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Cobijo para refugiados sirios en Líbano

Niños sirios refugiados en un campo en el norte de Líbano. Foto: Sam Tarling, Caritas. Keystone

“El exilio forzado es la peor situación que puede haber”, dice Caroline Nanzer. La delegada en Líbano de la organización de socorro Caritas Suiza habla de su experiencia en el trabajo con los sirios que han huido de los disturbios en su país.

Desde el inicio del levantamiento contra el régimen de Bashar al-Assad, en marzo de 2011, cientos de miles de personas han buscado refugio en los países vecinos.  La agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha registrado 160.000 en Líbano, aunque Nanzer indica que muchos no se inscriben por temor a que sus nombres figuren en una eventual lista negra en Siria.  

A pesar del gran número de refugiados, el gobierno libanés no ha permitido que el ACNUR establezca campamentos formales para alojarlos. En cambio, los exiliados han alquilado apartamentos en casas particulares o han colocado  tiendas de campaña en los llamados asentamientos de tiendas de campaña en tierras alquiladas a particulares.

Caritas Suiza, que proporciona ayuda de emergencia en casos de desastre y trabaja en la reconstrucción y desarrollo en todo el mundo, coopera con organizaciones contraparte para ayudar a esos refugiados. Con la llegada del frío, proporciona mantas y ropa de abrigo, además de lonas de plástico para la impermeabilización de las tiendas y distribuye alimentos y medicinas.

Nanzer narra a swissinfo.ch los desafíos que enfrenta la organización.

Se estima que 700.000 refugiados han huido a Jordania, Líbano, Turquía, Egipto e Irak, para escapar del conflicto en Siria.

Más de 540.000 de ellos se han inscrito para la asistencia de las Naciones Unidas según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.

El ACNUR ha registrado a unos 160.000 de ellos en Líbano.

En las últimas seis semanas solamente, más de 140.000 han abandonado Siria con destino a los países vecinos.

Un reciente informe de la ONU advierte que el número de refugiados sirios en los países vecinos podría llegar a un millón 100 mil en junio próximo, si no ha concluido entonces el conflicto que se prolonga ya por 21 meses.  

La ONU ha pedido mil millones  de dólares de ayuda para financiar las operaciones de refugiados hasta junio.

El CICR informa que ha proporcionado agua potable a unos diez millones de personas desde octubre, como parte de los proyectos con la Media Luna Roja Siria.

swissinfo.ch: ¿A qué población atiende Caritas?

Caroline Nanzer: Estamos cuidando a las familias que viven en campamentos informales. Vemos este tipo de campos en todo el Líbano: en el valle de la Bekaa, pero también en el norte.  Decidimos atender a este tipo de familias, ya que son las más vulnerables y no pueden permitirse el lujo de pagar un alquiler.

En la Bekaa, donde vive un 60 o 70% de los refugiados sirios, los precios se han disparado.

swissinfo.ch: ¿Esta situación produce tensiones con la población libanesa local?

C.N.: Debemos reconocer que más del 50% de las familias sirias han sido albergadas por familias libanesas. Ha sido un gran apoyo.

He oído muchas historias sobre familias libanesas que huyeron a Siria cuando su país fue atacado por Israel en 2006.  Por eso, cuando los disturbios comenzaron en Siria, muchas de las familias sirias que habían albergado a libaneses en 2006 fueron a Líbano y recibieron la protección de esas familias con las que mantenían amistad.  

Sin embargo, regiones como la Bekaa y el norte, donde los sirios se han establecido, todavía son muy pobres. Muy recientemente, familias libanesas comenzaron a quejarse de que la ayuda llega a los sirios, pero no a las familias libanesas que están apoyando a esos refugiados. Eso crea tensión, es cierto.

swissinfo.ch: De los refugiados que llegan, algunos son partidarios de la oposición y algunos del gobierno? ¿Eso les plantea problemas?

C.N.: Como actores humanitarios, nuestro papel se limita a proporcionar apoyo y ayuda a las familias vulnerables. La tensión existe, no puedo negarlo, pero no impide nuestro trabajo.

Todas las familias han huido a causa de los abusos, debido a los bombardeos en sus lugares de origen, y esto afecta a todos. Pueden ser rebeldes o familias que no tienen afiliación política. Algunos refugiados no saben si todavía quieren apoyar al régimen. Nos dicen que solamente quieren sobrevivir en Líbano, con la esperanza de regresar a Siria.

Por las muchas entrevistas que he oído, está claro que los abusos son cometidos por ambas partes.

swissinfo.ch: ¿Qué creen que va a pasar al final?

C.N.: Lo que espero es que cedan los disturbios para que puedan regresar.  Muchos de ellos, especialmente los sunitas, dicen que no volverán mientras Assad esté en el poder.

Los disturbios han creado mucha tensión. Muchas personas dicen que hay un creciente sectarismo. Todo el mundo espera que las situación mejore para poder volver a casa.  

Pero ¿qué sucede realmente? Tenemos que esperar y ver.

Caritas Suiza forma parte de la organización Caritas Internationalis.

Según su sitio web, sus actividades incluyen la prestación de ayuda de emergencia en caso de desastres.

También “coopera con socios para implementar proyectos de reconstrucción y promover el desarrollo sostenible”.

En Suiza trabaja para combatir la pobreza y apoyar la integración social.

En el extranjero apoya proyectos en una serie de países de África, Asia, Europa, América Latina y Oriente Medio.

Ayuda a los refugiados sirios con el suministro de alimentos, frazadas, artículos de aseo, ropa y asistencia médica.

Ha distribuido lonas de plástico para impermeabilizar las tiendas de campaña, elaboradas a menudo con simples sacos de tela.  

También ofrece asesoramiento psicológico y social.

En Líbano, Caritas Suiza opera a través de su socio local, el Centro de Caritas en Líbano para Migrantes.

Como “organismo de ejecución”, recibe dinero de ACNUR y de otros donantes institucionales para su trabajo en Líbano.

También recibe fondos de Solidaridad Suiza, fundación que recauda capital para ayuda humanitaria, respaldada por la Sociedad Suiza de Radiodifusión.

En el terreno, en Líbano, trabaja con organizaciones como el Consejo Danés para los Refugiados, el Consejo Noruego para los Refugiados, Handicap International, International Medical Corps y el Comité Internacional de la Cruz Roja.

swissinfo.ch: ¿Cuáles son las historias que se escuchan?

 C.N.: Algo de lo que me ha conmovido mucho son los casos de mujeres que llegaron sin sus maridos y se encuentran como jefas de hogar.  Es un cambio enorme para ellas en términos de roles de género. En la sociedad siria tenían un papel muy tradicional, como amas de casa y al cuidado de los niños. Ahora  buscan trabajo y están descubriendo lo que es tener un papel económico en la familia. Estoy segura de que eso tendrá un impacto una vez que regresen a Siria.

Nosotros esperamos tener más y más programas centrados en la mujer.  El exilio forzado es la peor situación que puede haber, pero como actores humanitarios, si podemos plantar algunas semillas entre las mujeres de esta comunidad, habremos alcanzado una meta en el desarrollo de sus capacidades.

El problema es que en las zonas donde se han asentado, no hay mucho más empleo que en la agricultura y la construcción, sectores en los que las mujeres por lo general no trabajan.  

El Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas pretende desarrollar programas que incluyan a las comunidades libanesas de acogida. Por ejemplo, la capacitación de las mujeres para crear pequeñas empresas, como una panadería. Con imaginación y fondos se pueden abrir oportunidades.

swissinfo.ch: ¿Qué pasa con los niños y su educación?

C.N.: Este es un desafío enorme. Pero no es la primera vez que Líbano recibe  una gran cantidad de refugiados. Hace un par de años, vinieron muchos  iraquíes, por ejemplo. Los programas que se implementaron para los iraquíes se están reproduciendo para los refugiados sirios.

Existe la voluntad de las familias de matricular a sus hijos en la escuela, pero también tienen miedo. Por ejemplo, en el valle de la Bekaa ha habido una gran cantidad de secuestros. Las familias no pueden decirlo abiertamente, pero les preocupa que los niños salgan.

También hay otros desafíos: las familias están dispersas por todo el lugar, algunas en zonas muy remotas.  Es difícil llevar a los menores a la escuela, porque cuesta mucho dinero. ACNUR y UNICEF, por ejemplo, han invertido mucho en ello.

El Centro de Caritas en Líbano para Migrantes tiene un programa que intenta llevar a 11.000 niños a la escuela. Es algo en lo que nos centraremos en el 2013, para asegurar que los chicos mantengan su aprendizaje.   

Traducción, Marcela Águila Rubín

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