La difícil aplicación de la Ley sobre CO2
Para cumplir los compromisos adquiridos al ratificar el Protocolo de Kyoto, Suiza debe ejecutar las medidas adicionales previstas en la ley sobre dióxido de carbono.
La introducción del impuesto CO2 suscita polémica. La cámara baja del Parlamento amenaza con devolver el proyecto al gobierno.
Suiza se ha comprometido a cumplir los objetivos fijados en el Protocolo de Kyoto. Entre los años 2008 y 2012, deberá reducir las emisiones de gases con efecto invernadero en un 8% respecto a los niveles registrados en 1990.
Para respetar estos criterios, se elaboró la Ley CO2, en vigor desde el 2000. La normativa establece los objetivos de reducción que Suiza quiere alcanzar, sobre todo, de manera voluntaria.
De aquí al 2010, las emisiones de dióxido de carbono provocadas por el consumo energético deberán ser un 10% inferiores a los niveles de 1990.
Se necesitan más medidas
El año pasado, tras constatar que los objetivos no se pueden alcanzar con medidas voluntarias, el Consejo Federal (gobierno) decidió introducir un impuesto sobre el CO2 (de carácter incentivo) a los combustibles.
A partir de mediados del 2006, se pagarán 35 francos por tonelada de dióxido de carbono emitido a la atmósfera. Así, el precio de fuel doméstico aumentará unos 9 céntimos por litro. Según la Ley sobre CO2, esta propuesta requiere el aval del Parlamento.
La Comisión de Medio Ambiente del Consejo Nacional (cámara baja) quiere devolver la propuesta al Gobierno, aunque esto sólo ocurrirá si la otra cámara parlamentaria (Consejo de los Estados) adopta la misma decisión.
Céntimo climático en lugar de un impuesto
La mayoría del Parlamento desea que, en el plazo de cuatro meses después del reenvío del proyecto, el Gobierno negocie con el sector privado un acuerdo para introducir un ‘céntimo climático’ sobre el precio de los carburantes (céntimo climático II).
Se trata de una medida análoga al céntimo climático I, que fue introducido a título de prueba en el 2005 sobre la gasolina y el diesel (1,5 céntimos por litro). El céntimo climático II se aplicará a los combustibles fósiles (fuel doméstico), cuyo precio aumentaría unos 2 céntimos por litro. Es la idea que promulgan la Asociación de propietarios inmobiliarios y de la Unión Suiza de Artes y Oficios.
La decisión de la Comisión fue aprobada por un voto de diferencia (13 contra 12 votos), con el respaldo de los diputados del centro y centro-derecha que conforman la mayoría de la Comisión; reflejo de que las divergencias políticas son considerables.
A diferencia del impuesto sobre el CO2, el céntimo climático es una medida voluntaria propuesta por la empresa privada. Los ingresos servirán para financiar proyectos destinados a reducir las emisiones de CO2 en Suiza. Las recaudaciones del impuesto, en cambio, se repartirán entre la población y el sector económico.
No basta con medidas voluntarias
Los partidarios del impuesto CO2 insisten en que Suiza no cumplirá los compromisos adquiridos en materia climática con esta nueva medida voluntaria.
Además, con el instrumento del céntimo climático el país no podría acceder al mercado europeo impediría el acceso de Suiza a los mercados europeos que asignan certificados de emisión, señala Michael Kaufmann, vicedirector de la Oficina Federal de Energía.
Con el impuesto CO2 se lograría reducir unas 0,7 toneladas anuales de dióxido de carbono, sostiene el Gobierno. Los ingresos de cerca de 650 millones de francos se redistribuirían de forma equitativa a la población – a través de las cajas de seguro de enfermedad (cerca de 50 francos por persona) – y a las empresas, a través del seguro de jubilación AVS (cerca de 110 francos por 100.000 francos de masa salarial).
Los propietarios inmobiliarios protestan
Quienes se oponen al impuesto CO2, en primer lugar la Asociación de propietarios inmobiliarios, no entienden que el gobierno se obstine en seguir adelante con el impuesto a los combustibles fósiles.
En su opinión, es insensato que los propietarios e inquilinos sean obligados a pagar un impuesto que es mucho más elevado que el céntimo climático previsto para la gasolina y el diesel.
Además, el presidente de la Asociación, el diputado Rudolf Steiner, cuestiona el modelo de utilización de los ingresos generados del impuesto, considerando «inapropiado» que se destinen a los seguros sociales.
Sea como fuere: independientemente de las divergencias, todos coinciden en que Suiza tiene que adoptar medidas si quiere luchar de forma eficaz contra las emisiones de dióxido de carbono.
swissinfo, Christian Raaflaub
(Traducción: Belén Couceiro)
De aquí al 2010, Suiza debe reducir en un 10% las emisiones de CO2 para alcanzar los niveles registrados en 1990 (producir 4 millones de toneladas de dióxido de carbono menos).
Los límites que establece la ley varían: para los combustibles fósiles (-15%) y para los carburantes (-8%).
De los seis gases con efecto invernadero que cita el Protocolo de Kyoto, el CO2 es el más importante en Suiza.
Para los otros cinco Suiza no ha fijado valores límite.
La Ley sobre el CO2 entró en vigor el 1 de mayo del 2000. Prevé la introducción de medidas adicionales en el caso de que no se logren cumplir los objetivos fijados en materia de clima mediante los esfuerzos voluntarios por parte del sector empresarial.
Aún así, el impuesto suscita mucha polémica. Como alternativa, en octubre del 2005 Suiza introdujo a título de prueba el ‘céntimo climático’ (sobre la gasolina y el diesel en lugar de una carga tributaria sobre las emisiones que generan).
Como los hogares producen menos emisiones que los automóviles y el sector empresarial (carburantes), la Asociación de propietarios inmobiliarios pide que se aplique la fórmula del ‘céntimo climático’ a los combustibles domésticos.
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