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“Iniciar el diálogo cuando aún es tiempo”

Daniel de Roulet en pro de una "confianza crítica" en la ciencia. Keystone Archive

En Estados Unidos, se denomina "Science War", (la guerra de la ciencia). El viejo debate entre quienes creen ciegamente en los beneficios del progreso y aquellos que cultivan un escepticismo, igualmente ciego, no ha muerto.

El Festival Ciencia y Ciudad, que se celebra del 4 al 11 de mayo en 11 ciudades suizas, como lo explica su comisario, Daniel de Roulet, espera contribuir a suprimir las tensiones, mientras todavía es tiempo.

La idea remonta a 1998, época de la votación sobre la iniciativa que pretende amordazar severamente la investigación en ingeniería genética. “Algunos sabios estimaban que no tenían que rendir cuentas a la sociedad, recuerda Daniel de Roulet. Pero se dieron cuenta de que si la iniciativa pasaba, perderían su empleo y no tendrían otra solución que expatriarse para continuar sus investigaciones. Descendieron entonces a la calle, lo que jamás se había visto”.

“Nosotros decidimos hacer algo antes de que sea demasiado tarde”, continúa el comisario de Ciencia y Ciudad. Los iniciadores del Festival no querían esperar la próxima catástrofe científica o industrial para iniciar el diálogo. Lo anterior debido a que nadie puede discutir serenamente ante la consternación de dramas como Chernobyl o Bhopal o la explosión de una nave espacial.

Ciencia y Ciudad no pretende ser otra campaña de información sobre la ciencia, sino una verdadera ocasión de diálogo. Cuando hablamos de sus disciplinas, los científicos tienen, en efecto, una fácil tendencia a contemplar al público desde arriba y a considerar que son los únicos que pueden debatir de manera autorizada.

El Festival tampoco será una operación de relaciones públicas a favor del mundo científico. Lejos de la creencia ciega en una ciencia que permitirá al hombre enfrentar todos los desafíos de la naturaleza, se trata más bien, según la fórmula de Daniel de Roulet, de suscitar una “confianza crítica” de parte del público.

“Ahora, 35% de los jóvenes suizos estiman que la ciencia hace más mal que bien”, subraya Daniel de Roulet. “Y no se trata necesariamente de la parte menos interesante de nuestra juventud. No nos podemos permitir nuevas pérdidas de cerebros que podrían contribuir -inclusive de manera crítica- al desarrollo de la ciencia”.

Para que ciencia y ciudad puedan dialogar, es también importante que ambos interlocutores hablen el mismo lenguaje. Los organizadores del Festival comenzaron por imponer una medida que obliga a que las manifestaciones se lleven a cabo en la lengua de la región en la que tienen lugar. Se evitará de esa manera el uso del inglés, que se ha convertido en la lengua de comunicación por excelencia entre científicos.

La jerga incomprensible para el gran público se prohibirá también. “Inclusive una solicitud o una pregunta formulada en términos no científicos debe recibir una respuesta”, promete Danie de Roulet. “Y nosotros exigimos de los sabios que se dirijan al público en un lenguaje que sea comprensible para todos”.

Marc-André Miserez

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