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Órganos en venta por un puñado de dólares

Oferta de órganos en las calles de Sao Paolo, Brasil. Keystone

El tráfico de órganos humanos para trasplantes también es una realidad en Europa, pese a que existen normas legales y medidas de control que se consideran eficaces. El comercio de órganos supera las fronteras nacionales y explota la precariedad que reina en las regiones más pobres del mundo.

Entre las ofertas de automóviles, terrenos o perros chihuahua, en Internet encontramos también no pocas ofertas de venta de órganos humanos, en su mayoría riñones. Sobre todo los hombres y las mujeres jóvenes se dicen dispuestos a ceder un órgano vital por algunos millares de francos suizos.

De acuerdo con lo que anuncian algunos sitios web, las ofertas provienen de Francia y Bélgica, dos países que no rozan precisamente la pobreza absoluta. Y en los que el tráfico de órganos humanos está prohibido por ley.

¿Se trata de anuncios falsos o con fines fraudulentos, o de ofertas reales? “Ya desde hace varios años hay personas pobres que ponen en venta sus órganos en Internet”, señala Ruth-Gaby Vermot-Mangold, miembro del Consejo de Europa y autora de un informe sobre este tráfico ilegal en el Viejo Continente.

Un órgano por un puñado de dólares. Un comercio de seres humanos, a pedazos. El tráfico no se limita a las sórdidas prisiones chinas o a los países menos favorecidos del planeta. También en Europa es una realidad. “Se trata de un problema que requiere ser regulado a escala internacional”, afirma Thomas Gruberski, quien está preparando una tesis doctoral en Derecho sobre el tráfico de órganos.

Leyes eficaces

Cubierto por un velo de secreto, el comercio de órganos es un asunto delicado muy difícil de desvelar. Sólo una legislación eficaz puede prevenirlo de alguna manera.

“El trasplante de un órgano representa una operación difícil, que puede realizar solamente un médico y en plazos muy breves. Si las autoridades están bien organizadas y disponen de un buen dispositivo de control, este tráfico se hace casi imposible”, declara Ruth-Gaby Vermot-Mangold.

En Suiza, como en el resto de países europeos, la venta de órganos humanos está prohibida por ley. “Están prohibidos la extirpación o el trasplante de órganos, tejidos o células de origen humano adquiridos a cambio de una recompensa económica o mediante la concesión de privilegios”, estipula la Ley Federal sobre Trasplante de Órganos, Tejidos y Células.

Reglamentaciones diferentes

“Organismos como Swisstransplant (la fundación nacional para la donación y el trasplante de órganos) no utilizan jamás órganos sin verificar su procedencia. Saben que se necesita estar en alerta y que existe una ‘zona gris’, a un paso de la ilegalidad”, subraya Ruth-Gaby Vermot-Mangold.

También las legislaciones de otros países europeos prohíben el tráfico de órganos humanos, en virtud de la protección de los derechos humanos. Aún así las reglamentaciones difieren mucho, sobre todo en lo que concierne la definición del vínculo entre el donante y la persona que recibe el órgano.

En Italia y Dinamarca debe existir una relación de parentesco entre donante y receptor. En Alemania puede ser suficiente un vínculo emocional muy fuerte entre ellos. En otros países, como Noruega, España, Austria y Suiza, la ley no exige ninguna relación específica entre donante y receptor. De ahí que exista un mayor peligro de una ‘zona gris’, o sea de abusos con fines lucrativos.

Fuertes presiones

“La reglamentación constituye un gran dilema. Por un lado es positivo que el donante sea un familiar o amigo. Por otro, se han descubierto casos en los que el receptor presentó un ‘falso’ amigo, que ni siquiera hablaba su lengua”, señala Ruth-Gaby Vermot-Mangold.

En opinión de Thomas Gruberski, es preferible una reglamentación más abierta que no limite la búsqueda de donantes. Según el experto, las leyes demasiado restrictivas no son sensatas ya que pueden generar grandes presiones y perjudicar la libre elección del donante.

“Pensemos por ejemplo en una madre que necesita un riñón. Si la ley impone que debe existir un parentesco, los hijos o el resto de familiares se sentirán bajo presión de donarle uno. En algunos casos puede incluso surgir un comercio en el seno de la familia: el hijo que dona un órgano y recibirá un porcentaje mayor de la herencia”, explica Gruberski.

Para la experta inglesa en Bioética, Janet Radcliffe Richards, la mejor solución para luchar contra el tráfico de órganos reside en liberar totalmente su comercio. De esta manera se podría mejorar el mejor control médico, sobre todo para garantizar la seguridad de los donantes.

Una propuesta que Ruth-Gaby Vermot-Mangold considera peligrosa: “Las personas que venden sus órganos se hallan a menudo en una situación de gran precariedad y viven en países muy pobres. Aunque se les ofreciera un servicio de seguimiento médico, muchos de ellos no se beneficiarían de él”.

Asuntos peligrosos

Es precisamente esta precariedad que explotan muchas personas en los países más ricos para procurarse un órgano en las regiones más pobres del mundo. En Suiza, aunque se han realizado investigaciones detalladas, no se han registrado abusos en ese sentido, indica Ruth-Gaby Vermot-Mangold.

Según un estudio que llevaron a cabo en 2004 el Comité Directivo de Bioética y el Comité Europeo de Salud, numerosas personas en los países europeos viajan a otras regiones del mundo para someterse a un trasplante, sobre todo a China, India, Turquía y algunos países africanos.

Para la elaboración de su informe destinado al Consejo de Europa, la parlamentaria suiza se reunió con donantes moldavos que habían vendido sus órganos en Turquía. Atraídos con promesas de trabajo no habían encontrado ningún empleo en Turquía. Para costear el viaje de regreso se les propuso vender un riñón por un precio de 2.000 a 3.000 euros.

“Hace algún tiempo vi de nuevo a uno de estos donantes moldavos. Gracias al dinero recibido se ha comprado una casita para su familia en Moldavia. Pero su estado de salud es pésimo”, concluye Ruth-Gaby Vermot-Mangold

Laureline Duvillard, swissinfo.ch
(Traducción y adaptación: Belén Couceiro)

Cerca de un millar de personas en Suiza están a la espera de un órgano.

El periodo de espera oscila entre 2 y 3 años para un riñón, y entre 6 y 9 meses en el caso de un pulmón, corazón o hígado.

67 de las personas que figuraban el año pasado en lista de espera fallecieron debido a la falta de un donante. En su mayoría estaban a la espera de un corazón, pulmón o hígado.

103 pacientes murieron el año pasado en el momento del trasplante. En otros 109 casos el órgano fue trasplantado de un donante vivo (riñón).

Respecto a muchos otros países europeos, el número de donantes es muy bajo en Suiza.

Con 13 donantes por cada 1.000 habitantes en 2009, Suiza se situaba al mismo nivel que Alemania y claramente por debajo de Francia e Italia. En España se contabilizaron 35 donantes por cada 1.000 habitantes.

La nueva normativa está en vigor desde el 1 de julio de 2007. Desde esa fecha se ha creado un Servicio Nacional de Asignación que dispone de la lista de espera completa de todo el país.

Los criterios para la asignación de órganos son: urgencia, eficacia y tiempo de espera.

La donación de órganos es gratuita. El comercio está prohibido.

La donación requiere la autorización del donante. En su ausencia de un documento que certifique su consentimiento se necesita la aprobación de los familiares.

Hospital Universitario de Ginebra: páncreas, intestino, hígado, riñón

Centro Hospitalario Universitario de Vaud (Lausana): corazón, pulmón, riñón

Hospital Insel de Berna: corazón, islotes de Langerhans, hígado, riñón

Hospital Universitario de Zúrich: páncreas, islotes de Langerhans, corazón, hígado, pulmón, riñón

Hospital Cantonal de San Gall: riñón

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