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Ablación: «Ya no me avergüenzo»

La sudanesa Amal Bürgin rechaza que su hija Nuha, nacida en Suiza, sufra lo mismo que ella. (InfoSüd)

Antes de cumplir cinco años, la sudanesa Amal Bürgin fue sometida a una escisión genital. Hoy vive en la ciudad suiza de Basilea y lucha para evitar que la generación de su hija sufra lo mismo.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), cada año unos tres millones de niñas padecen esa operación. El flujo migratorio de los países concernidos ha traído la problemática a Europa.

swissinfo: ¿Por qué decidió romper el silencio?

Amal Bürgin: Porque hoy tengo la fuerza para hablar. Ya no me avergüenzo, sino que lucho contra la mutilación genital de las niñas. Cuando cambio los pañales de mi hija de nueve semanas de edad pienso: «No, Nuha. ¡A ti no te pasará eso!»

swissinfo: ¿Qué edad tenía usted al momento de la escisión?

A. B.: Tenía unos cinco años. Mi hermana mayor y yo nos alegramos mucho porque nos pintaron las manos con alheña y nos ofrecieron de comer cosas deliciosas. Vino gente a visitarnos y nos dejaron dinero debajo de la almohada. No teníamos ni idea de lo que pasaría.

Me recostaron en la cama y mi madre me amarró la piernas, mientras otras mujeres me detuvieron el torso. Grité y lloré cuando me inyectaron. Después ya no pude moverme por el dolor.

Cuando tuve que orinar, las primeras gotas me dolieron tanto que no pude continuar así que me pusieron un insecto en el vientre. Me asusté tanto que evacué del miedo.

swissinfo: ¿Tuvo la oportunidad de defenderse?

A.B.: No, a esa edad uno se resigna. Mi padre se ausentó ese día. Creo que nos hubiera defendido ya que cuando se enteró de la escisión a su regreso, se enfureció.

Más tarde, cuando tenía unos ocho años, me cortaron de nuevo. Dos tías aseguraban que la primera (ablación) no había sido bien hecha. Y eso a pesar de que la primera vez había sufrido la variante ‘faraónica’, en la que se corta mucho más que en la ‘sunna’…

swissinfo: ¿Cómo fue justificada su ablación?

A.B.: Siempre que nos invitaban a una fiesta de ablación yo preguntaba: «Después de todo, ¿para qué se hace? ¿Por qué?». Nunca recibí una respuesta clara. Me di cuenta que ni en la mezquita, ni en la clase de religión se hablaba de que fuera necesario cortar a las niñas.

Hoy sé que se trata de una tradición antigua, que no tiene nada qué ver con el Islam. Algunos dicen que está bien para que la mujer permanezca casta hasta su matrimonio. Pero la ablación no lo garantiza. Hay mujeres que no se casan y que luego de tener relaciones sexuales vuelven a dejarse coser.

swissinfo: ¿Cómo trascurrió su vida después?

A.B.: Seguí con el cierre completo, sólo con un pequeño orificio de salida. Durante la menstruación tuve fuertes dolores. Luego de casarme debí acudir al hospital para que me abrieran. Es el caso de muchas mujeres.

También hay hombres que abren solos la herida, por ello la importancia de hablar con ellos sobre el tema. Ellos deben decir alto, es claro que no quieren mujeres mutiladas.

swissinfo: ¿La situación ha cambiado ahora?

A.B.: Sí, la práctica se ha reducido, sobre todo en las ciudades. Hace 15 años, en la universidad, las mujeres iniciaron la lucha contra la ablación, pero aún hay mucho por hacer.

swissinfo: Actualmente la visita su hermana. ¿Han hablado al respecto?

A.B.: En Sudán habíamos rehuido el tema. Pero la primera vez que me visitó en Suiza, hablamos de ello. Entre amigas la escisión es un tabú, y con mi madre tampoco lo he abordado.

swissinfo: ¿Por qué es importante hablar de la escisión en Suiza?

A.B.: Porque cada vez hay más familias que en Suiza o durante una visita a su país dejan que su hija sufra la ablación.

Con frecuencia son los familiares allá los que lo exigen. Un día mi familia también preguntará si Nuha ya fue cortada.

swissinfo: ¿Y entonces?

A.B.: Entonces todo explotará en mí: les diré por todo lo que he pasado y sigo pasando. Pues esas vivencias me persiguen aún.

Siempre que tengo problemas en esa zona de mi cuerpo vuelvo a revivir todo, veo a mi madre y a esas mujeres que me rodean, como si hubiese pasado ayer.

swissinfo y Sarah Fasolin, InfoSüd
(Traducido del alemán por Patricia Islas Züttel)

Tiene 37 años de edad. Creció en las cercanías de la capital sudanesa de Khartum y tiene tres hermanos.

Desde 1999 vive en Basilea, Suiza. Está casada con un ciudadano suizo y es madre de tres niños.

Hace un año participó en un acto de UNICEF sobre la mutilación genital femenina. Desde entonces decidió luchar contra esa práctica.

Alrededor de 700 mujeres en Suiza han sufrido algún tipo de mutilación genital femenina.

Para evitar nuevos casos, UNICEF Suiza organizó recientemente una jornada de sensibilización en la que participaron autoridades, especialistas e interesados en general.

En el marco jurídico helvético, la escisión tiene los elementos constitutivos de una lesión corporal grave, y por lo tanto es castigada por ley.

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