotecarios fueron ’empaquetados’ y vendidos por sus bancos titulares a otros bancos del mundo como instrumentos de inversión de alta rentabilidad. Un castillo de naipes que involucró a muchos países.

La Confederación Helvética también perderá en esta historia.
El pasado 2 de abril, el ministro de las Finanzas, Hans-Rudolf Merz, confirmó que las nuevas pérdidas del UBS –12.000 millones de francos suizos entre enero y marzo de 2008-, supondrán para el gobierno helvético una merma en sus ingresos públicos de más de 1.000 millones de francos.

Estimó que es prematuro hablar de ‘recortes’ al gasto de la Confederación en 2008. Por el momento, sólo algunos departamentos y ministerios van “a apretarse un poco el cinturón ante la baja de ingresos”, declaró Merz.

Contrario a la opinión de la Comisión Federal de los Bancos, el Ministerio de Finanzas considera que, pese a los reveses sufridos por el UBS y el Credit Suisse, “la plaza financiera helvética mantiene la confianza de siempre por parte de los inversionistas”.

Merz aceptó también que debe mejorarse la gestión de riesgos y la política de crédito en los bancos.

Que pague Ospel

Marcel Ospel, el presidente saliente del UBS, era el ejecutivo mejor pagado de toda Suiza. Con un sueldo de 26,6 millones de francos suizos anuales rompió todo parangón salarial dentro del país. Desató controversias y marcó un récord histórico. Su era terminó.

Generó ganancias de decenas de millones de francos suizos a los accionistas del UBS, pero ahora es también el gran artífice de las pérdidas. Así que su salida, que ha desatado toda clase de opiniones favorables y desfavorables, trascendió a la palestra política.

El Partido Socialista suizo lanzó el pasado jueves (03.04) tres exigencias con respecto a la crisis del UBS:

El Consejo Federal (gobierno) debe convocar a una reunión urgente entre partidos, la Comisión Federal de Bancos (CFB) y el Banco Nacional Suizo (BNS) para hablar sobre este asunto y los caminos viables para dejar atrás la crisis.

Hay que devolver credibilidad a la supervisión de los mercados financieros, lo que implicaría que el antiguo director del UBS, Eugen Haltiner, abandone la presidencia de la CFB.

En tercer lugar, Marcel Ospel debe devolver los “excesivos honorarios” que ha cobrado durante los últimos años dentro del UBS.

Como referencia, dada la magnitud que perfilan los efectos de los ‘subprime’ hasta marzo del 2008, las pérdidas se acercan al equivalente del gasto de un año entero de la Confederación Helvética.

swissinfo, Andrea Ornelas

El UBS surgió en 1997 de la fusión entre la Unión de Bancos Suizos y la Sociedad de Bancos Suizos, y actualmente es la institución crédito líder de la plaza financiera helvética.

La banca estadounidense es la meca de la crisis de los ‘subprime’, créditos hipotecarios convertidos en instrumentos de inversión que el UBS compró a gran escala por la promesa de rendimiento extraordinario que implicaban.

El UBS concentra 27% de la actividad bancaria de Suiza.

Emplea a 23.000 personas

Cuenta entre su clientela a 130.000 PYME.

Esta semana, el Ministerio suizo de Economía anunció su política de crecimiento económico para el periodo 2008-2011. El objetivo es crecer arriba del 5% anual de forma sostenida y su estrategia se basará en tres principios:

Reducir costos. Instrumentar medidas que permitan reforzar la competencia entre las empresas nacionales y faciliten la importación de productos, para promover con ello un ajuste a la baja de los precios suizos.

Aumentar el atractivo de la economía. Facilitar el acceso de la inversión extranjera, infraestructura de primer orden y un clima fiscal y jurídico que facilite el establecimiento de nuevas empresas.

Revalorizar la actividad profesional en Suiza. Utilizar mejor el potencial de la mano de obra nacional y foránea, y facilitar la formación continua de los trabajadores.

La Oficina de Comunicación sobre el Lavado de Dinero de Suiza anunció que el año pasado registró un total de 795 avisos de operaciones sospechosas, un 28,4% más que en 2006.

Dicha oficina fue creada en 1998 para detectar todo tipo de gestiones susceptibles de encubrimiento de blanqueo de capitales, engaños premeditados a los usuarios del sistema bancario y financiamiento del terrorismo.

El repunte en las operaciones se debe, sobre todo, a que durante los últimos dos años ha aumentado el flujo de información de los bancos hacia la citada oficina (37%), lo que incrementa su capacidad de alerta.

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