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Leuenberger, por un impuesto a emisiones nocivas

Moritz Leuenberger subraya que el gobierno debe actuar contra el calentamiento global. Keystone

El Ministro suizo del Medio Ambiente, Moritz Leuenberger, se pronunció por ampliar los impuestos de los combustibles a los carburantes y otros gases con efecto invernadero a partir de 2012.

La medida buscaría reducir en un 1.5% anual las emisiones tras el vencimiento de la primera fase del Protocolo de Kyoto. Diversas organizaciones ambientales y comerciales criticaron el costo y la eficacia del plan.

Al presentar este jueves, en Berna, las posibles directrices de una futura política sobre el clima, Leuenberger aludió a las consecuencias económicas y ecológicas para Suiza del cambio climático.

Según estudios del Ministerio del Medio Ambiente, el previsto incremento de tres grados Celsius en la temperatura global costará mil millones de francos (820 millones de dólares) en cuanto a la calidad de vida – una cifra que aumentará rápidamente en la segunda mitad del siglo.

Leuenberger dijo que de tomarse las medidas adecuadas, un aumento de dos grados en las temperaturas globales hacia 2050 tendría las consecuencias financieras relativamente moderadas de 500 millones de francos.

Dos caminos

El informe sobre el clima del Ministerio de Medio Ambiente, que el gobierno someterá a discusión este año, plantea dos maneras de lograr ese objetivo: un impuesto al bióxido de carbono (CO2) y una regulación técnica.

Un posible impuesto, según Leuenberger, sería de un máximo de 200 francos por tonelada de CO2 o equivalente.

Un 90 o 95% del dinero recaudado sería devuelto a la población o a la economía. El resto podría ser usado para adoptar medidas relacionadas con el clima como prevención de inundaciones o construcción de edificios respetuosos del medio ambiente.

El segundo plan concierne la regulación técnica. Esto requeriría una gran inversión para mejorar la eficacia de la energía, promover nuevas tecnologías, incrementar la confianza en el transporte público y la creación de urbanizaciones más densas y compactas con códigos de construcción más estrictos.

Leuenberger se dijo en favor de la primera estrategia, con el argumento de que las fuerzas de mercado asumirán y concederán a los consumidores una mayor flexibilidad. El titular del Medio Ambiente dijo que “un ajuste drástico” sería necesario para alcanzar las mismas reducciones vía la regulación técnica.

Críticas

El Partido Verde, que hace campaña en vista de las elecciones federales de octubre con el tema ambiental, dijo que los comentarios de Leuenberger demostraban que “la clase política suiza no toma en serio la protección climática a pesar de las promesas electorales e ignora las preocupaciones del público”.

Dijo que el objetivo del gobierno de reducir en 1.5% las emisiones cada año era “una burla” comparado con el objetivo del 30% propuesto por la Unión Europea y el 40%, por Alemania.

Los Verdes exigieron una reducción del 30% en la emisión de gases con efecto invernadero en Suiza para 2020 y consideraron que aún el 60% era factible para 2025 con el empleo de “una equilibrada mezcla de medidas y políticas”.
En ellas se incluirían inversiones domésticas, lugares de trabajo con energías eficientes y ahorros de carbón en vehículos y edificios.

Según economiesuisse, la federación empresarial suiza, un impuesto al carbón “sería la dirección incorrecta”. Por una parte, no forma parte de un acuerdo internacional y por la otra, sería caro y sin una particular eficacia.
El organismo añadió que los socios comerciales más importantes de Suiza, Estados Unidos y la Unión Europea, se focalizan principalmente en certificados de emisiones, la introducción de normas de consumo y la promoción de nuevas tecnologías.

Diversas asociaciones de automotores, incluyendo el Club de Turismo de Suiza, también rechazaron un impuesto al carbón, aduciendo que ningún otro país lo había introducido y que las tecnologías limpias deberían ser promovidas en los países emergentes y en vías de desarrollo.

swissinfo y agencias

El Protocolo de Kyoto, una enmienda a las Naciones Unidas a la Convención sobre el Cambio Climático, fue aprobado en 1997 y entró en vigor en 2005. Ha sido ratificado por los países industrializados – salvo Estados Unidos y Australia – y por un gran número de países en vía de desarrollo.

Exhorta a las naciones industrializadas a reducir las emisiones nocivas en un promedio de 5.2% por debajo de los niveles registrados en 1990, para 2012.

La ley CO2 de Suiza entró en vigor en 2000. Su objetivo es reducir las emisiones de CO2 procedentes de los combustibles fósiles en 10% de los niveles de 1990, en el 2010. La reducción deseada debería lograrse con medidas voluntarias, pero si éstas no son adecuadas, el gobierno puede introducir un impuesto para desincentivar el uso de la energía fósil

El bióxido de carbono CO2 es uno de los principales gases responsables del efecto invernadero y el calentamiento global. En Suiza representa alrededor del 80% de las emisiones nocivas.

Otros gases incluyen el metano, el óxido nitroso e hidrocarburos.

A pesar de los ambiciosos objetivos para reducirlas, las emisiones de gas con efecto invernadero se han elevado en 0.4% en Suiza desde 1990.

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