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Inversiones chinas en Suiza, ¿una confesión de debilidad?

Ren Jianxin, el hombre fuerte del gigante estatal ChemChima, a su llegada a Syngenta, en Basilea, el 3 de febrero de 2016. Reuters

La oferta de compra que hizo ChemChina por Syngenta refleja la estrategia china de adquirir experiencia y tecnologías características de Occidente. La expansión fuera de las fronteras nacionales se debe a que la economía china ha dejado de crecer a tasas elevadas y tiene problemas para hallar ‘en casa’ nuevas formas de crecimiento con valor añadido.

Hoteles (el Palace de Lucerna), transporte aéreo (Swissport), marketing deportivo (Infront), materias primas (Mecuria, Addax), relojería (Eterna, Corum), industria metalúrgica (Swissmetal): el apetito de los capitales chinos para hacerse con empresas suizas es muy eclético. Y parece insaciable.

Hace unos días supimos que el fabricante de los emblemáticos termos y cantimploras Sigg también pasará a las manos del grupo chino Haers por 16 millones de francos.

Pero los mercados se quedaron sin habla a principios de febrero, cuando se anunció la mayor adquisición que han hecho los chinos en el extranjero: ChemChina destinará 43 000 millones de dólares a la compra del grupo agroquímico suizo Syngenta, una noticia que acaparó las portadas de la prensa helvética.

ChemChinaEnlace externo, titán con capital público cuya gestión depende directamente del gobierno central, no oculta sus ambiciones internacionales.

En 2015, sus redes se lanzaron sobre el fabricante italiano de neumáticos Pirelli (en el que invirtió 7 400 millones de euros) y, recientemente, anunció la adquisición de la firma alemana de máquinas-herramientas KraussMaffel (por 925 millones de euros).

La diversificación es una de sus prioridades y esta razón explica que ChemChina se fijara en enero en la adquisición del 12% de las acciones de la empresa ginebrina de materias primas MercuriaEnlace externo.

“Desde hace diez años, el gobierno chino sigue una política de internacionalización que busca crecer en otros países. Los inversores chinos ponen la mira en las empresas con finanzas débiles que, por tanto, son una presa fácil –como la automotriz Volvo–, o en compañías con un alto desarrollo y conocimiento de un producto o sector, o con tecnología punta o patentes valiosas. Esta estrategia puede interpretarse como una forma de conquistar el mundo, pero también como una confesión de la debilidad, ya que en China no se hallan las condiciones ni los recursos necesarios para evitar el estancamiento que tanto temen las autoridades”, explica Marc LaperrouzaEnlace externo, profesor de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL).

“Es la prueba de que en China no se hallan las condiciones ni los recursos necesarios para evitar el estancamiento que tanto temen las autoridades”

Modernizar la agricultura

A pesar de los enormes esfuerzos que ha realizado en los últimos años para modernizar su economía, China tiene dificultades para elevar la calidad de sus productos y acrecentar el valor añadido de su industria en tiempos en los que su economía pierde ritmo. El problema se observa también en el sector agrícola. Después de la adquisición de tierras fértiles en África o Australia, China se enfoca ahora en modernizar sus instalaciones de producción con objeto de garantizar los medios de subsistencia que exige una población de más de 1 300 millones de personas.

“La agricultura emplea al 30% de la fuerza laboral china, pero contribuye con solo el 9% del Producto Interior Bruto (PIB), y la superficie de tierra cultivable se reduce inexorablemente en este país. Para alcanzar una autosuficiencia alimentaria del 95%, que es la meta del gobierno, es imprescindible aumentar la productividad y esto no será posible sin biotecnologías punta. La compra de Syngenta reviste, pues, una importancia estratégica para Pekín”, afirma el consultor suizo Joachim RudolfEnlace externo, quien hasta hace poco era director de Finanzas de la compañía china Cathay Industrial Biotech.

En general, las empresas chinas cuentan con fondos generosos para ponerse al día en diversas áreas económicas. En 2015, invirtieron 61 000 millones de dólares en fusiones y adquisiciones en el extranjero, seis veces más que hace una década. Y para los corporativos chinos, Suiza es un destino muy valorado. El año pasado, el país alpino ocupaba el 9º lugar en el índice de empresas europeas adquiridas por inversores chinos.

Empleo garantizado

Pese al recelo habitual de la población y de los empleados de las empresas adquiridas, los inversores de Extremo Oriente no constituyen un riesgo para la preservación de los empleos en Suiza, considera Joachim Rudolf. “En Alemania, la mayor parte de las empresas adquiridas con capital chino no han sido objeto de reestructuraciones. A diferencia de las firmas estadounidenses o fondos de inversión cuya única prioridad es cumplir con la meta financiera, las compañías chinas quieren aprender y adquirir conocimientos”.

“A diferencia de las firmas estadounidenses o fondos de inversión cuya única prioridad es cumplir con la meta financiera, las compañías chinas quieren aprender y adquirir conocimientos”

Por ejemplo, el reciente anuncio de que el grupo estadounidense General Electric adquiere los centros de producción de Alstom en Suiza conllevará una importante reestructuración y la pérdida de cientos de empleos. Es una de las razones que condujo a Syngenta a manos de ChemChina y no a las del grupo Monsanto, pese a que el corporativo estadounidense ofreció 4 000 millones de dólares más que su rival de China.

“Syngenta mantendrá su autonomía en Basilea, se mantendrá al cuerpo directivo en Suiza y no se recortarán empleos. Con Monsanto, las cosas habrían sido muy distintas”, confiesa a swissinfo.ch una fuente que participó directamente en las negociaciones, pero pide guardar el anonimato.

“Claramente, esta no será la última adquisición de ChemChina en Suiza, por lo que China tiene interés en causar una impresión positiva”, añade Joachim Rudolf.

Difícilmente deslocalizable

¿Debería Suiza preocuparse con la posibilidad de que los chinos estén simplemente interesados en aprender todo lo posible para luego repatriar la producción y la investigación a su país? “La fuerza de una empresa como Syngenta está en sus patentes, en sus mentes brillantes, en sus laboratorios de investigación y en todo el entorno que permite su trabajo cotidiano. Ni con todo el dinero del mundo o con toda la voluntad es posible desplazar todo esto a Shanghái, Shenzhen o Chengdu”, sostiene Marc Laperrouza.

Lo mismo ocurre en la relojería de lujo, protegida por la etiqueta ‘Made in Switzerland’, opina Francisco Pires, sindicalista de UNIAEnlace externo que ha seguido de cerca la compra de la marca suiza Corum por el grupo chino Haidian en 2013.

“Los temores, sin embargo, son mayores en otros sectores industriales, como el de las máquinas herramienta, ya que es mucho más sencillo enviar ingenieros a formarse en Suiza para después transferir los conocimientos y la experiencia a China u otros países emergentes”, afirma Pires.

¿Cómo evitar el choque cultural?

La adquisición de empresas suizas por grupos chinos no siempre se ha traducido en experiencias positivas. Suele haber dudas sobre la compatibilidad de dos estilos de gestión completamente opuestos.

Ocurrió en 2011, cuando el grupo chino Haidian retomó la firma relojera Eterna. “En la fase posterior a la adquisición, Haidian se concentró exclusivamente en la situación financiera de Eterna, dejando de lado temas como las peculiaridades de la operación cotidiana de las empresas relojeras o las diferentes filosofías empresariales que hay entre Oriente y Occidente. Por consiguiente, surgieron problemas de comunicación y comprensión entre los equipos directivos de Suiza y de China”, confesó recientemente a swissinfo.ch Gaosheng Yan, representante del grupo Haidian en Eterna.

En el caso de Corum, en La Chaux-de-Fonds –adquirido por Haidian –, sin embargo, Francisco Pires y sus colegas sindicalistas realizaron un importante trabajo de difusión y explicación sobre las particularidades del derecho laboral suizo. “Esto no solo se ha hecho en el caso de los inversores chinos, sino también con los que vienen de Francia, Italia u otros países que a veces se creen en el Lejano Oeste y piensan que la paz laboral de Suiza les da derecho a hacer cualquier cosa”.

Traducción del francés: Andrea Ornelas

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