Las noches en la Corte de los Milagros
En el corazón de Ginebra, dos refugios de la Protección Civil se abren en el invierno para aquellos sin domicilio fijo. Durante algunas noches, los olvidados de la prosperidad encuentran allí una frazada y el calor de un refugio. El fotógrafo Didier Ruef dirige su lente a esos marginales de nuestra sociedad de opulencia que prefiere, con frecuencia, no verlos.
Ginebrinos, suizos o extranjeros, esos hombres y mujeres vienen de casi todos los horizontes imaginables. Pero casi todos tienen algo en común: haber pasado por un grave incidente que les cambio la vida, como un fracaso familiar o profesional, problemas psiquiátricos, adicciones diversas, o simplemente, el exilio por la miseria.
Cuando las noches se vuelven más frías, la ciudad de Ginebra les ofrece, desde 2001, doscientas plazas de acogida de emergencia, en dos refugios de la protección civil. Abiertos desde mediados de noviembre hasta finales de marzo, estas reliquias de la Guerra Fría datan de la época en la que Suiza quería poder enterrar a toda su población para protegerla en caso de ataque nuclear. Actualmente, sirven de dormitorios comunes, pero no de viviendas afortunadas. Las puertas se abren a las 7:15 p.m. Se come una sopa, se puede tomar una ducha o conversar. En la mañana, tras el desayuno, todo el mundo debe salir antes de las 8:15 a.m. Para todas estas personas el sitio es un remanso de paz, un lugar para la escucha, e incluso, una cuestión de sobrevivencia.
Inicialmente concebido para ser un hospital, el alberge Richemont está enterrado bajo la pista de un estadio de atletismo, a orillas del Parque de la Grange. El fotógrafo se dirigió allí, en esos subterráneos, al encuentro de una realidad que los habitantes de la superficie ignoran con frecuencia. En medio de la noche, mientras la ciudad brilla con todas sus luces, el búnker cierra sus puertas a otro mundo.
(Imágenes: Didier Ruef, texto: Marc-André Miserez, swissinfo.ch)
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