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Cómo se promovió la disgregación familiar de la población romaní en Suiza, Escocia y Noruega

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Un grupo de menores jugando en un puesto de estacionamiento en Nidau, cerca de la ciudad suiza de Biena, en 1954. KEYSTONE/Walter Studer

En el siglo XX se adoptaron a la fuerza los descendientes menores de las familias yeniches en Suiza con el objetivo de destruir el modo de vivir de esta minoría. Prácticas similares existieron en Noruega y Escocia, donde autoridades y organizaciones caritativas actuaron durante décadas contra este grupo de personas para acabar con la itinerancia como estilo de vida.

Entre 1926 y 1973, organizaciones caritativas y autoridades estatales en Suiza disgregaron a yeniches menores de edad de sus familias. A finales de febrero, el Consejo Federal (gobierno nacional) reconoció esta injusticia como crimen contra la humanidad.

Sin embargo, Suiza no fue el único país en la Europa del siglo XX que persiguió el objetivo de erradicar la itinerancia como estilo de vida.

Si bien es verdad que los prejuicios antigitanos prevalecieron en todos los Estados y que en muchos países se cometieron crímenes sistemáticos contra esta minoría, también lo es que las prácticas discriminatorias fueron muy similares en Escocia, Noruega y Suiza.

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En los tres países, las organizaciones de caridad perseguían durante décadas el objetivo de erradicar el estilo de vida itinerante a través de la sustracción de menores de edad romaníes de sus familias. Este modo de proceder se justificó bajo el pretexto de la asistencia social y se llevó a cabo con el apoyo del Estado. 

A Elizabeth Connelly le quitaron sus tres hijas

Un día del año 1910, en las afueras de la ciudad escocesa de Perth, Elizabeth Connelly se encontraba sola con sus tres hijas en una tienda de campaña familiar, cuando de repente apareció un «hombre cruel», quien ordenó el desalojo inmediato de la madre y sus hijas. Este hombre era un inspector de la asociación escocesa Para la Protección frente a los Actos de Crueldad contra la Infancia (For the Protection of Cruelty to Children).

Luego, en el despacho del inspector, Connelly tuvo que firmar un documento sin saber leer. La mujer, que llevaba una vida itinerante, no sabía que con su firma estaba consintiendo el traspaso de la custodia de sus tres hijas. Gracie, Mary y Margeret, que tenían entre seis y diez años, fueron trasladadas a una residencia infantil. Más tarde las obligaron a embarcarse para Canadá, donde tuvieron que trabajar como criadas domésticas. A su madre no la volverían a ver nunca más.

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Gracie, Mary y Margaret fueron separadas de su madre en Escocia en 1910. Lynne Tammi-Connelly

Arne Paulsrud desconocía sus orígenes familiares

En 1944, en la pequeña ciudad noruega de Tollnes, el romaní Arne Paulsrud tenía siete años cuando las autoridades le privaron de su madre para colocarlo en una residencia infantil. En el orfanato, los cuidadores le contaron que su madre era «incapaz» y que no debía tener hijos. Después, se les prohibió a los dos que siguieran manteniendo contacto.

No fue hasta después del fallecimiento de su madre cuando Arne Paulsrud, ya una persona adulta, se enteró de que tenía orígenes romaníes. La madre se lo había ocultado por miedo a las autoridades. También a la madre la habían separado de sus progenitores para colocarla en una familia adoptiva.

Ursula Kollegger fue llevada por la policía siendo aún bebé

En 1952, en la aldea de Rüti, en Suiza, la policía se llevó a Ursula Kollegger, entonces un bebé de solo seis meses, para colocarla en una residencia infantil. Debía vivir separada de su madre y ser educada para vivir una «vida sedentaria», se justificaba la autoridad.

Durante su infancia y adolescencia, la niña yeniche fue cambiando de residencia una y otra vez. Cualquier contacto con la madre estaba prohibido.

En Europa viven 12 millones de romaníes, con lo cual representan la minoría étnica más numerosa del continente. El pueblo gitano es un grupo muy heterogéneo, pero unido por una lengua común: el romaní. La gran mayoría de las personas romaníes no llevan una vida itinerante, aunque siempre fueron vistas como un “pueblo errante” por la población mayoritaria. Esta visión errónea es el resultado de una larga historia de persecución.

Por su parte, el término sinti hace referencia a un grupo étnico romaní que vive desde hace siglos en Europa occidental y central. Se trata de una designación especialmente extendida en Alemania para referirse a este grupo. En Noruega, donde esta minoría está arraigada también desde el siglo XVI, las personas romaníes suelen llamarse “tater” o “romani”, con lo que tratan de diferenciarse de aquellos gitanos y aquellas gitanas que habían emigrado al país nórdico desde los territorios de la actual Rumanía tras la abolición de la esclavitud en 1856.

“Traveller” y yeniche

Por su parte, los “traveller” de Escocia e Irlanda suelen utilizar los nombres “nawken” y “mincéirí” para referirse a ellos mismos. Se trata de un grupo étnico que habla su propio idioma y que no tiene parentesco con la población romaní. No obstante, la población mayoritaria también los consideraba como “itinerantes”. De hecho, se les atribuían los mismos estereotipos antigitanos; además, como grupo sufrieron la misma discriminación.

En el caso de los yeniches ocurre lo mismo. Este pueblo, que vive principalmente en Suiza, aunque también en los países vecinos de Francia y Alemania, tiene su propia lengua.

Las historias de Elizabeth Connelly, Arne Paulsrud y Ursula Kolleger son muy parecidas, a pesar de los miles de kilómetros y los muchos años que los separan.

Esto no es ninguna casualidad. En el norte, el centro y el sur de Europa, las prácticas profundamente represivas desplegadas contra este grupo, al que se calificó peyorativamente de “cíngaros” o “vagabundos”, tiene una larga historia, que se remonta al menos hasta el siglo XVI.

Se les prohibía asentarse o adquirir la ciudadanía; se les denegaba la entrada en el país; también fueron expulsados bajo la amenaza de penas severas, o fueron desplazados de un Estado a otro.

Nuestro artículo sobre la historia de la persecución de romaníes y sinti en Suiza:

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foto de una mujer de frente y de lado con sus huellas dactilares

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Suiza levantó un muro contra los romaníes

Este contenido fue publicado en La historia de los sinti y romaníes en Suiza es una crónica de acordonamientos y encarcelamientos, desde los comienzos en la Edad Media.

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A partir de finales del siglo XIX, la policía empezó a recoger los datos personales de estos grupos minoritarios en «registros gitanos» específicos. Esta información fue luego utilizada por los nacionalsocialistas durante la Segunda Guerra Mundial para cometer el genocidio contra los pueblos romaní, sinti y yeniche.

Un decreto de la emperatriz María Teresa de Austria

Pero el aniquilamiento de un grupo étnico empieza mucho antes de los asesinatos. En 1773, la emperatriz María Teresa de Habsburgo decretó por ley que se debían separar de sus familias a los menores romaníes a partir de la edad de cuatro años para que fuesen acogidos en hogares extrafamiliares. Hoy no se sabe con certeza si se cumplieron estas leyes de forma consecuente. Pero con su ley, la emperatriz austríaca llevó por primera vez a efecto unas ideas que en el siglo XX se convertirían en una práctica extendida en países como Suiza.

En Suiza, la organización Pro Juventute persiguió, a partir del año 1926, el objetivo de sustraer a los menores yeniches de sus familias para «reconducirlos a una vida sedentaria» y combatir así el «mal de la vagancia». Hasta 1973 separaron a 600 menores de sus familias. Al lado de Pro Juventute colaboraron en estas actividades las autoridades estatales y las organizaciones eclesiásticas. Hoy se calcula que la cifra total de afectados asciende a unos dos mil individuos.

En Noruega, la organización Misión entre los Apátridas (Norsk misjon blant hjemløse) se fundó ya en 1897 con el propósito de combatir el «estilo de vida vagabundo» de los romaníes nórdicos, también llamados “tater”.

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Lillan Støen es secretaria de Taternes Landsforening, la mayor organización paraguas de los gitanos noruegos. Foto cedida por cortesía

En declaraciones a SWI swissinfo.ch, Lillan Støen, secretaria de Taternes Landsforening, la principal organización central de la población romaní noruega, expuso que la «misión separó un tercio de los niños tater de sus familias para colocarlos en hogares infantiles o entregarlos a padres de acogida». Entre 1.500 y 2.000 menores fueron separados de sus progenitores por esta organización durante un período de nueve décadas (1900-1989).

Reeducación en Svanviken

Además, la Misión fundó en 1908 la colonia de trabajo Svanviken, donde las personas romaníes adultas debían ser reeducadas para una «vida sedentaria». Debían acatar reglas estrictas, cumplir los horarios y permanecer al menos durante cinco años en la colonia. «A los que no se sometían, se les amenazaba con quitarles los hijos», recalca Støen.

Programas de asimilación parecidos también se dirigían contra los “traveller” en Escocia. En 1908, el Parlamento británico aprobó el ‘Children Act’. Esta ley dio el permiso a las organizaciones caritativas para quitarles los hijos y las hijas a las familias de los traveller si no los mandaban a la escuela al menos durante 250 días al año. En los años sucesivos, la Sociedad Escocesa para la Protección frente a los Actos de Crueldad contra la Infancia (Scottish Society for the Protection of Cruelty to Children) desarrolló una práctica similar a la de Pro Juventute en Suiza y Misión entre los Apátridas en Noruega.

Niñas, como las tres hijas de Elizabeth Connelly, fueron arrebatadas de sus progenitores y, en parte, también desplazadas a países en ultramar. «Fue más barato hacerlas trabajar como criadas en las antiguas colonias que mandarlas a una escuela en Escocia», explica a SWI swissinfo.ch Dr. Lynne Tammi-Connelly.

Desde hace muchos años, la bisnieta de Elizabeth Connelly lucha para esclarecer este capítulo oscuro de la historia de su país. Hoy es una de las activistas traveller más notorias de Escocia.

Preceptos racistas

Detrás de estas políticas se escondía una ideología vinculada a preceptos racistas y eugenésicos. El psiquiatra grisón Johann Joseph Jörger, por ejemplo, que ejercía a partir del año 1905, consideraba que la «vagancia» era equiparable a las «enfermedades hereditarias peligrosas». Para sus teorías, Jörger elaboró listas de apellidos y genealogías de familias yeniches, para las cuales Pro Juventute suministraba los datos.

En Noruega, sobre todo en la colonia de Svanviken, las mujeres romaníes fueron apremiadas y obligadas a que se dejaran practicar esterilizaciones porque se creía que el «estilo de vida vagabundo» era hereditario.

Y en Escocia invitaron, en 1938, al eugenista alemán nazi Wolfgang Abel para que realizara allí sus «estudios raciales» somatológicos con los traveller.

El hecho de que los nacionalsocialistas mataran a casi 500.000 romaníes y sinti durante la Segunda Guerra Mundial no cambió nada en la relación de las sociedades mayoritarias con las culturas consagradas a una vida itinerante.

¿Cómo acabó la política de persecución?

Después de 1945, en muchos Estados comunistas de la Europa del Este, por ejemplo, en Polonia o Checoslovaquia, se les obligó a las personas romaníes a vivir en guetos nuevamente instalados, bajo la amenaza de detención o sustracción de sus descendientes menores si no lo hacían.

Asimismo, a partir de 1966 se esterilizaron en Checoslovaquia a las mujeres romaníes sin su consentimiento o incluso a la fuerza, una práctica que continuó hasta los años 2000. Además, en muchos países las autoridades restringieron las posibilidades para desplazarse en caravanas. Se cerraron puestos de estacionamiento y de tránsito y se siguió adelante con la asimilación cultural de esta minoría.

En Suiza, la sustracción de menores continuó hasta 1973. En Escocia, los traveller fueron obligados a establecerse en poblados decaídos entre 1940 y 1980. Y en Noruega, la colonia de Svanviken siguió operando hasta 1988.

En estos países, las protestas públicas contra este tipo de prácticas discriminatorias empezaron a surgir en los años 1970 tras la publicación de investigaciones periodísticasEnlace externo y documentalesEnlace externo. Pero sobre todo empezaron a organizarse políticamente las minorías romaníes, sinti y yeniches para luchar por sus derechos.

Sin embargo, el reconocimiento oficial de las injusticias perpetradas contra estas minorías aún tardaría varias décadas en llegar.

Editado por Benjamin von Wyl. Adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela / CW.

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