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“La caza profesional también preserva”

Laura Bagliani (derecha) y su esposo Rodolfo junto con una de sus hijas y su nieto. swissinfo.ch

'Las Isletas' es una empresa dedicada a la cinegética, netamente familiar, iniciada a finales de los noventa por descendientes helvéticos en la provincia argentina de La Pampa.

En un país sin demasiada tradición de caza, los nietos de los suizos llegados al país el siglo pasado, desmitifican los prejuicios que existen alrededor de esta práctica, común en otras partes del mundo.

Laura Bagliani, nieta de los suizos Adolfo Flach y Anna Müller, administra junto a su esposo Rodolfo Serradell y sus cuatro hijos -Luis, Ana, María Liz y María José- ‘Las Isletas’, un emprendimiento familiar dedicado a la caza profesional, en los campos legados por sus abuelos.

La provincia de La Pampa, ubicada en La Patagonia argentina, a poco más de 600 kilómetros de la capital porteña, es conocida por los cazadores de todo el mundo como un paraíso tanto para la caza mayor como para la menor, donde se programan cacerías tanto a campo abierto como en distintos cotos.

Luchar contra los prejuicios

Laura y Rodolfo explicaron a swissinfo que, lejos de lo que muchos piensan, la práctica responsable de la caza deportiva ayuda a preservar las especies.

“El ser humano lleva genéticamente un instinto para cazar y pescar, pero en algunas personas, por distintas razones, está como encubierta, adormecida, en parte por lo que la misma sociedad ha ido generando”, sostiene Rodolfo, y agrega:

“Si la abuela de mi esposa viviera podría mostrarles cómo naturalmente se mata una gallina para comer, algo que ahora resulta impensable para la mayor parte de la sociedad. Y para nosotros, la gente de campo, no resulta cruento ni anormal matar un a animal como sí lo es para los citadinos”, explica, con el espíritu de hacer comprender su profesión, y prosigue:

“Encontramos que el desarrollo de la caza paga involucra una acción económica que hace que las especies se ‘cultiven’ y que se protejan”

“Curiosamente, pareciera que la caza es una depredación mientras que en realidad la ‘caza deportiva’ es una actividad multiplicadora, porque implica mantener y cuidar el recurso para seguir teniéndolo”

“Se cuidan los animales, se alimentan, se protegen… Por ejemplo, si es una perdiz, controlo al zorro para que no la deprede y poder tener una población sustentable”

“El problema es de aquellos animales que no tienen valor cinegético –los que nadie paga por cazarlos- ya que al no tener finalidad o función económica, hace que muchas veces la agresividad del hombre, en función de otros recursos (arar, sembrar, usar plaguicidas, etc.) los ponga en riesgo de extinción”

La riqueza de los campos de los Flach-Müller

Hoy la caza es una de las actividades económicas que realiza la familia, sumado a que los hijos están a cargo también de los campos en la ganadería y agricultura.

Rodolfo explica que sus campos son muy pródigos en palomas (tórtolas), gansos y patos, en lo que se considera caza menor, y que La Pampa tiene la virtud de que en 50 kilómetros a la redonda puede hacerse caza mayor (ciervos colorados, jabalíes, antílopes, búfalos, pumas y otros) y menor (perdiz, vizcacha, liebre, zorros, y otros en ‘pelo’, y palomas, perdices, gansos, en ‘pluma’), algo que no es fácil de poder hacer en otras partes del mundo.

“Nosotros cazamos en nuestros campos, los de vecinos y en Cotos de Caza (nos rodean 45 cotos) que usamos generalmente para la caza menor. Estimamos que tenemos aproximadamente 25.000 hectáreas para movernos, y los itinerarios se arman según lo que quieren los cazadores que llegan”

Organizar los safaris, todo un desafío

Laura y su esposo cuentan que lleva mucho tiempo y dedicación organizar las jornadas de caza, y que la actividad implica todo un desafío:

“Normalmente tenemos un contacto previo durante varios meses con los clientes, para saber qué les interesa, y se les arma un programa de caza. Les proveemos las armas si es necesario, pero tanto nosotros como los clientes prefieren traer sus propias armas: carabinas, escopetas u otras, depende de lo que quieran cazar”

“En el itinerario hay que contemplar si quieren caza menor o mayor, o ambas, y los safaris pueden llegar a ser de 5 ó 7 días, y a veces hasta de 10 días consecutivos. Esto implica que hay que organizar el alojamiento, ver en qué campos se pueden cazar los distintos animales y conocer muy bien las épocas habilitadas”

“Una vez que salimos a cazar, si es caza mayor o menor, aprovechamos las presas y les hacemos platos de caza, que nosotros les preparamos y ellos mismos piden. Sucede que la sociedad ha llegado a un punto en que el cazador se siente culpable si no come lo que ha cazado”, aseguran.

Laura es quien se encarga –hasta hace poco junto a su cuñada Martha, quien falleció hace cuatro meses- de preparar los platillos en el casco de la Estancia, y explica:

“Nosotros hacemos un menú adaptado a lo que traen. Por ejemplo hacemos milanesas de ciervo, o jabalí a la parrilla, las perdices y vizcachas se preparan en escabeche, las pechugas de palomas al ajillo y las de pato y ganso a la naranja. La liebre se hace habitualmente a la cazadora”.

¿Y lo que no se come?

Comprometido con su trabajo, Rodolfo Serradell se ha dedicado a estudiar etología, y tiene particular cuidado con las especies y su hábitat.

Aunque se esmera en señalar que la idea inicial es comer las presas que cazan, swissinfo lo consultó sobre cómo justifican la caza de zorros y pumas, por ejemplo, que no se consumen, y lo explicó así:

“El zorro y el puma son depredadores. El año pasado cazamos 140 zorros y se curaron sus cueros y luego se vendieron. El zorro es un depredador muy importante en el equilibrio de la fauna y salvo el hombre no tiene depredadores, vive mucho, se enferma poco y nuestra labor de caza lo controla”

“Gracias a la ‘caza económica’ el puma no se ha extinguido de Sudamérica porque nos hemos dedicado a criarlo. Es un depredador muy importante porque es el regulador de la vizcacha, por ejemplo, que además de ser muy prolífera causa mucho daño económico en los campos dedicados a la agricultura”

“En nuestro entorno la actividad recibe opiniones encontradas. Mientras para los extranjeros es un deporte, otros, particularmente en nuestro país, no pueden comprenderlo como tal y se oponen, aunque civilizadamente”, concluye Rodolfo.

swissinfo, Norma Domínguez, desde Santa Rosa, La Pampa (Argentina)

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