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“Italia es un poco de todos nosotros”

Tantos sueños en las maletas de los inmigrados italianos que llegaron a Suiza en busca de fortuna. RDB

Cerca de 300.000 inmigrantes italianos residentes en Suiza representan la comunidad extranjera más numerosa de todo el país.

Su influencia en la realidad económica, social y cultural de Suiza ha sido considerable. Sin embargo, hasta hoy, su integración no ha sido completa.

Su influencia en la realidad económica, social y cultural de Suiza ha sido considerable. Sin embargo, hasta hoy, su integración no ha sido completa.

“La situación económica suiza no sería la misma sin la importante contribución de la fuerza de trabajo italiana”.

Claudio Micheloni, secretario general del Foro para la Integración de los Inmigrantes (FIMM) está convencido de esto. Desde hace varios años lucha por el reconocimiento de los derechos y por la integración de la población extranjera en Suiza.

Italianización

Los italianos llegaron en masa a Suiza entre 1950 y 1970. Encontraron trabajo sobre todo en los sectores de la construcción, en la industria metalmecánica y en la gastronomía.

En poco tiempo se convirtieron en la comunidad extranjera más numerosa de Suiza. Actualmente hay unos 300.000 italianos repartidos de manera más bien homogénea en todo el territorio helvético.

La inmigración italiana ha tenido importantes efectos también desde el punto de vista social y cultural. En efecto, los habitantes de la vecina Italia poseen la particular capacidad de “hacer penetrar su propia cultura y su modo de vida (“Italian way of life”) en la sociedad que los acoge”, como indican los resultados de un informe redactado dentro del Proyecto internacional en materia de trabajo y formación, ITENETs, titulado: “Los italianos en Suiza”.

La gastronomía es tan solo un ejemplo. En Ginebra como en San Gallen, en Basilea como en Lugano; las pastas, la pizza, los arroces y el café expreso, entraron en los hábitos alimentarios de numerosas familias suizas.

Lagunas legislativas

El proceso de integración de la comunidad italiana en Suiza está íntimamente ligado al objetivo de su permanencia en el país de acogida.

Al comienzo del proceso migratorio los italianos llegaban a Suiza como simple mano de obra. Separados de sus seres queridos por una legislación federal que no permitía en tierras suizas la convivencia de los trabajadores temporeros con sus familias, los inmigrantes vivían solos y en condiciones muy difíciles.

Con frecuencia vivían en especies de barracas precarias en las periferias. Sin hablar los idiomas del país tenían dificultad para relacionarse con las poblaciones locales. También estaban sometidos a restricciones legales que impedían cambiar de empleo o tener acceso a los demás derechos y seguros sociales.

“En aquella época entre ellos no existía ningún proceso o voluntad de integración social. Los inmigrantes italianos venían a Suiza sólo para trabajar, con la voluntad de regresar a su patria después de algunos años”, explica Claudio Micheloni.

Voluntad de integración

La situación cambió a partir de la segunda mitad de la década de los años sesenta, cuando finalmente mejoró su protección jurídica y se permitió el reagrupamiento con sus familias en Suiza.

Surgieron entonces una serie de dificultades de integración, porque la sociedad helvética no estaba preparada de ninguna manera para reaccionar ante el problema de la integración escolar y social de los recién llegados.

En este sentido, las asociaciones italianas, sobre todo de carácter social y asistencial, asumieron un rol fundamental poniendo remedio a los vacíos de la legislación suiza. Además de discutir con las autoridades locales para hacer valer los derechos de los inmigrantes, estas agrupaciones organizaban cursos de idiomas y de apoyo pedagógico o numerosas actividades recreativas para los miembros de la comunidad.

Inicialmente los suizos se mostraron reticentes a aceptar a los inmigrantes. “Es una constante: cada nuevo grupo de inmigrantes desata miedos y prejuicios”, explica Micheloni. Sin embargo, con el tiempo, los italianos lograron hacerse aceptar gracias, sobre todo, a su importante aporte a la economía de Suiza, a su carácter espontáneo y jovial y a los esfuerzos demostrados para adaptarse a las realidades locales.

Derechos políticos

Actualmente la comunidad italiana figura entre las mejor aceptadas por la población suiza.

Subsisten sin embargo algunos problemas de integración, sobre todo para los inmigrantes de la primera generación que al llegar a la edad de la jubilación deciden permanecer en Suiza para estar cerca de sus propios hijos. “Se observa que estas personas no están tan bien integradas como se pensaba”, subraya Claudio Micheloni.

Por el contrario, las nuevas generaciones, nacidas y crecidas en Suiza, hablan las lenguas nacionales y han adoptado plenamente los usos y costumbres suizos. A pesar de todo, la población suiza no demuestra haberlos aceptado plenamente. Basta pensar en la naturalización facilitada para los extranjeros de la segunda y tercera generación, rechazada en un referéndum el año pasado.

Quien no tiene el pasaporte suizo no puede participar en la vida política del país. En realidad sólo un puñado de cantones suizos concede a los extranjeros el derecho de voto.

“Sólo cuando los inmigrantes hayan logrado obtener los derechos políticos podrá afirmarse que su integración ha tenido éxito”, concluye el secretario general del FIMM, Claudio Micheloni.

Swissinfo, Anna Passera
(Traducción: J.Ortega)

El éxodo masivo de italianos comenzó después de 1870 para trabajar en las obras de los ferrocarriles (túneles), primero en el Gottardo y después en el Simplón.

El apogeo de la presencia de inmigrantes italianos se sitúa entre 1950 y 1970, cuando se convirtieron en la comunidad extranjera más numerosa de Suiza.

A partir de la segunda mitad de la década de los años setenta, la crisis del petróleo y las transformaciones que sufrió el mercado del trabajo causaron una fuerte caída en la presencia italiana en Suiza.

En 2002 vivían en Suiza 308.255 italianos.
38,4% de entre ellos son procedentes del norte de Italia, 51,6% de la región meridional y de las islas.
Las regiones de la mayor procedencia son: Lombardía (15%), Campania (13,1%), Puglia (12,4%), Sicilia (12,1%), Veneto (8,4%).
La mayoría de los italianos está concentrada en la zona de Zúrich (22,7%), Basilea (14,4%), y Lausana (11,3%).

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