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¿La piratería para democratizar el cine?

Afiche del Festival Filmar en América Latina.

Millones de personas sólo tienen acceso a las producciones cinematográficas a través de copias piratas. Asimismo, muchos realizadores sólo logran difundir sus creaciones vía ese mercado clandestino.

En el marco de Filmaramlat, cineastas de diferentes países latinoamericanos analizan en Ginebra los retos de la filmación, la producción y la distribución.

“El 27 de abril estrenamos en los cines ‘Proibido proibir’. Ese mismo día me llama por teléfono un amigo para decirme que en la Plaza de Río estaban vendiendo las copias piratas de la película. Me quedé sorprendido, pensé que era un problema complicado. Mi amigo me dijo: ¡No te preocupes, eso es símbolo de prestigio!”

La anécdota es de Jorge Durán, cineasta chileno radicado en Brasil y director de ese filme, financiado merced a un premio del Ministerio brasileño de Cultura y que ha obtenido el Premio especial del Jurado en el Festival Internacional de La Habana 2006 y el Premio al mejor Filme en el Festival de Biarritz 2006.

“Entre amigos hicimos ‘Mont Rouge’. Tenía un guión excelente pero nunca fue nuestra intención mostrarlo fuera. Nunca se exhibió en el cine o en la tele; sin embargo, a los pocos días de terminado la gente me preguntaba en la calle. ¿Tú eres el de Mont Rouge? ¡O sea que lo había visto todo el mundo! ¡Se distribuyó hasta en Miami!”, narra el productor cubano Normar Pastrana.

Una envidiable “eficacia”

Ambos ejemplos hablan de la rapidez y la amplitud del fenómeno de la piratería.

“En Brasil -añade Jorge Durán-, una película exitosa sobre la realidad del país puede alcanzar hasta 11 millones de copias piratas”. Si se considera que en sala cinematográfica un filme semejante contabilizaría tres millones de espectadores…

Efectivamente, la piratería da de qué hablar. Y de ella hablaron los realizadores que participaron el domingo pasado (18.11) en el debate público organizado en el marco del Festival Filmar en América Latina (Filmalamrat) sobre los retos que enfrenta la producción y distribución al sur del Río Bravo.

Una de las razones evocadas durante el encuentro para la existencia de ese mercado clandestino son los altos precios de las entradas a las salas de cine. (Un promedio de 10 dólares en Brasil, por ejemplo).

“Es justo que la gente vea las películas, aunque sea mediante copias piratas, si nosotros usamos subvenciones para realizar esas películas”, subraya Jorge Durán. Conviene sin embargo, en que “lo ideal es tener una distribución normal con mucho público. Y eso se lograría con entradas baratas porque los salarios son bajos”.

La competencia ‘Made in USA’

“En Paraguay hay sólo 24 salas de cine que pertenecen a dos personas y que difunden filmes norteamericanos que les llenan los bolsillos”, indica Ramiro Gómez, joven realizador de ese país. Añade que antes sólo había cuatro cines amén de que no hay Cinemateca. Peor aún: “No hay conciencia de cine”.

El autor de ‘Tierra Roja’, un documental financiado por Helvetas, que presenta escenas de la vida cotidiana de familias de campesinos guaraníes, enfatiza que “el filme superó todas las expectativas, puesto que no tenía ninguna”. Narra también que el documental fue exhibido cinco veces en Paraguay:

“Las proyecciones fueron gratuitas. Durante la primera, la sala estaba llena porque se dijo que habría comida. En la quinta, sólo estaba mi familia”.

La tarea de la producción y la distribución de cine encuentra obstáculos diferentes según los distintos países de la región latinoamericana.

Creatividad a prueba de crisis

En Cuba hay suficientes salas, incluso en las montañas, los precios de las entradas son accesibles y hay una gran cultura de cine. Empero:

“Cuando rechazaron proyectar nuestra película (‘Cuidado con el capitalismo’) entendimos que era buena. Entonces creamos un ‘festival popular alternativo’ y la proyectamos en los barrios donde había sido filmada”, explica el productor de la cinta, Anlly Sardinas.

Maiana Bidegain, uruguaya autora de ‘Secretos de Lucha’, premio al mejor documental en el Festival Latinoamericano de Biarritz, ha enviado su obra a diversos festivales y luego ha hecho diversas proyecciones “por aquí y por allá” dado que carece de distribuidor.

Diversas realidades

Los realizadores latinoamericanos comparten una problemática común: la insuficiencia de recursos. Pero también en ese sentido la realidad de cada país es diferente.

“Brasil, Argentina, Cuba, México… tienen una industria de cine, nada qué ver con Centroamérica, por ejemplo”, subraya Juan José Lozano, productor colombiano y director del documental ‘Hasta la Última Piedra’.

“Argentina, luego de la crisis económica y con cuatro veces menos de dinero siguió produciendo cosas muy buenas pero, ¿cómo le va a pedir a gente de Centroamérica ir a ver su miseria al cine y todavía pagar por ello?, concluye Ramiro Gómez.

swissinfo, Marcela Águila Rubín, Ginebra

El Festival Filmar en América Latina tiene como vocación mostrar la creación cinematográfica de esa región. Sus selecciones equilibran temática y estética.

Cuenta con el apoyo de la Ciudad de Ginebra, la Federación Ginebrina de la Cooperación, diversas empresas, embajadas, instituciones culturales y ONG.

En 2006 registró un total de 17.500 espectadores.

Además de Ginebra, su sede, Lausana, Bienne, Versoix y Ferney-Voltaire, proyectan sus filmes.

Arrancó el 9 de noviembre y concluye el 25 de noviembre.

Moderador: Jean-Pierre Gontard, director del Festival Filmar en América Latina.
Jorge Duran, realizador chileno establecido en Brasil.
Anna Assenza, cineasta siciliana establecida en Cuba.
Alejandro Moya, joven cineasta independiente.
Alina Rodríguez, joven documentalista cubana.
Nomar Pastrana, productor cubano.
Ramiro Gómez, joven documentalista paraguayo.
Maiana Bidegain, documentalista uruguaya.
Anlly Sardinas, cineasta cubano establecido en Suiza.
Héctor Pérez Brito, cineasta cubano establecido en Suiza.
Heidi Hassan, cineasta cubana establecida en Suiza.
Sandro Mazzeo, productor suizo, filmó en Bolivia.
Juan José Lozano, cineasta colombiano establecido en Suiza.

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