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“El tango cambió mi forma de comunicarme”

Dominik Müller habla de su gran pasión: el tango. swissinfo.ch

Dominik Müller, además de sociólogo y funcionario del gobierno de Zúrich, es un apasionado del tango.

Desde hace más de diez años, visita Buenos Aires para bailar la danza de sus amores y perfeccionar su estilo, que luego transmite en su Suiza natal.

Algo tímido, a pesar de su vocación inicial de actor independiente, pero simpático y apasionado, Dominik Müller no disimula su amor por el dos por cuatro, danza que descubrió hace más de veinte años.

Horas antes de regresar a Zúrich y después de haber pasado varias semanas en Buenos Aires tomando clases intensivas de tango, el funcionario y bailarín conversó con swissinfo sobre su mayor pasión: bailar el tango.

Los primeros pasos

“¿Cuándo descubrí el tango?… ¡Buena pregunta!”, dice Dominik entre sonrisas, mientras piensa.

“Diría que fue por 1984. Tenía como un sueño de bailar una danza, pero no lograba descubrir cuál era: no era ni el folclore suizo, ni otros ritmos. Y una vez fui a una clase de baile de Rolf Schneider –que es como el padre del tango en Suiza- y me dije: éste es mi sueño, ésta es la danza que quiero bailar”, recuerda.

“Comencé a bailar, y alrededor de 1987 empecé a dar clases de tango y con ello, a comprenderlo mejor”.

Los primeros pasos fueron en Europa, durante viajes a Berlín y París, hasta que empezó a tomar clases con el bailarín argentino Gustavo Naviera, sobre quien dice que está fuera del estilo de la milonga, fuera de lo clásico: “Él hizo nuevas cosas, impuso otro estilo, más moderno, con nuevos pasos, y lo marcó en Europa”.

“Hay que conocer Buenos Aires para entender el tango”

Para el bailarín, es muy importante conocer Buenos Aires: la ciudad, los ruidos, los olores, las calles, los bares, la comida…

Desde aquella primera vez que llegó a Argentina, en 1994, Dominik vivió el tango de manera muy diferente:

“La música, la danza, todo estaba muy incorporado. La gente es más liviana, no tiene dificultad en tocarse, en jugar con el tango. Y hasta los roles en la pareja de baile son diferentes, sobre todo en la mujer”, dice.

“En aquel momento me sorprendió el rol de las mujeres. Eran mucho más directas que en Europa. Por ejemplo, ¡en el colectivo (autobús) te miran! Eso no pasa en Suiza. Es muy especial. Otro ejemplo: para decirte algo, una mujer te agarra de la mano. Es como si en Europa hubiera más miedo al contacto físico”, asegura.

Luego de aquel primer viaje, hubo muchos más. Volvió varias veces: en 1997 con un grupo de tangueros de Suiza; más tarde con la televisión helvética para rodar un documental con un contingente de 16 personas que querían bailar el tango en Buenos Aires; en otras oportunidades directamente a actualizarse.

En algún momento, mientras estaba en la universidad, se dedicó a dar clases de tango para ganar dinero, algo que ya no hace porque considera que su medio de vida es su trabajo como funcionario, mientras que el baile tiene que ver con la satisfacción.

Placer y perfeccionamiento

En este último viaje Dominik aprovechó para renovar su vestuario de bailarín con un estilo muy personal: desde pantalones corte Oxford hasta ropa muy moderna, de una colección especial. También para ponerse al día con la música y las nuevas tendencias.

“Cuando vengo a Argentina me perfecciono. Los primeros años, más que ahora. Esta es la primera vez que llego con una pareja, una bailarina profesional del ballet contemporáneo, para aprender. Vinimos a trabajar con Gustavo Naviera y Giselle Anne durante dos semanas, de lunes a sábados, en jornadas de 8 horas cada día”, relata entusiasmado.

“No me interesa hacer ‘shows’ en Suiza. Me gusta más el tango improvisado, bailar en una fiesta, pero no como espectáculo. Tengo otra profesión. El tango es para disfrutar sin la presión del dinero. No quiero que sea una relación comercial permanente, como lo es para mucha gente”, explica.

“Antes de ser sociólogo era actor en teatros independientes, pero me di cuenta que no soy buen actor, por eso decidí bailar. La danza es mi lenguaje, particularmente el tango, aunque también bailo algo de contemporáneo porque quiero saber más”.

El tango, ¿un código internacional?

Para el sociólogo zuriqués, el mundo del tango es un ‘microcosmos’: “En una milonga hay muchas cosas que se pueden ver, es como una pequeña sociedad donde se dan diversas relaciones, donde un nuevo personaje que entra tiene un rol, donde hay historias de vida, funciones, protagonistas…”

“A partir de bailar el tango, cambió mi forma de comunicarme y de viajar. Cuando me voy, por ejemplo, a Moscú, la primera cosa que hago es buscar en Internet adonde hay tango y me voy a la milonga en Moscú. Y en muy poco tiempo conozco mucha gente (turistas y lugareños), y bailo con ellos y tenemos como un código en común. Y podemos charlar, y luego nos encontramos en un café. ¡Antes jamás hubiera podido relacionarme así! ¡El tango es como una entrada en sociedad!”

En Buenos Aires o en los Alpes, pero siempre bailar

Mientras repite que recomienda a los suizos venir a Argentina para entender el ritmo del dos por cuatro, también advierte de los ‘abusos comerciales’ que se generan alrededor del circuito turístico del tango:

“Lamentablemente es muy comercial y nunca queda del todo claro cuando una relación es personal o comercial. Siempre hay quien está detrás del abuso. Igualmente hay lugares y milongas para ir a bailar, muchas muy buenas”.

Con los clásicos de Osvaldo Pugliese, Carlos Di Sarli y Astor Piazzolla en el corazón y nuevos descubrimientos musicales, como el jazzista-tanguero Adrián Iaies, Dominik retorna a Suiza donde organizará una reunión especial para compartir las experiencias recogidas en Buenos Aires:

“Estamos armando un encuentro de trabajo y baile, para los primeros días de junio, abierto al público, donde estaremos unas cuarenta personas. Voy a dar clases y a transmitir todo lo aprendido en este viaje. El lugar es en las montañas, en un hotel de 1906, en Kurhaus Bergün. ¡Creo que va a estar muy bueno!”

swissinfo, Norma Domínguez, Buenos Aires

Dominik Müller es sociólogo y funcionario del área de Cultura (teatro) del Gobierno de Zúrich

Sus primeros pasos en el tango fueron en Suiza, por 1984, con el profesor Rolf Schneider.

Desde 1994 viene a la Argentina a perfeccionarse y actualizarse en la danza y en la música, así como a renovar vestuario.

En Buenos Aires y en Europa toma clases con los profesores argentinos de tango Gustavo Naviera y Giselle Anne.

Actualmente prepara un encuentro de tango, para los primeros días de junio, en Bergen (cantón Grisones), dará clases con todo lo actualizado en su último viaje a Buenos Aires.

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