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Heinrich Anacker: el poeta del ‘Führer’

Personas con uniforme nazi.
Heinrich Anacker (centro) con uniforme de SA durante un encuentro nacional del NSDAP. Fotografía tomada probablemente en 1939. Deutsches Literaturarchiv Marbach

A los quince años, Heinrich  Anacker escribió su primer poema y desde entonces nunca dejó la pluma. Integrante de una familia burguesa del cantón de Argovia, descubrió el nacionalsocialismo y devino el principal poeta de Hitler. Se enroló como poeta-soldado sin disparar un solo tiro. Terminó sus días olvidado y en el exilio, sin dejar de creer en el nazismo.

El “mayor poeta suizo” del siglo XX tuvo un final trágico. El 14 de enero de 1971, Heinrich AnackerEnlace externo resbaló en una calle congelada de Wasseburg, localidad a orillas del lago de Constanza, en Alemania. La caída le produjo un derrame cerebral, que resultaría mortal. “El médico le aplicó una inyección y falleció sin dolor”, relató lacónicamente su esposa.

No hubo ninguna esquela en los periódicos, ni mensajes de condolencia para la viuda de parte de los políticos locales. La bandera del ayuntamiento no ondeó a media asta. El mundo pareció aliviado con la desaparición de Anacker. Después de todo, el suizo era una persona non grata. Conocido como el ‘poeta del movimiento’, ‘poeta del frente marrón’ o ‘poeta de las SA’, abreviatura de Sturmabteilung – milicias de asalto del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP)-, se llevó también al olvido toda su obra, que incluye un centenar de poemas en homenaje a Adolfo Hitler.

Durante su vida fue un poeta prolífero. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, Heinrich Anacker publicó en Alemania 22 libros de poesíaEnlace externo, muchos con varias ediciones. Muchos de sus poemas también fueron musicalizados en marchas militares como Von Finnland bis zum Schwarzen Meer Enlace externo(De Finlandia al Mar Negro), que glorificaba la ‘Operación Barbarroja’Enlace externo, la campaña de invasión de las tropas nazis a la Unión Soviética, que comenzó el 22 de junio de 1941, en medio de la Segunda Guerra Mundial.

Origen burgués

A los quince años, cuando escribió su primer poema, se inspiraba especialmente en la naturaleza, la juventud y el amor. Heinrich Anacker nació el 29 de enero de 1901 en Buchs, cantón de Argovia. Su familia explotaba una imprenta y una fábrica de envases. Georg Anacker, el padre, procedía de Leipzig, Alemania, pero se nacionalizó suizo en 1917, transmitiéndole la ciudadanía helvética a su hijo.

En 1921, un año antes de terminar sus estudios, Anacker publicó en una pequeña editorial local Klinge, kleines Frühlingslied (Hoja, pequeña canción de primavera), que fue su primer libro de versos. Ese mismo año inició sus estudios de literatura y filosofía en la Universidad de Zúrich, abandonándolos dos años después. Más tarde se matriculó en la Universidad de Viena, donde tuvo su primer contacto con el nazismo a través de asociaciones estudiantiles conservadoras. “Confieso que, marcado por la miseria de la inflación y la división del pueblo en partidos y clases hostiles, fui tocado en mi entusiasmo juvenil por la síntesis de las ideas nacionales y sociales que encontré por primera vez allí”, declaró el poeta en 1948 cuando fue interrogado por la justicia alemana.

En 1925, Anacker regresó a Zúrich para continuar sus estudios y convivir con su esposa, Emmy Anacker, hija de un panadero, a quien había conocido en 1921 durante una fiesta estudiantil. Cuando en 1984 fue entrevistada por el periodista y crítico literario Charles LinsmayerEnlace externo, Emmy explicó que “se había enamorado de un joven poeta que provenía de una buena familia”.

Durante su juventud, Anacker se inspiró en poetas románticos como Heinrich Heine o Joseph von Eichendorff, “estilo que se puede reconocer fácilmente en sus poemas”, explica Linsmayer. “También admiraba al escritor Hermann Hesse, que por aquel entonces vivía en Suiza. Lo visitó en Montagnola, en Tesino, y le envió cartas, las cuales, según mis informaciones, nunca recibieron respuesta”.

Pareja en la sala de una casa.
Anacker en 1937/38 con su esposa, en su casa recién construida en Berlín-Wannsee. Al terminar la guerra la casa fue vendida. Arquivo pessoal de Charles Linsmayer

Durante su estadía en Suiza, Anacker mantuvo su cercanía con el nacionalsocialismo. En 1927 viajó a Alemania para asistir en Núremberg a la reunión nacional del NSDAP, siempre fascinado por el partido. “Una vez oyó hablar a Hitler y quedó bastante impresionado. Me dijo: ‘este es el hombre que salvará a Alemania’ “, narró Emmy Anacker más de una década después de la muerte de su marido.

Los recuerdos que Emmy le compartió en la entrevista de 1984 en su casa de Wasserburg, ayudarían a Linsmayer a reconstruir la historia de Anacker. El reportaje se publicó el 3 de mayo de 1986 en el periódico Badener Tagbaltt am Samstag con el título El líder lírico y poeta-soldado del nuevo Reich nació en Aarau, Suiza.

Adhesión al NSDAP en Alemania

En 1928, tras concluir un curso de arte dramático, Emmy se trasladó a Döbeln, en Sajonia, Alemania, donde había encontrado un trabajo. Pronto se le unió Heinrich, quien abandonó definitivamente sus estudios en la Universidad de Zúrich. El primero de diciembre de 1928 se integró al grupo local del NSDAP con el número de inscripción 105.290 y poco después a las SA, la estructura de milicias del partido.

Hasta entonces había dependido económicamente de sus padres. En 1931 había publicado otros cinco libros de poemas, que no tuvieron un gran éxito. “Eran versos convencionales sobre la juventud, el amor, la patria, la naturaleza y caminatas, que probablemente se publicaron a costa del propio autor y que los críticos de la época consideraron banales”, explica Linsmayer.

En Alemania, Anacker se acercó a autores e intelectuales nazis. Conoció, entre otros, a dirigentes del NSDAP como Julius StreicherEnlace externo, profesor y editor del periódico nazi Der StürmerEnlace externo, que pasaría a formar parte de la maquinaria de propaganda del partido y se convertiría en su principal promotor.

Según su esposa, en 1933 se produjo su primer y único encuentro con Hitler. “Mi marido viajaba en el tren hacia Núremberg para asistir a la reunión del partido. Estaba en el pasillo del vagón cuando de repente pasó Hitler para ir al restaurante. Entonces Hitler se detuvo y le saludó diciendo ‘Ah… eres Anacker’ “, relató Emmy en 1984.

En ese entonces, el poeta suizo ya tenía una cierta fama en Alemania. En 1932, publicó en la editorial de la SA, Die Trommel (El Tambor), su primer libro de poemas políticos. En estos, el autor cambió completamente su enfoque y tematizaba especialmente las transformaciones que vivía el país.

“La revolución fascista fue musicalizada en Alemania al ritmo de las canciones de con letras de Anacker. Con su hábil mezcla de adoctrinamiento político, agresividad y elogio de la naturaleza impactaron la mente de los alemanes”, analiza Linsmayer.

En 1935, Anacker fue invitado a formar parte del Círculo de Cultura de las SA, estructura que reunía a militantes activos en la producción cultural, en debates y en el Senado de la Cultura (Reichskultursenat), formado por 15 miembros elegidos por su importancia en la vida cultural de la época. Este organismo fue creado por el ministro alemán de Propaganda, Joseph GoebbelsEnlace externo, quien por entonces ya recibía al poeta suizo en audiencias para hablar de literatura y sobre la creación de marchas militares, como muestran los diversos registros de su diario. “Publico junto con Schweitzer, Schirach y Anacker, el libro de las SA para la Navidad, con el título El soldado desconocido de las SA. Un buen camarada para los soldados de Hitler“, escribió Goebbels el 30 de octubre de 1929.

Anacker gana el ‘Nobel’ nazista

Hasta 1936, el poeta suizo ya había publicado cinco libros de poesía. Ese año, durante el Día del Partido que se realizó en Núremberg, recibió de las manos de Alfred RosenbergEnlace externo, jefe ideólogo de Hitler, el ‘Premio del NSDAP al Arte y la Ciencia’. Lo compartió con Lenard Heidelberg, profesor, físico y Premio Nobel, también identificado con el nazismo. “Desde hace muchos años, el joven SA Anacker, acompaña nuestro movimiento con sus poemas. En tanto trovador de nuestro tiempo, siempre ha animado los espíritus y ha cantado con fuerza nuestras añoranzas con una constante tristeza renovada”, argumentó entonces el partido.

A pesar de estar tan implicado en la política interna alemana, hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Anacker conservó su nacionalidad suiza. Sin embargo, esta situación fue problemática para él, como lo reveló años después a la justicia, cuando terminó la confrontación bélica.

“Nací como alemán, pero perdí mi nacionalidad debido al proceso de naturalización de mi padre, y eso en contra de mi voluntad, porque siempre me sentí alemán”, escribió a las autoridades en 1948. “Dado mi apasionado compromiso con el pueblo alemán, habría sido sencillamente incompatible con mi sentido del honor y del respeto a mí mismo, ponerme bajo la cómoda protección de una nacionalidad extranjera”. El 11 de diciembre de 1939 el gobierno cantonal de Argovia hizo público que Anacker y su esposa habían renunciado a la nacionalidad suiza.

Cuando estalló la guerra, no disminuyó la producción literaria de Anacker. Desde 1938 hasta el final del conflicto publicó otros ocho libros de poemas, entre ellos Ein Volk – ein Reich – ein Führer (1938 – Un pueblo – un imperio – un líder), Wir wachsen in das Reich hinein (1938 – Crecimos en el Imperio) y Marsch durch den Osten (1943 – Marcha a través del Este), todos ellos en la editorial Eher del NSDAP, cuyo mayor éxito fue la publicación Mein Kampf  (Mi Lucha), de Hitler.

Poeta-soldado

En 1941 se integró al ejército alemán. A pesar de la escasez de soldados debido a las dificultades crecientes en los distintos frentes, Alemania permitió a Anacker seguir desempeñando su papel de poeta del partido e incluso recibir un salario por esa actividad.

Vestido con su uniforme de soldado raso, visitó a las tropas en varios frentes, en los búnkeres y recitó sus poemas ante sus camaradas. Estuvo en Francia, Rusia e incluso, en 1944, en la Noruega ocupada y luego publicó sus experiencias. “Era como un corresponsal de guerra, pero escribía poemas sobre lo que veía. Nunca escribió prosa”, relató su esposa. Y solamente en la fase final, cuando la guerra estaba prácticamente perdida, el ejército envió a Anacker a trabajar como camillero, para transportar soldados heridos.

En cuanto a los temas que trataba, los poemas de Anacker fueron modificándose considerablemente durante la guerra. Si al principio contribuyeron a la movilización general, a la justificación de la guerra y a la creencia absoluta en las cualidades del ‘Führer’, cuando comenzaron a encadenarse las derrotas en el campo de batalla y las ciudades alemanas eran bombardeadas, Anacker comenzó a llamar a la perseverancia. “Aunque innumerables soldados tendrían que caer (la furiosa tormenta sacudiría las ramas), solamente el más fuerte sobrevivirá”. El texto concluye con un llamamiento a todos los alemanes para que se unan a los soldados combatientes.

El 23 de abril de 1945, Anacker fue capturado por el ejército estadounidense en Baviera. En la entrevista con Linsmayer, la esposa de Anacker, contó que Heinrich Anacker aprovechó incluso sus meses en el campo de detención para seguir escribiendo poemas. “Los soldados estadounidenses le pedían los poemas que escribía a mano y los enviaban a sus casas”, relató, insinuando que les impresionaba encontrar allí a un poeta famoso. Al final del año, obtuvo su libertad, pero no regresó a su casa de Berlín ya que los rusos la habían confiscado. Fue a vivir con unos parientes a Salach, localidad del sur de Alemania.

“No sabía nada”

Según señalan los documentos del Tribunal de Justicia de Göppingen, responsable de los procedimientos de “desnazificación” de los partidarios del régimen que vivían en la región, Heinrich Anacker fue condenado el 6 de octubre de 1948 como “colaborador con bajo nivel de culpabilidad” a seis meses de prisión suspendida

Pero un año después, el Tribunal Superior del Estado de Baden-Württemberg redujo su condena por considerarlo solamente un “colaborador” (Mitläufer en alemán), lo que significó prácticamente una especie de amnistía. Fue el tipo de condena que recibió la mayoría de los alemanes que formaron parte de la maquinaria del partido nazi.  

Anacker en estrado ante auditorio de soldados.
Durante los años que estuvo en la Wehrmacht, Heinrich Anacker visitó diferentes frentes de guerra para declamar sus poemas a la tropa. Foto de 1942 en la Noruega ocupada. Acervo privado de Charles Linsmayer

Durante su juicio, Anacker clamó su inocencia afirmando que durante el III Reich solo se limitó a escribir poemas, negando haber participado en persecuciones o actos de agresión. También afirmó desconocer totalmente los horrores del nazismo. “De los campos de concentración, solamente conocía la existencia de Dachau y Oranienburg. Desconocía por completo las condiciones que reinaban en ellos. Solamente me enteré de los crímenes cometidos allí a través de la prensa, cuando estaba internado”, declaró ante las autoridades de Göppingen.

Sin embargo, confesó que hasta los últimos días de la guerra siguió creyendo en Hitler. “En abril de 1945, cuando fui camillero y experimenté la terrible miseria de los refugiados, me di cuenta de que casi no había esperanza de que ganáramos la guerra. Me preguntaba constantemente: ¿cómo pudo Dios permitir que al final no fuera la justicia sino la superioridad material del otro bando lo que llevó a la victoria? No podía creer que Alemania era culpable o parcialmente culpable de la catástrofe”, declaró en agosto de 1948 ante el Tribunal de Göppingen.

En 1955 Heinrich y Emmy Anacker (no tuvieron hijos) se trasladaron a Wasserburg, un pueblo situado en el sur de Alemania, a orillas del lago de Constanza, con vista hacia Suiza. Construyeron una casa en un terreno que pudieron comprar luego de la venta de la propiedad de Berlín. Años más tarde, Anacker, que era hijo único, heredó una fortuna de sus padres en Suiza, lo que le aseguró su total independencia económica.

Por entonces y desde su nacionalización, Anacker ya no tenía ninguna relación con su país de nacimiento. Incluso, entre 1928 y 1945, el poeta no tuvo contacto con los llamados “frentistas”, del movimiento nacionalsocialista de Suiza. Tampoco se relacionó con escritores suizos ni con otros intelectuales. Su esposa aseguró a Linsmayer que su marido “consideraba que Suiza era un país que debía vivir su propia vida y que nadie debía tocarla”.

“Persona non grata

Suiza, en cambio, lo veía de otra manera. Los documentos oficiales muestran que Anacker presentó varias solicitudes de ingreso al país, alegando que necesitaba visitar a sus padres o a sus suegros debido a cuestiones de salud y para resolver trámites administrativos relacionados con la herencia. La mayoría de las solicitudes fueron denegadas. “La petición de entrar en el territorio de este notorio partidario del nacionalsocialismo se considera extremadamente inoportuna. Nos negamos a abrirle las fronteras, aunque sea por poco tiempo y hemos decidido rechazar cualquier otra petición”, escribió la fiscalía federal en 1948.

Durante años, el Gobierno suizo mantuvo su decisión. “No se puede pasar por alto el compromiso del demandante con el nacionalsocialismo alemán de la época y su posterior comportamiento indigno hacia su antigua patria. En Aarau, incluso una estancia de corta duración de Heinrich Anacker despertaría el descontento. En nuestra opinión, su presencia en su antigua ciudad natal no es pertinente”, escribió la policía cantonal de Argovia en 1953.

Aislado y olvidado en su casa de Wasserburg a partir de los años 50, Heinrich Anacker mantuvo su única pasión: escribir poemas. El dinero de la herencia le permitió contratar a una secretaria para que mecanografiara su trabajo y lo archivara. En 1951 pagó por publicar en una edición de pocos ejemplares del que sería su último libro: Goldener Herbst (Otoño dorado), que como dice el título, reunía poemas inspirados en esa estación del año. Tenían títulos banales como Vino salvaje, En la niebla, Castaña madura o Cálido día de otoño.

Anacker también fotografió escenas de la región del Lago de Constanza y las publicó como tarjetas postales. La única obra del poeta que aún encontró cierta aceptación fue una canción marinera de 1940, Antje, mein blondes Kind (Antje, mi niña rubia), con letra suya y que le aseguró un ingreso por derechos de autor hasta el final de su vida.

Hombre con uniforme de soldado.
Heinrich Anacker con el uniforme de cabo del ejército alemán (Wehrmacht) en septiembre de 1944, en la Noruega ocupada Arquivo pessoal de Charles Linsmayer

Hasta su muerte en un frío día de invierno de enero de 1971, Anacker escribió miles de poemas. Todos ellos fueron cuidadosamente guardados en cajas de madera que, tras una disputa legal con una asociación de extrema derecha, fueron enviadas al Archivo de Literatura Alemana de Marbach, donde se conservan hasta hoy. La mayor parte de su obra nunca ha sido leída ni publicada. Al visitar a la viuda de Anacker en Wasserburg, en 1984, el crítico Charles Linsmayer escuchó de ella que su marido creyó en sus convicciones políticas hasta su último día. “Sí, era un nacionalsocialista”, dijo. “Pero también un hombre que nunca volvió a encontrar su espacio. Era una persona destrozada por dentro, que no podía entender el desmoronamiento que experimentó el país”.

Linsmayer publicó un primer artículo sobre Heinrich Anacker, en el periódico Badener Tagblatt, el 3 y el 10 de mayo de 1986. El 21 de enero de 1995, se publicó una versión actualizada en Der Bund. Al ser entrevistado por SWI swissinfo, Charles Linsmayer subraya que su estudio sobre la vida y la obra de Heinrich Anacker se basa exclusivamente en intereses literario-históricos y sociológicos, y que nunca pretendió promover la posible fama póstuma de Anacker.

Anacker, con sus versos de propaganda chovinista, puede considerarse uno de los poetas suizos más publicados “Y también un ejemplo que invita a la reflexión sobre cómo la literatura no exitosa puede ser usada por políticos sin escrúpulos con fines criminales”, estima Linsmayer.

 Adaptado del portugués por Sergio Ferrari

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