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Ginebra, nueva capital para el perfume

Givaudan, líder mundial en producción de esencias, se estableció en Ginebra hace más de 120 años Keystone

El segundo polo económico de Suiza ha conseguido desplazar a su terreno parte de las operaciones de los grupos empresariales que marcan la pauta en materia de aromas en el mundo.

Estabilidad política, ubicación estratégica y una política tributaria favorable, las claves.

En el siglo XVIII, pensar en perfumes era remitirse de forma obligada a la vecina Francia. Y concretamente, a la espectacular y soleada ciudad de Grasse, en la Costa Azul.

La razón: sus tierras pobladas de rosas, jazmines, lirios y mimosas se tradujeron, gracias al ingenio humano, en esencias que orquestaron un concierto natural de aromas.

Para el siglo XIX, la naciente perfumería estaba ligada siempre a la química. Y, simbólicamente, la capital del perfume se mudaba de la Costa Azul hacia la enigmática París, en donde comenzaron a establecerse las primeras firmas importantes.

En el siglo XX se consolidaron sus nombres: Givaudan-Roure, Robertet o Fragonard, entre otros. Y fragancias míticas como el Chanel número 5 o Anaïs-Anaïs, entre decenas, han ido marcando la memoria de generaciones enteras.

Pero en economía, todo es evolución. Así que, de forma discreta, pero constante, la capital de la perfumería mundial decidió cambiar de sede una vez más en el siglo XXI, esta vez para ubicarse en Ginebra, la ciudad suiza que actualmente concentra la mayor parte de la gestión de los gigantes de la industria del perfume a escala mundial.

Las grandes firmas

¿Quiénes operan hoy desde Suiza? Prácticamente todos los gigantes de la perfumería mundial han descentralizado parte de sus operaciones hacia Ginebra.

Grupos como Givaudan o Firmenich, número uno y número tres del mundo en producción de esencias, se establecieron en Suiza de hecho desde hace más de 120 años.

En etapas mucho más recientes por ejemplo, P&G emplea a unas 300 personas en Ginebra y a 1.500 en el Viejo Continente. En tanto, la francesa Clarins, propietaria de perfumes como Thierry Mugler, Azzaro, Hermes o Salvatore Ferragamo, opera desde Ginebra con 125 trabajadores.

Por su parte, la firma LCI Cosmetics internacional, que distribuye fragancias como Calvin Klein, Cerruti, Chloé, Karl Lagerfeld y Vera Wang, tiene un equipo de apoyo de 65 empleados en Ginebra.

Y la sociedad Wodma 41, que distribuye Shiseido, Issey Miyake, Jean-Paul Gaultier, Narciso Rodríguez y Serge Lutens, actualmente posee una estructura de 30 empleados.

Adicionalmente, los gigantes de toda la vida, como Firmenich tiene 1.500 personas trabajando en Suiza. ¿Por qué elegir Ginebra en lugar de cualquier otra capital europea?

Vocación química

Suiza ha ganado terreno en la escena perfumera mundial por una serie de razones objetivas.

La primera es de orden histórico y se debe a la solidez de una industria química-farmacéutica que nació desde el siglo XIX, y que ha sido fundamental para que los aromas regalados al hombre por la naturaleza se transformen en lo que son hoy.

En este proceso, Daniel Frey tiene un sitio de honor, al fundar en 1894 la primera compañía químico-farmacéutica helvética. Detrás de él, llegaron nombres como Louis Durand o Etienne Marnas, curiosamente, también de origen francés como en el caso de la historia mundial del perfume.

Un par de jóvenes emprendedores que en 1859 establecieron su Industria Chemische en Basilea, un proyecto dedicado primero a producir tinturas sintéticas y también fragancias sencillas.

Hoy, la Sociedad Química y Farmacéutica de Suiza (SQFS) se autodescribe como un “sector de las especialidades”, que van desde los fármacos, la química fina y las vitaminas, hasta la elaboración de sustancias odoríferas y aromáticas.

Estabilidad política y lengua

Dos razones más que han hecho que las grandes empresas del perfume a escala mundial hayan ido mudando sus operaciones y matrices a Ginebra están ligadas a la lengua.

Al ser francófona, Ginebra facilita la realización de negocios y la migración del negocio desde Francia.

Los directivos y empleados pueden trabajar conjuntamente sin la pérdida de tiempo y la inversión de recursos que exigen las interpretaciones y traducciones que serían obligatorias en caso de haber mudado sus operaciones a otros países vecinos de la Unión Europea (UE).

Adicionalmente, Suiza es un mercado que ofrece un plus adicional en términos políticos: su estabilidad. Se trata de una nación en la que el entorno político es permanentemente estable.

Suiza posee una política de respecto y no intervención hacia las decisiones de otros gobiernos, que le ha permitido mantenerse al margen de los conflictos armados más importantes de Europa en el siglo XX, lo que representa un valor agregado extra para las empresas, que saben que sus operaciones no se verán afectadas por la inestabilidad que generan las crisis políticas que muchas naciones viven de forma cotidiana.

Beneficios fiscales

Y finalmente, el cuarto argumento, tan o más relevante que todos los anteriores juntos dentro del ámbito económico, es la generosa política tributaria con la que Ginebra recibe a las empresas extranjeras.

Concretamente en 2006, todo grupo que se establezca en esta región de Suiza y genere más de 80% de sus utilidades fuera de territorio helvético, justo el caso de la mayor parte de las empresas perfumeras, paga en impuestos el equivalente a la mitad de lo que tendría que tributar una gran empresa en cualquier otro país de la Unión Europea (UE), salvo el caso de Irlanda, que también posee una política impositiva muy atractiva.

En consecuencia, resulta un atractivo irrefutable para desplazar operaciones hasta esta región. Así, desde Francia, un sector tradicionalmente extranjero opera cada vez más dentro de Suiza.

Y en contrapartida, los gobiernos de la ciudad y del cantón de Ginebra se benefician de la presencia de las multinacionales que permiten la manutención de unos 2.100 empleos anuales fijos, e ingresos tributarios a gran escala.

Una sinergia que más de un sector habrá de evaluar en los cuatro años por venir dentro un mercado globalizado en el que sólo sobreviven los más grandes.

swissinfo, Andrea Ornelas

Ginebra está ubicada en el extremo occidental de Suiza, a las orillas del lago Leman –el más importante de Europa Occidental. Es la capital del cantón que lleva el mismo nombre y la principal ciudad francófona del país.

El nombre de Ginebra aparece por primera vez en los textos de Julio César, en la Guerra de las Galias. Lo hace en latín, ‘Genua’, que significa ‘ángulo’, debido a su posición geográfica.

Económicamente es, junto con Zúrich, una de las ciudades más importantes. Algunas de las empresas –de todo tipo de sector- que operan en Ginebra son ABN-Amro Bank, Bank of America, Energizer, Gillette, Givaudan, Hewlett Packard, KPMG, Oracle, Procter & Gamble, Virgin.

El cantón de Ginebra tiene 414.300 habitantes.

A escala mundial, cada año se producen 67.000 litros de perfume.

Unos 12,7 millones de litros de agua de colonia son consumidos a escala internacional.

Un 25% de ambas producciones se genera desde Suiza.

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