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Inauguración de la embajada helvética en Berlín

La nueva representación diplomática suiza en Berlín. Keystone

El presidente de la Confederación Helvética, Moritz Leuenberger, en un acto solemne al que asistieron autoridades gubernamentales alemanas, representantes diplomáticos e invitados especiales, inauguró este viernes la nueva sede diplomática de Suiza en la capital germana.

La representación y residencia del embajador suizo en la capital alemana ocupa un histórico edificio restaurado que data de 1870, el único que sobrevivió a los avatares de la Segunda Guerra Mundial, situado en el centro del poder: frente a la nueva sede de la cancillería alemana y en línea diagonal con el Parlamento Federal (Reichstag).

El palacio de estilo clasicista italiano pudo ser visitado ahora por primera vez en la historia por la población de Berlín, en un día de puertas abiertas organizado especialmente por la embajada helvética con motivo de la inauguración.

El gobierno suizo construyó adosado al histórico edificio un ala de arquitectura modernista en la que están alojadas algunas de las oficinas de la representación diplomática.

El proyecto total, ejecutado por el estudio de arquitectos Diener & Diener de Basilea, demandó una inversión de 22 millones de francos suizos al Estado helvético.

La fachada oeste del palacio ha sido cubierta con una monumental escultura de hormigón de 13 metros de altura del artista suizo Helmut Federle, que forma parte de la arquitectura del edificio y es al mismo tiempo una instalación artística abstracta sobre el tema de las relaciones y las proporciones entre el fondo y la figura.

“La naturalidad de la buena vecindad entre Suiza y Alemania debe tener vigencia también para Europa y todos los continentes”, dijo el presidente suizo, Moritz Leuenberger en el discurso pronunciado durante el acto oficial, en presencia del ministro alemán del Interior Otto Schily, en representación del canciller Gerhard Schroeder.

“Un estado sobrevive solamente si puede alcanzar la paz interna y la justicia social”, agregó el jefe del Consejo Federal suizo. “Lo mismo es válido entre los Estados vecinos y la comunidad internacional; y es válido forzosamente para toda la Tierra. Ya que en tiempos de la globalización la discordia en algún lugar del mundo es también nuestra discordia”.

“Por eso, nuestra vecindad no va a ser simplemente estar uno junto al otro, sino vivir activamente juntos para una Europa y para un mundo de buena vecindad.”, concluyó Leuenberger.

El canciller Schroeder, quien acaba de mudarse a la nueva sede de gobierno, donde también reside, no ha podido asistir a la inauguración por tener que atender compromisos oficiales en París.

Pero ha prometido al embajador suizo Thomas Borer-Fielding visitar la representación próximamente, durante un encuentro privado “entre buenos vecinos”.

Mantener excelentes relaciones con la cancillería alemana es para el embajador Borer de gran importancia. Como país neutral, que no pertenece ni a la Unión Europea ni a las Naciones Unidas, Suiza corre siempre el riesgo de esfumarse de la mira de Alemania.

“Intento siempre con medios modernos de relaciones públicas transmitir la imagen de una Suiza moderna y abierta”, afirmó Borer en una entrevista con swissinfo.

Por eso, el diplomático procura estar siempre en reuniones sociales, entablar contactos con personalidades importantes de la vida política, económica y cultural de Alemania. Y lo hace con acierto, coinciden unánimemente los observadores locales.

Prácticamente no hay día en la representación diplomática suiza en que no haya un invitado a almorzar o cenar con el embajador para hablar con profundidad de asuntos sobre los que en otras oportunidades no hay tiempo para hacerlo.

La ciudad de Basilea presentó con motivo de la inauguración de la embajada suiza un nuevo tranvía de alta tecnología, pintado con el clásico color verde de los transportes de esa ciudad helvética.

El vehículo fue bautizado por la esposa del embajador, Shawne Fielding-Borer, y durante una semana circulará gratuitamente por el centro de la capital alemana.

El acto oficial de apertura de la embajada tuvo como marco un gran espectáculo cultural con actores, bailarines, músicos y artistas plásticos que sorprendieron a los visitantes a lo largo de su recorrido por las salas del edificio.

A través de pequeñas instalaciones y representaciones, en parte improvisadas, los artistas hicieron referencia de forma asociativa a la historia, la función y la topografía del histórico palacio, con comentarios, observaciones y notas explicativas que movieron a reflexionar, entretener, preguntar y reír a los visitantes.

Ha sido una fiesta que superó en brillo a la del Día Nacional de Suiza, celebrada con gran boato por primera vez en Berlín el 1 de agosto de 2000, y que preludia el gigantesco espectáculo que organizará la embajada suiza el 1 de agosto de este año para festejar los 710 años de la Confederación Helvética, cuyos preparativos ya están en marcha.

Juan Carlos Tellechea, Berlín

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