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“De repente, fue horrible”

Hace treinta años, periodistas de la televisión pública suiza se encontraban en el aeropuerto internacional de Zúrich a la espera de personas que regresaban de China. Esos turistas suizos traían los primeros testimonios de la represión política en la Plaza de Tiananmen de Pekín y en otras ciudades chinas el 4 de junio de 1989.

Recurrimos a nuestros archivos para buscar reportajes sobre la cobertura televisiva de esos eventos. El video adjunto reúne las descripciones de lo que algunos turistas suizos vieron y experimentaron ese día. También muestra escenas de la represión.

En las primeras horas del 4 de junio, los soldados chinos aplastaron manifestaciones masivas que durante semanas habían pedido nuevos límites al poder del gobernante Partido Comunista y una liberalización política similar a la que ocurría en Europa del Este. China reaccionó de otra manera. Hasta hoy, tres décadas después, es aún incierto el número de víctimas derivado de la respuesta de las autoridades.

Relaciones bilaterales en tela de juicio

La represión consternó a periodistas, diplomáticos e inversionistas extranjeros. Llevó a muchos gobiernos, incluido el helvético, a cuestionar sus relaciones políticas y económicas con el país asiático. Por un tiempo breve, todo pareció quedar en tela de juicio, incluido el todavía pequeño pero creciente comercio entre Suiza y China.

La información que encontramos en nuestros archivos refleja la conmoción, la incertidumbre y los difíciles cálculos de los responsables suizos de la toma de decisiones en aquel momento.

Esta fue probablemente la primera vez que Suiza criticó públicamente la política interna china caracterizándola de violatoria de los derechos humanos, señaló Ariane Knüsel, investigadora posdoctorante en Historia Contemporánea en la Universidad de Friburgo. El gobierno suizo pidió públicamente indulgencia en la sentencia de los líderes de la protesta, precisó.  

Inmediatamente después de la represión, Berna prohibió las exportaciones bélicas y congeló un cargamento de armas previamente acordado.

Pero las autoridades helvéticas se apresuraron a señalar que no considerarían sanciones económicas. Suiza terminó beneficiándose del aislamiento temporal de Pekín, señaló Knüsel, porque Berna mantuvo el diálogo con funcionarios chinos en ese momento de aislamiento internacional.

Inquirido sobre si las empresas helvéticas tendrían que cancelar sus inversiones en China, Uli Sigg, fundador y entonces presidente de la Cámara de Comercio Suizo-China y más tarde embajador en China, declaró que era demasiado pronto para decirlo. “La ruptura de relaciones no serviría a ninguna de las partes”, declaró a la televisión pública el 6 de junio. “Si aquellos que buscan reformas llegan al poder, que es la esperanza de los círculos empresariales, veo un resurgimiento de las relaciones comerciales”, anotó.

En septiembre de 1989, la televisión pública suiza viajó a Pekín para informar sobre eventuales cambios en la situación económica de Pekín para los inversionistas suizos. El consenso entre los entrevistados fue que la situación parecía sombría, pero que estaba mejorando, al menos económicamente.

“Independientemente de la todavía incierta situación política, la Suiza oficial efectúa amables intercambios con los chinos y finge que no ocurrió nada en los últimos cuatro meses”, comentó un corresponsal de la televisión suiza de vuelta casa. “Hay un montón de proyectos en marcha y el pueblo chino presiona para que sus necesidades sean satisfechas”.

En toda Europa, la indignación inicial se transformó rápidamente en indiferencia y en un retorno a la aceptación incondicional de las inversiones en China y el comercio con la que ahora es la segunda economía más grande del mundo.

En 1988, el año anterior a la protesta, apenas el 1% de las exportaciones suizas se destinaron a China. La situación ha cambiado drásticamente. Desde 2010, el país asiático es el tercer socio comercial de SuizaEnlace externo, después de Estados Unidos y la Unión Europea.

A principios de este año, el Gobierno suizo puso fin a un programa de capacitación en derechos humanos para cuadros chinos, único de su tipo. Se dijo que el Consejo Federal había abandonado la referencia a los derechos humanos en las recientes negociaciones sobre la participación de Suiza en la iniciativa de infraestructura para One Belt One Road (La nueva Ruta de la Seda) de Pekín.

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Traducido del inglés por Marcela Águila Rubín

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