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“No estaba en absoluto preparado”, confiesa un ruso que huyó de su país para no tener que combatir en el frente

un chico con una bicicleta en una plaza emblemática de Berna
“Sabía perfectamente que tenía que manifestarme en la calle”. Vladislav Donchenko fue uno de los rusos que se opusieron abiertamente contra la guerra en Ucrania. Por eso acabó huyendo del país. Decidió exiliarse en Suiza, donde vive con su hermana. swissinfo.ch

La población civil rusa vive la llamada “movilización parcial” como un punto de inflexión en esta guerra. También lo es para Vladislav Donchenko, que huyó a Suiza antes de que lo llamaran a las filas.

Desde la invasión de Ucrania existe en Rusia una especie de acuerdo social tácito, que establece que la “operación militar especial para la desnazificación y la desmilitarización” de Ucrania viene realizada por profesionales, mientras que todos los demás pueden seguir el desarrollo de los acontecimientos tranquilamente delante de la tele.

Sin embargo, el 21 de septiembre de 2022, todo cambió. También para Vladislav Donchenko: Putin ordenó la “movilización parcial” del Ejército ruso.

El riesgo de regresar a casa después del trabajo y de verse dos días más tarde en las proximidades de Jersón o Bajmut es un escenario inaceptable, aunque realista para muchos rusos. Es evidente que personas completamente desmotivadas o con una instrucción militar insuficiente, que son llamadas a las filas por la fuerza, tienen pocas posibilidades para sobrevivir a los combates. Por eso, un llamamiento a las filas equivale hoy en Rusia casi a una sentencia de muerte segura.

Por lo tanto, no es de extrañar que ya 700 000 hombres hayan abandonado el país desde que se anunciara la movilización parcial; nada menos que 200 000 de ellos se exiliaron en el país vecino de Kazajistán, según informó la edición rusa del magazín Forbes. Algunos también se refugiaron en Europa occidental, entre ellos, Vladislav Donchenko, con el que nos entrevistamos en un pequeño café enfrente del Palacio Federal en Berna.

El padre de Vladislav es ucraniano, mientras que su madre es rusa. A la edad de cuatro años, sus padres se divorciaron. Entonces, él se mudó con la madre a Yaroslavl, una pequeña ciudad al norte de Moscú. Los veranos los pasaba en Ucrania en la región de Poltava. Más tarde estudió en Moscú.

Vladislav no quiere desvelar su nacionalidad, no quiere decir si es ruso o ucraniano. “Tengo sangre cosaca, pero terminé mi carrera en Ingeniería de construcción de motores de combustión en la Universidad Estatal Técnica de Moscú. He vivido toda mi vida en Moscú.”

Dos choques sucesivos  

Hasta hace poco, Vladislav Donchenko trabajaba en Moscú como ingeniero de construcción. Durante un breve período también estuvo en China. “Cuando estalló la guerra el 24 de febrero, sencillamente no pude creer lo que estaba pasando. Psicológicamente, no estaba en absoluto preparado para esto.” Primero pensó que la situación se iba a calmar pronto, como había ocurrido en 2021, cuando las tropas rusas avanzaron hacia la frontera con Ucrania para realizar un ejercicio militar.

“Estaba absolutamente convencido de que también esta vez iba a acabar así. Escribí a mi tía en Kiev y le pregunté cómo estaba; y ella me contó que en la madrugada le había despertado el ruido de las explosiones.”

“Estaba completamente fuera de mí. Ese día ya no pude seguir trabajando. Estaba sentado en mi despacho escuchando las noticias”, relata Vladislav Donchenko, que sabía perfectamente que tenía que salir a la calle para protestar. “Estaba seguro de que mucha gente iba a hacer lo mismo, como había sucedido antes en la manifestación en apoyo a Alexéi Navalny.”

Pero esto no sucedió, muy a su pesar. Solo se reunieron unos pequeños grupos de personas en el centro de Moscú, en la popular plaza del monumento a Pushkin; pero aparte de esto, no pasó nada. Esta pasividad de la gente supuso el “segundo choque” para Vladislav Donchenko.  

“Sabía que, en una ciudad como Moscú con sus 15 millones de habitantes, este minúsculo grupo de manifestantes que protestaba en la calle contra los misiles de crucero lanzados contra Ucrania, solo podía ser una gota en medio del océano.”

¿Intentó encontrar una explicación para ello? “Lo intenté”, contesta Vladislav Donchenko. La razón es siempre la misma, el miedo de acabar en la cárcel por la más mínima desobediencia a la autoridad policial. “Es por el aparato represivo que se ha instalado en Rusia; la gente tiene miedo. Me di cuenta de que yo también podía acabar siendo un blanco. Pero entonces ni siquiera pensé en esa posibilidad porque me parecía tan insignificante en comparación con el horror que se estaba viviendo en Ucrania.”

Los que protestan, son llamados a las filas  

Vladislav Donchenko admite que desde febrero de 2022 ha participado en tres manifestaciones en contra de la guerra. Pero al final se dio cuenta de que, si continuaba manifestándose, acabaría en el calabozo. Veía a moscovitas que salían a pasear pacíficamente a tomar un café o a comer algo en los bares y los restaurantes, mientras las bombas rusas mataban a civiles en la ciudad de Mariúpol.

Vladislav Donchenko abandonó Rusia por primera vez a principios de marzo de 2022. Hizo trasbordo en Estambul antes de venir a Suiza, donde vivió dos meses con su hermana. En julio regresó a su país.

Le incomoda hablar sobre ello, pero Vladislav Donchenko reconoce que de alguna manera se fue acostumbrando a las circunstancias. Pensaba que a pesar de todo tenía que seguir con su vida, dado que en Suiza no veía ninguna posibilidad para trabajar. 

Luego comenzó la movilización. “Aquel día acudí otra vez a una manifestación, esta vez en Yaroslavl”, recuerda. “Cuatro días más tarde viajé a Moscú para participar en otra manifestación; pero esta vez había todavía menos gente que el día del inicio de la guerra. Además, había más agentes de policía y se produjeron más detenciones.”

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Vladislav Donchenko reconoce que no estaría dispuesto a ir a la cárcel por sus ideas, como Alexéi Navalny. Se considera una persona normal, un representante de la clase media, que, en cualquier país, también en Suiza, debería constituir la columna vertebral de la sociedad.

En cualquier país, menos en Rusia, donde se enteró de que todos que habían participado en manifestaciones en contra de la guerra recibirían una orden de llamamiento a filas de las oficinas de reclutamiento del ejército. “Tenía miedo a ser convocado; pero al mismo tiempo era inaceptable para mí renunciar a participar en manifestaciones”, dice.

“Además, después de recibir una orden de llamamiento a filas, uno pierde el derecho a salir legalmente del país.” Este fue el motivo determinante para que Vladislav Donchenko decidiera dejar su país definitivamente. Consiguió un billete para un viaje en autobús a Helsinki, desde donde logró volar a Suiza para reunirse con su hermana.

Solo un día después de su salida del país, le llegó la noticia de que el Ejército ruso había instalado un centro de movilización en el paso fronterizo por el que había transitado. “Me acuerdo muy bien del alivio que sentí cuando conseguí cruzar la frontera.”

La propaganda tiene la culpa  

¿Apoya la gente en Rusia realmente la guerra? Según informaciones de los medios de comunicación, al menos el 50 por ciento de la población rusa opina que esta guerra está justificada. Pero, por otro lado, ¿no podría ser que los rusos se hayan acostumbrado simplemente a declinar cualquier responsabilidad política? Vladislav Donchenko opina que, en su entorno social, es decir, entre la gente bien formada de entre 20 y 30 años de edad, se cuentan con los dedos de una mano los que defienden la guerra. Por otra parte, una mayoría de la gente prefiere no expresarse para evitar problemas.

La gente no comprende por qué debería manifestarse; políticamente, no se obtendría nada con ello, mientras que el riesgo de ser condenado a una pena de prisión es alto, explica Vladislav Donchenko.

¿Se da cuenta el pueblo ruso que el país se está sumiendo en una deuda histórica que tendrá que pagar durante décadas, al igual que Alemania después de la Segunda Guerra Mundial? La respuesta de Vladislav Donchenko es rápida e inequívoca: “No, no se da cuenta. El principal culpable es la propaganda, un arma no menos letal que los cohetes y los drones, con los que Rusia quiere aniquilar las ciudades ucranias.”

Tres francos al día  

El 29 de septiembre de 2022, inmediatamente después de su llegada a Suiza, Vladislav Donchenko se trasladó al Centro federal de asilados en Zúrich. Fue capaz de comunicarse con las autoridades de inmigración gracias a sus conocimientos de inglés. “Cuando acudí al centro para solicitar el estatus de refugiado, no contaba con que me albergaran allí esa misma noche. No se trató de una reclusión. Y está claro que, si te dan la oportunidad de solicitar el estatus de refugiado, tienes que cumplir con determinadas obligaciones.”

En un primer momento le retiraron los papeles que había traído consigo, luego le devolvieron todo, salvo sus dos documentos de identidad, un pasaporte y un documento nacional de identidad ruso. Sobre la base de estos documentos le extendieron un certificado oficial que lo identifica como candidato al estatuto de refugiado. Debido a la sobreocupación del centro de refugiados en Zúrich, lo dislocaron a otro centro en el cantón de Berna.

Aquí también tiene que cumplir ciertas reglas. “Por ejemplo, me obligan a permanecer en el centro de las 9 de la noche hasta las 9 de la mañana siguiente. Además, debo comparecer puntualmente a las entrevistas con las autoridades. Estas son mis dos obligaciones principales.”

En el centro federal recibe tres comidas diarias. Si no tuviera prendas propias, le darían ropa para vestirse. Los solicitantes de protección reciben en Berna artículos de higiene personal y una pequeña cantidad de dinero para gastos personales, unos tres francos al día.

Vladislav Donchenko no sabe cuándo tendrá lugar la entrevista decisiva con las autoridades sobre su solicitud, por eso debe ser localizable por teléfono durante la tarde, dado que las autoridades suelen comunicar la fecha todavía en vísperas de la entrevista.

Lo único que le sorprende es que todavía nadie le haya preguntado oficialmente por qué abandonó Rusia para buscar asilo en Suiza, admite Vladislav Donchenko, que reconoce que las autoridades migratorias suizas, por lo general, suelen tratar correctamente a los solicitantes de asilo.

Así ya lo pudo comprobar cuando, al principio de la pandemia, al estar de visita en Suiza para ver a su hermana, se encontró con el problema de un visado caducado tras la cancelación de todos los vuelos. Ahora espera que las autoridades accedan a su solicitud.

Adaptado del alemán por Antonio Suárez

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