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Pagar 5 veces más por un jamón en Suiza

Muchas tiendas en Suiza ofrecen el descuento del 20% a causa de la fuerza del franco frente al euro. Keystone

En Suiza, una botella de Coca-Cola cuesta 40% más que en Alemania. Y para degustar un jamón italiano de Parma es mejor prepararse a pagar hasta cinco veces más que en cualquier sitio de la zona euro. ¿Debería intervenir el gobierno suizo para que los precios baje o son las fuerzas de mercado las que deben marcar la pauta?

Los suizos pagan 15.000 millones de francos suizos más (unos 15.800 millones de dólares) por consumir artículos para el hogar que sus  vecinos. Y esto se explica simplemente por el hecho de que las empresas cobran más caros sus productos a Suiza que a sus propios mercados, refiere la Fundación de Protección al Consumidor.

La agrupación encargada de defender los derechos del consumidor, apoyada por la industria hostelera, tiene prevista una iniciativa popular que buscará que el gobierno actúe en contra de los importadores que estafan a los suizos haciéndoles pagar precios desorbitados. Un proyecto con una relación estrecha con una iniciativa parlamentaria que se presentó en septiembre que busca revisar las leyes anti carteles.

El debate sobre los consumidores suizos que pagan más que sus vecinos por exactamente el mismo producto no es nuevo. Pero la repentina apreciación del franco suizo el pasado 15 de enero -cuando el Banco Nacional de Suiza abandonó la defensa de la moneda eliminando el tipo de cambio mínimo que operaba- ha acrecentado el escrutinio sobre los problemas derivados de ser una “isla de los precios altos”.

En principio, el repunte en el poder adquisitivo que lograron los consumidores individuales y empresariales de Suiza como resultado de la depreciación del euro tendría que compensar, al menos parcialmente, el hecho de que se hayan encarecido las exportaciones y las tarifas hoteleras helvéticas. Pero no es así. La realidad es que muchos proveedores de la zona euro cobran precios muy altos a sus acaudalados clientes suizos.

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Un dato, en 2004 el gobierno informó que las empresas helvéticas habrían podido economizar CHF65 mil millones al año de haber accedido a sus suministros al mismo precio que las empresas de la eurozona.

“Si las empresas suizas van a Alemania a comprar piezas o herramientas, sabemos que los proveedores van a cobrarles una ‘prima suiza’ extra sobre el precio”, dijo a swissinfo.ch Peter Dietrich, director ejecutivo de Swissmem, grupo de cabildeo que representa los intereses de las industrias de la construcción, maquinaria, electrónica y fabricación de metales. “Siempre somos el chivo expiatorio que debe pagar más“.

Iniciativas previstas

Casimir Platzer, director de Gastrosuisse, que aglutina a miembros de las industria hotelera y de la restauración, teme que el problema empeore debido a la apreciación del franco frente al euro así que ha tomado cartas en el asunto.

Platzer, quien dirige un negocio y encabeza un movimiento de consumidores, trabaja activamente en la tarea de sentar las bases para lanzar una iniciativa destinada a promover “precios justos para las importaciones”.

“Es arbitrario que el jamón de Parma, por poner un ejemplo, cueste 10 euros por kilo (10,7 francos suizos) dentro de la zona euro y valga 50 francos en Suiza”, expresó recientemente al periódico Tages-Anzeiger. Pero esto se explica en que las leyes suizas para combatir los carteles no tienen la suficiente fuerza en Suiza como para evitar que los proveedores extranjeros cobren precios abusivos al consumidor helvético.

Platzer ha declinado informar la fecha tentativa  en la que la iniciativa estaría lista para presentarte y también ha evitado hablar sobre su contenido. Pero afirma que hay cada vez más industrias que lo apoyan.

Por otra parte, está en el tintero un largamente preparado proyecto parlamentario para realizar reformas legislativas que combatan los carteles de precios. El texto original fue rechazado en 2014 por diferencias irreconciliables en los políticos y los grupos empresariales que negociaban. Pero en septiembre, el senador Hans Altherr lanzó una nueva propuesta en este sentido que se centra en proteger del impacto de los carteles sobre todo a las pequeñas empresas con una participación modesta en el mercado (en vez de proteger los intereses de los monopolios).

La Federación Suiza de Negocios (economiesuisse) está totalmente en contra de ambas iniciativas. Afirma que sería difícil definir qué empresas serían alcanzadas por la ley revisada y los empresarios se rehúsan a que aumente la regulación a la que son sometidos.

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“La diferencia de precios es uno de los pilares de toda economía de libre mercado”, expresó a swissinfo.ch Thomas Pletscher. “Y cualquier intervención del estado en la fijación de precios resultaría contraproducente en el largo plazo”.

Otros caminos son mejores

En opinión de Thomas Pletscher, la Comisión de Competencia de Suiza cuenta con suficientes ‘dientes’ para resolver problemas y ara arrancar de raíz toda práctica anticompetitiva o monopólica.

El fabricante de dentífricos Gaba International fue multado en 2009 cuando intentó impedir que un cliente austriaco revendiera sus productos en Suiza. Dos años después Nikon también fue castigada por la misma práctica –que en el mercado se conoce como importación paralela- y BMW también fue multada en 2012 por prácticas que inhibían la competencia. Y hay más investigaciones en curso.

Peter Dietrich, de Swissmem, no está convencido de que las regulaciones sean el mejor camino para poner un alto a los precios.

Existen evidencias de que los precios para los consumidores están cayendo en Suiza desde que el BNS anunció su nueva política cambiaria en enero. Los escaparates en las calles exhiben vistosas ofertas especiales desde hace algunas semanas y los grandes grupos de venta minoristas también promueven las gangas que ofrecen.

Acciones que se han visto impulsadas por el creciente “turismo de consumo”,  es decir, suizos que deciden cruzar las fronteras hacia los países vecinos de la eurozona para realizar sus compras. Una práctica que hará perder varios miles de millones de francos suizos anuales a las tiendas helvéticas.

Muchos observadores opinan que lo anterior evidencia que la libre competencia y los mercados están haciendo su trabajo.

Adicionalmente, algunas PME suizas se reagrupan para hacer la compra de sus insumos, lo que fortalece su poder de negociación. Incluso hay ejemplos de PME que crean entidades en países de la zona euro para hacerse pasar como compradores locales.

La regulación es necesaria

Sin embargo, el Señor Precios Stefan Meierhans, cuya misión es velar por los intereses de los consumidores- considera que si es necesario realizar más esfuerzos para que los proveedores y los intermediarios de bienes no manipulen los precios sin que la autoridad lo sepa.

“La ruta de la regulación es el único camino eficaz para hacer frente a los precios desorbitados que hay e Suiza“, dijo a swissinfo.ch. “Se requiere la intervención del Estado para garantizar que no haya distorsiones en la competencia del mercado”, dijo.

Meierhans añadió: “Debemos entender la distorsión que existe en el mercado. Por ejemplo, un impresor suizo tiene muy pocas oportunidades de competir con sus homólogos alemanes debido a que el precio del papel es entre 20 y 40% más alto en Suiza. Los proveedores extranjeros están segmentando los mercados y obligando a los compradores suizos a pagar más que sus otros clientes“.

¿Por qué son tan altos los precios en Suiza?

Diversos factores lo explican.  Los elevados salarios y los costosos alquileres juegan en esta ecuación. Muchos de los productos de nicho que Suiza ofrece al mundo exigen un gran de trabajo y conocimiento, así como el pago de sueldos elevados a la fuerza laboral del país.

Thomas Pletscher, de economiesuisse, afirma que las firmas suizas pagan una prima por tener en sus filas a los trabajadores más capacitados y productivos del mundo, y por gozar de los beneficios de un sistema de formación dual que es muy eficaz y que los provee de empleados que responden a las necesidades del mercado.

También está el problema de las barreras comerciales que Suiza ha ido librando durante los últimos años. El principio ‘Cassis Dijon’ (que permite, gracias a una sentencia de 1979, que todo producto legalmente fabricado y comercializado legalmente en algún país de la UE pueda ser comercializado tal cual en los otros países de este bloque económico) se introdujo también en Suiza en 2010.

Pese a ello, una serie de productos se han dejado deliberadamente fuera de la lista de lo que Suiza importa de forma regular a Europa, especialmente en el caso de los medicamentos, químicos y artículos eléctricos. Además, el etiquetado de seguridad debe ser proporcionado en los tres principales idiomas suizos, lo que añade costos al productor europeo, que no siempre está dispuesto a pagar.

Y está finalmente la inclinación natural que tienen los suizos hacia los productos de calidad. Gustan de las ofertas, pero en principio siguen dispuestos a pagar más por algo de calidad.

Traducción del inglés: Andrea Ornelas

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