Un ajedrez político casi inamovible
La estabilidad del sistema político helvético es una rareza en el panorama de las democracias mundiales: cuatro partidos, siempre los mismos, se reparten desde hace medio siglo los siete puestos del Ejecutivo.
Pese a la creciente polarización y al endurecimiento de la campaña electoral, no se esperan cambios sustanciales después de estas elecciones.
Los enfrentamientos y los debates se han endurecido. El estilo y el lenguaje han adoptado un tono más agresivo, algo nada tradicional en la cultura política suiza, basada en la búsqueda del consenso y del compromiso. No obstante, las campañas electorales se parecen cada vez más a las de los países vecinos.
Pero allí terminan las similitudes en materia electoral. En las otras democracias, los escrutinios conducen a cambios radicales en las mayorías parlamentarias. En los Gobiernos de Francia, Italia, Alemania y Austria llegan partidos de todas las tendencias y coaliciones de todo tipo.
No se conocen esos experimentos en Suiza, donde el 80% del electorado respalda desde hace décadas a los cuatro partidos gubernamentales: Partido Radical Democrático (PRD), Partido Demócrata Cristiano (PDC), Partido Socialista (PS) y Unión Democrática del Centro (UDC).
Hasta la repartición de los siete asientos gubernamentales permaneció intacta durante casi medio siglo. Sólo después de las elecciones de 2003, la UDC, con una progresión del 4% de los votos, se hizo con un segundo escaño en el gabinete, en detrimento del PDC. Un ‘terremoto político’ en Suiza.
Este año, cuando mucho, el PDC podría reconquistar el puesto perdido hace cuatro años, si superara en votos al PRD.
Sistema de integración política
«Me resulta difícil explicar a mis colegas extranjeros el valor de los pequeños desplazamientos de votos entre los partidos elegidos en las urnas», reconoce el politólogo Georg Lutz, de la Universidad de Berna.
«Hay que ser suizos para percibir como un gran cambio político el desplazamiento de un escaño gubernamental de un partido hacia otro. En el extranjero esto resulta casi incomprensible».
En Suiza, cualquier mutación política parece constituir una amenaza al principio de la concordancia y al arreglo institucional, arraigado en compromisos históricos.
«Históricamente, el sistema político suizo no se ha basado en la alternancia de gobierno, sino en la integración de formaciones políticas de oposición o de otras fuerzas emergentes», observa André Mach, docente de Ciencias Políticas de la Universidad de Lausana.
Cuando nació el Estado moderno, en 1848, el Gobierno de Suiza estaba formado sólo por radicales. Los otros tres partidos fueron admitidos gradualmente entre 1891 y 1959.
«Esta integración permitió, además, que fuerzas políticas importantes pudieran bloquear sistemáticamente la voluntad del Gobierno o del Parlamento, recurriendo al arma del referéndum», explica André Mach.
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Democracia de concordancia
Escasa competencia entre partidos
Desde hace más de un siglo, la democracia semidirecta suiza ha estado dominada por fuerzas de centroderecha. Los socialistas, que casi siempre son minoría en el Parlamento y en el Gobierno, sólo pueden soñar con ese «gran viraje».
«Suiza prácticamente no ha conocido grandes crisis económicas. Y cuando las hubo, como en el periodo entre las dos guerras, la izquierda nunca logró afirmarse como una ‘alternativa válida'», subraya Georg Lutz.
«Además, los socialistas siempre fueron un partido con respaldo citadino. Nunca han podido abrir brecha fuera de las zonas urbanas, mientras una gran parte de la población helvética se mantiene en la provincia y sigue arraigada a sus tradiciones».
Según el politólogo, el inmovilismo político también está relacionado con la carencia de una competencia fuerte entre los partidos. Las formaciones gubernamentales están unidas y se reparten las responsabilidades, tanto en los Ejecutivos cantonales como en los comunales.
«Muchas veces resulta difícil atribuir los méritos o la culpa de la gestión pública a un partido u otro, ya que muchas decisiones se adoptan conjuntamente», anota Lutz.
«Esta cooperación política también llega a biselar muchas diferencias ideológicas. En Suiza, además del tema de los extranjeros y de las relaciones del país con el exterior, hay pocos tópicos que realmente polaricen».
Visiones poco realistas
En las últimas elecciones se profundizó la polarización (socialistas y Verdes por una parte; UDC, por la otra) en detrimento de los partidos de centro (PRD y PDC). ¿Se perfilan en Suiza dos bloques opuestos?
«Hasta ahora, esta polarización se ha visto sobre todo en la campaña electoral. Si analizamos las decisiones del Gobierno y del Parlamento, vemos que predominaban las mismas coaliciones desde hace más de cuarenta años», sostiene Georg Lutz.
Para los politólogos, el sistema de concordancia gubernamental seguirá caracterizando aún durante mucho tiempo la política suiza.
«Para llegar a un sistema de alternancia se necesitarían, ante todo, partidos mucho más fuertes, pero tanto en la izquierda como en la derecha estamos muy lejos de ello», afirma André Mach.
«Podrían provocarse de forma artificial mayores desplazamientos de fuerzas, por ejemplo, introduciendo en ambas cámaras el sistema de voto mayoritario que favorecería la formación de dos bloques compactos», señala Georg Lutz. «Se trata, sin embargo, de visiones que están a años luz de toda realidad política. No creo que viviré para ver estos cambios».
swissinfo, Armando Mombelli
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Consejo Federal
En Suiza, desde el nacimiento del Estado moderno en 1848, los radicales (actualmente, el Partido Radical Democrático, PRD) ocuparon durante cuatro décadas los siete puestos del Gobierno nacional.
Los conservadores (actualmente el Partido Demócrata Cristiano, PDC) ingresaron por primera vez al Ejecutivo en 1891.
El ex Partido Agrario, hoy la Unión Democrática del Centro (UDC), accedió al Gobierno colegiado helvético en 1929.
El Partido Socialista, en 1943.
Desde 1959, el Consejo Federal se ha conformado por estos 4 partidos que suman cerca del 80% de los votos.
Esta concordancia gubernamental se traduce en la búsqueda continua de compromisos entre los mayores partidos para evitar, entre otras cosas, la amenaza del referéndum popular en el sistema de democracia semidirecta.
En Gran Bretaña, laboristas y conservadores se han sucedido regularmente en el Gobierno desde la Segunda Guerra Mundial.
En Alemania, los socialdemócratas y los demócratas cristianos se alternan en el poder desde 1969, tras una tentativa de gran coalición entre los dos mayores partidos nacionales que duró tres años.
En Francia, la alternancia gubernamental se inició con el primer éxito de la izquierda (socialistas y comunistas) en las elecciones legislativas de 1981.
En Italia, después de 40 años de dominio de la Democracia Cristiana, la izquierda llegó por primera vez al poder en 1986. En 2001 salió elegida la coalición de centroderecha de Silvio Berlusconi. En 2006, se impuso de nuevo la izquierda con el regreso de Romano Prodi.
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