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Patrimonio cultural en tiempos de amenaza bélica

El régimen talibán destruyó los grandes Budas de Bamiyán. Keystone

Suiza conmemora el 50° aniversario de la Convención de La Haya para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado, adoptado por la ONU tras la Segunda Guerra Mundial.

Desde esa fecha el documento se ha ido adaptando continuamente a la evolución del mundo.

“Nos damos cuenta del valor que tiene el patrimonio sólo cuando lo perdemos, como Varsovia después de la guerra: una joya destruida por las atrocidades de la guerra“, afirma François Guex, presidente del Comité Suizo para la Protección de los Bienes Culturales (CSPBC).

Guex cita, entre otros múltiples ejemplos, los grandes Budas del acantilado de Bamiyán que demolieron los talibán o la ciudad croata de Dubrovnik bombardeada durante la guerra en la antigua Yugoslavia.

El patrimonio es la identidad de un pueblo

François Guex subraya la importancia de su trabajo: “Nos hemos dado cuenta de que cuando se destruye con las armas una gran parte del patrimonio cultural de una nación, la que se resiente es la identidad de esa misma nación”.

Esta concienciación se inició al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando después de enterrar a millones de muertos, Europa se percató de la destrucción masiva de sus riquezas culturales. Catedrales, bibliotecas, museos, archivos, a veces ciudades enteras fueron demolidas y borradas de la memoria colectiva.

“Nunca más”, se dijeron los estados beligerantes al firmar, en 1954, la Convención de La Haya para la Protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado. Se trata de una Convención de la ONU que somete el patrimonio cultural bajo la protección del derecho internacional, de igual modo que los Convenios de Ginebra deben proteger la vida, la integridad y los derechos de los seres humanos.

Historiadores en el Ministerio de Defensa

En Suiza, compete a la Protección de los Bienes Culturales (PBC), aplicar la Convención de La Haya; un centro de competencia nacional que depende del Ministerio de Defensa.

“Es verdad. En medio de los militares podemos parecer un pez fuera del agua, pero en el fondo nuestra presencia aquí tiene su lógica, dado que nos ocupamos de la distribución de los bienes culturales en caso de conflicto armado”, afirma con una sonrisa Rino Büchel, colaborador de la PBC.

Suiza ha tenido la suerte de no verse involucrada en una guerra durante varios siglos, pero el país ha vivido conflictos civiles. Rino Büchel cita el más reciente, el que enfrentó a los cantones de Berna y del Jura hasta finales de la década de los años 1970. En el marco de este conflicto se destruyó la estatua ‘Fritz’, símbolo de quienes se oponían a la separación del cantón de Berna.

Este ejemplo ilustra perfectamente lo difícil que es distinguir un conflicto político de un acto de vandalismo. Y tampoco es tarea fácil identificar y penalizar a los culpables.

Pero la principal amenaza del patrimonio cultural helvético son las catástrofes naturales, como los incendios que sufrieron el casco antiguo de Berna o el famoso Puente de la Capilla de Lucerna. O las inundaciones, como las que arrasaron el cantón del Valais en el año 2000.

Prevención y colaboración

“Nuestro trabajo es de carácter preventivo”, explica Büchel. “Consiste en establecer inventarios, pasar los archivos a microfichas, elaborar planes en caso de catástrofe, construir refugios, formar a los bomberos y a los responsables de la protección civil.”

El trabajo se realiza en colaboración con el Comité suizo para la Protección de los Bienes Culturales. Nombrado por el Gobierno, este órgano reagrupa a unos veinte expertos. Entre ellos figuran arqueólogos, historiadores del arte y responsables de la protección de los monumentos.

El federalismo helvético impone una colaboración estrecha entre los centros nacionales, los cantones y las comunas, sobre todo en lo que se refiere a la aplicación de bases legales, la formación o las intervenciones concretas.

Pero la colaboración va más allá de las fronteras suizas. Después de las inundaciones que asolaron a la República Checa, por ejemplo, Berna envió a un experto y una máquina especial para rescatar los archivos.

Una Convención actualizada

Medio siglo después de la firma de la Convención de La Haya, han cambiado las misiones, de la misma manera que ha cambiado el mundo. “La población mundial se ha duplicado, un dato que ha tenido consecuencias para la ecología, la seguridad y el clima”, explica Rino Büchel.

Y también ha cambiado la naturaleza de los conflictos, agrega François Guex. “Hay casos en los que el objetivo de los combates no es el ejército enemigo, sino los símbolos de su identidad cultural, como las iglesias o las mezquitas.”

Por ello ha sido necesario agregar actualizar la Convención y especificar las responsabilidades que incumben a cada estado y las medidas prácticas que deben aplicar. Adoptado por la ONU en 1999, el Segundo Protocolo Adicional a la Convención de La Haya festeja este 14 de mayo su quinto cumpleaños.

En marzo pasado el Parlamento suizo ratificó el texto, que establece reglas de comportamiento para respetar lo que merece ser respetado. Un problema que afronta también el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que en el 2000 publicó un libro sobre el tema.

Responsabilidad de los estados

Con el Segundo Protocolo Adicional, los gobiernos asumen responsabilidades concretas y “los políticos ya no pueden atribuir la responsabilidad a los ejecutores materiales de los estragos”, afirma Büchel.

De acuerdo al texto del Protocolo, cada vez que se destruye un bien cultural, los militares tienen la obligación de rendir cuentas sobre sus acciones y de demostrar que la destrucción era inevitable.

Los países signatarios del documento se comprometen formalmente a perseguir a los autores, pero es muy difícil valorar y cuantificar los crímenes contra el patrimonio cultural. Los jueces encargados de decretar las penas tienen no tienen una tarea fácil.

Aún así François Guex se muestra optimista: “No podemos cambiar la humanidad, pero podemos seguir avanzando en la concienciación de la población. Y esto es en sí un progreso enorme”.

swissinfo, Isabelle Eichenberger
(Traducción: Belén Couceiro)

1954: adopción de la Convención de La Haya
1962: adhesión de Suiza a la Convención
1999: II Protocolo adicional tras la guerra en los Balcanes
2004: Suiza ratifica el II Protocolo

El 50° aniversario de la Convención de La Haya se conmemora del 13 al 15 de mayo en Friburgo, sede de la Sociedad suiza para la Protección de los Bienes Culturales, que a su vez cumple 40 años.

El 14 de mayo es además el quinto aniversario de la firma del Segundo Protocolo Adicional a la Convención de La Haya.

Las celebraciones en Friburgo cuentan con el respaldo del Comité Suizo de la UNESCO.

La Convención de La Haya es el primer instrumento internacional con vocación internacional que se concentra exclusivamente en la protección del patrimonio cultural.

La Convención se aplica a bienes como los muebles e inmuebles, incluidos de los monumentos arquitectónicos, artísticos o históricos, las obras de arte, los manuscritos, los libros y otros objetos artísticos, históricos o arqueológicos, así como a las colecciones científicas de todo tipo.

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