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Elecciones en un desorientado Afganistán

Zemaray Hakimi entre Suiza y Afganistán en el intento de mejorar la situación política de su país natal. ZVG

Este sábado 18 de septiembre hay elecciones para elegir a los representantes del Parlamento afgano. Nada comparable con el proceso electoral en Europa, señala Zemaray Hakimi, quien creció en ese país pero que vive ahora en Suiza. Actualmente en Kabul, considera la situación allá como caótica.

De acuerdo a la Constitución de 2004, Afganistán es una República Islámica con un sistema de gobierno presidencial. Para la Cámara de los Comunes (Wolesi Dschirga) hay 249 escaños a designar.

En 1973 fue la última vez que el Parlamento realizó trabajos, antes de que el país se hundiese en el caos. A finales del 2005 de nuevo se conformó el Legislativo tras un nuevo proceso democrático.

Hamid Karzai, quien tras la caída del régimen Talibán fue electo como presidente del gobierno de transición, fue electo en otoño de 2009 para en segundo periodo de gobierno.

Situación de seguridad

Este sábado está convocada la ciudadanía a las urnas para elegir legisladores de un total de 2500 candidatos, 400 de ellos, mujeres. Muchas oficinas electorales deben permanecer cerradas por cuestiones de seguridad. Los talibán amenazan a los candidatos y a los electores con el secuestro o la muerte. Algunos candidatos ya han perdido la vida. Resulta incierto cómo acudirán a las urnas los 17 millones de electores.

Zemaray Hakimi, quien llegó a Suiza a finales de la década de los 70, se encuentra actualmente en Kabul. En conversación con swissinfo.ch expresó sus temores de una réplica de los acontecimientos de la década de los 90, puesteo que “la seguridad ante las elecciones es muy mala”.

“La OTAN y las tropas estadounidense actúan en operaciones de combate con regularidad. Por esta razón no pueden realizarse elecciones normales, como se realizan en Europa”, compara Hakimi, quien vive desde 1972 entre Suiza y Afganistán.

Junto con el especialista suizo sobre Afganistán Albert Stahel de la Universidad de Zúrich, Hakimi hizo posible que en los momentos más álgidos de la violencia afgana, un grupo de heridos fuesen traídos a Suiza para su restablecimiento. Además ha participado en el Instituto Suizo sobre Afganistán, sostenido por una fundación privada y con sede en Basilea, que resguarda una de las bibliotecas más ricas sobre ese país en Europa.

Para explicar la situación actual cita como ejemplo la situación en las calles principales de la capital afgana donde son detenidos los conductores en los puestos de control para “dar donativos para la construcción de mezquitas”.

Colaboradores de obras de ayuda, “potenciales rehenes”

En comparación con la década de los 90, la situación no ha mejorado. “Sólo con la diferencia de que hoy trabajan allí entre 20.000 y 30.000 europeos y estadounidenses en obras de ayuda”. En opinión de Hakimi, ellos bien pueden ser potenciales rehenes de los talibán, en el caso de que el gobierno deba escapar inesperadamente de Kabul. Una situación que ya ha ocurrido.

“¡Imagínese si los talibán tomaran a unos mil o dos mil de estas personas!”, indica. Sería mucho más sencillo de lo que muchos piensan. En Kabul no se reconoce al enemigo, puesto que todos están armados y en un día puede pasar mucho, puesto que la población no resulta más cuidadosa a causa de las elecciones.

Por otra parte, nuestro interlocutor considera que muchos de los candidatos al Parlamento no están preparados políticamente para el puesto o resultan insuficientemente cualificados para llevar al país a la paz y el orden requeridos. Con frecuencia se trata de gente inexperta, aduce, que una vez en el legislativo, se aprovecha de sus privilegios.

“Un marco caótico”

En comparación con las elecciones legislativas en Suiza, Hakimi extraña contenidos concretos en las propuestas de los candidatos. Entre ellos se encuentran personas fieles al gobierno y opositores.

Entre los contrarios hay comandantes mujaidines sin formación política, por lo que no ofrecen una alternativa adecuada, considera Hakimi: “Todo esto muestra en conjunto un verdadero marco caótico. En cada esquina de Kabul hay panfletos con los retratos de los candidatos”

¿Quién es un talibán?

Tras las decepciones de los últimos cuatro años, la calidad de vida de los electores no ha mejorado. Hakimi supone que muchos de los talibán se han mudado a Kabul. “¿Pero quién es un talibán?. Nadie tiene escrito en la frente lo que piensa. Nadie puede controlar lo que pasa en la privacidad de una vivienda”. Una situación similar se vivió ya en 1996.

Los talibán no confían en el gobierno, porque saben que se trata de marionetas. Hakimi divide a los talibán en tres grupos: Aquellos timoneados por extremistas islámicos extranjeros, que operan normalmente desde Pakistán; los ex combatientes por la libertad que no apoyan al actual régimen; y aquellos simpatizantes que, sin otra ocupación, decidieron ser candidatos.

En éstas dos últimas categorías no hay extremistas, dice Hakimi, Los ex combatientes tienen la confianza de los islamistas y la aceptación de otros actores, y si bien con ellos pudieran abordarse las mejoras en la situación de seguridad y las tareas para la reconstrucción, no resulta sencillo establecer el contacto.

Nació en 1949 en Afganistán. Vive en Suiza desde 1972 y está casado con una ciudadana suiza.

Tras la Invasión soviética en Afganistán, a finales de la década de los 70, Hakimi estableció contacto con el experto suizo Albert Staher, del Instituto para Estudios Estratégicos de la Universidad de Zúrich.

Tras la llegada de los talibán se dedica a ayudar a su país, también a través de inversiones, y viaja constantemente entre su tierra natal y Suiza.

También participó en el respaldo al Instituto Afgano, fundado por el experto suizo Paul Bucherer-Dietschi y hoy sostenido a través de una fundación privada.

De los 2500 candidatos a los 249 escaños del Legislativo afgano, sólo un tercio pertenece a un partido político.

Las elecciones son este sábado 18 de septiembre de 2010. El 9 de octubre deben presentarse resultados parciales y a finales de octubre, los finales.

La colaboración bilateral al desarrollo de Afganistán ocupó en 2008 12,7 millones de francos, en 2009, 17 millones y en 2010, 14,5 millones de francos suizos.

En total, la suma destinada por las autoridades federales suizas a las tareas en Afganistán son de 17,4, 20,2 y 19,2 millones respectivamente.

El punto fuerte de la colaboración al desarrollo es el reforzamiento a las tareas de gobernabilidad, al igual que el desarrollo social y económico.

Traducción: Patricia Islas

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