Poblada al principio por monjes benedictinos, la pequeña isla de Biševo, una de las más lejanas del inmenso archipiélago croata, abriga aún su iglesia del Siglo XI, dedicada a San Silvestre. En su apogeo, contó con hasta 400 habitantes pero hoy solamente siete personas tienen en ella domicilio legal.
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Después de la Segunda Guerra Mundial, la isla se convirtió en zona militar, prohibida a los extranjeros. La mayoría de la gente que todavía la habitaba se fue entonces a tierra firme o emigró a otros países, principalmente a Estados Unidos. Esas décadas de aislamiento forzado tuvieron un efecto benéfico sobre el entorno. Biševo es hoy una isla casi virgen y una de las zonas de Croacia más ricas en biodiversidad. Perviven ahí numerosas especies amenazadas, entre las cuales el famoso Halcón de Eleonor. (Fotos: Mario Topic / Agencia Anzenberger)
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