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Un cobijo digno para los ‘clandestinos’

Centro de acogida nocturna, como el de Caritas en Vevey: una solución temporal para inmigrantes y 'clandestinos'. Keystone

Cada vez más solicitantes de asilo en Suiza desaparecen antes de que se tramite su demanda. Sumidos en la clandestinidad, intentan encontrar un trabajo y un alojamiento temporales. Algunos ciudadanos han decidido infringir la ley para darles cobijo.

Una doble huida marcada por el miedo permanente a ser descubiertos.

Es el destino que comparten muchos solicitantes de asilo que, después de escapar de su país y llegar a Suiza, se esfuman en la nada.

Los que no dejan rastro son, sobre todo, los solicitantes de asilo que han recibido una respuesta negativa (demanda denegada o bien no admitida a trámite).

En lugar de salir de Suiza, de forma voluntaria o en el marco de una repatriación forzada, prefieren esfumarse. Así engrosan la lista de los denominados sin papeles (o clandestinos).

Algunos ni siquiera esperan una decisión definitiva de las autoridades. En 2011, el 12,7% de los solicitantes (82.607) desapareció mientras se tramitaba su demanda, según la Oficina Federal de Migración (OFM). La cuota fue del 12% en 2010 y del 9% en 2008.

Generalmente son personas conscientes de que la respuesta a su petición puede ser negativa, señala la OFM. La mayoría de ellas abandona Suiza rumbo a otros países. Mientras esperan la tramitación de su solicitud,  puntualiza la OFM, pueden desplazarse libremente.

Tratado de Dublín

“Muchas veces se arriesgan a ser reenviadas en el marco del tratado de Dublín”, explica Balthasar Staehelin, responsable de la ayuda a los solicitantes de asilo en el Hospicio General de Ginebra.

“Formalmente están en proceso de tramitación, pero saben que no tienen posibilidad alguna de quedarse en Suiza. Y como los procedimientos son largos, les sobra tiempo para borrar todo rastro de su existencia”, prosigue.

En opinión de Staehelin, poco o nada se sabe del destino de estas personas. “No existen estudios para averiguar qué hacen con su vida y adónde van”.

Quienes desaparecen suelen ser jóvenes sin familia, revela Moreno Casasola, de la asociación Solidarité Sans Frontières (Solidaridad sin Fronteras).

“Buscan un techo y un trabajo en una fábrica o en la construcción. Las mujeres intentan ganarse la vida en los servicios de limpieza o el cuidado de personas a domicilio”.

Deseo de autonomía

Obviamente, encontrar un alojamiento es difícil para un clandestino. Algunos han tenido la suerte de contar con la ayuda de Beat*. Este joven de treinta años, que reside en la región de Berna, no dudó en hospedar a una docena de sin papeles, incluso sabiendo que violaba la ley.

“Corro el riesgo de ser condenado a pagar una multa y hasta un año de prisión por facilitar la estancia ilegal”, explica Beat a swissinfo.ch.

No le preocupan las sanciones que prevé la Ley de Extranjería. “Lo hago sencillamente para ayudar a gente en dificultades, lo cual considero una acción justa”.

Junto con un grupo de conocidos, Beat ha acondicionado habitaciones en un edificio de la periferia de Berna. “En él viven tres personas del norte de África que llevan algunos años en Suiza. Conocí a una de ellas por casualidad, jugando al fútbol”.

Es gente más o menos independiente. “Se ganan la vida sin ayuda de nadie y buscan permanentemente un empleo, por ejemplo, en empresas de mudanza o restaurantes que no les exigen un permiso de trabajo”.

De vez en cuando Beat les ayuda con una decena de francos. Pero las aportaciones económicas no son la norma.

“Suelen rechazar el dinero. Quizás por una cuestión de dignidad o tal vez porque no quieren aprovecharse de nuestra generosidad. Sencillamente desean ganarse la vida por sus propios medios”.

Miedo a la policía

En Zúrich, Berna y Basilea, prosigue Beat, hay personas que comparten vivienda con clandestinos. “Es como vivir con inquilinos normales, solo que no pagan el alquiler. Pero aportan su granito de arena en las labores domésticas”.

En el pasado también Beat alojó a gente sin papeles en su casa. “Algunos se quedaron solamente un par de días, con otros entablé lazos de amistad”.

Recuerda con mucha tristeza el día en que una persona desapareció sin previo aviso. “Más adelante supe que terminó en prisión tras ser descubierta en un control policial. Me duele pensar que se encarcele a gente que no ha hecho nada malo”.

“Lo que me sobrecoge es la inseguridad y la falta de perspectivas en sus vidas. No saben qué puede ocurrir cuando salen de casa.

Esta sensación de miedo se da especialmente en los solicitantes de asilo: como las autoridades saben de su existencia, les resulta más difícil pasar desapercibidos. Viven bajo una presión permanente.”

La actual vivienda de Beat es demasiado pequeña para acoger a más personas. “De vez en cuando me cruzo con viejos conocidos en la calle”.

El momento más gratificante, dice, fue cuando se reencontró con una persona a la que había hospedado en su época de estudiante en Friburgo.

“Me contó que ya no era clandestino. Había regularizado su situación. Me sentí orgulloso de haber ayudado a alguien a enderezar su vida”.

*nombre ficticio, la redacción conoce su identidad

En 2011 se presentaron 22.551 solicitudes de asilo en Suiza.

Se trata de un incremento del 44,9% respecto al año 2010 y el afluyo más importante desde 2002.

En su mayoría provienen de Eritrea (3.356 solicitudes), Túnez (2.574) y Nigeria (1.895).

Este aumento se debe sobre todo a las crisis que han golpeado el norte de África.

En 2011 Suiza concedió asilo a 3.711 personas (3.449 en 2010).

Fuente: Oficina Federal de Migración

Las estimaciones sobre el número de indocumentados (sin papeles en regla) en Suiza varían según la fuente.

Un estudio del instituto de investigación gfs.bern, realizado en 2005 en seis cantones, los cifra en 90.000 (20.000 en el cantón de Zúrich).

Según el Instituto de Migración de la Universidad de Neuchâtel, su número oscila entre 70.000 y 180.000 (datos de 2002).

En la categoría de sin papeles figuran, sobre todo, los antiguos trabajadores temporeros (que ya no tienen derecho a un permiso), migrantes de países extracomunitarios y solicitantes de asilo rechazados (solicitud denegada o bien no admitida a trámite) o cuya demanda está en trámite.

En 2004 la justicia del cantón del Tesino condenó a una mujer por haber alojado a varios ecuatorianos que vivían ilegalmente en Suiza.

La mujer los había acogido durante unos meses en su explotación agrícola, sabiendo que carecían de permiso.

La justicia la declaró culpable de “leves” infracciones de la Ley Federal de Extranjería y le impuso una multa de 200 francos (más gastos judiciales).

(Traducción: Belén Couceiro)

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