Adiós a las cabinas de fotos en blanco y negro

Colocar el asiento adecuadamente, controlar el peinado y sonreír hacia la cámara: cuatro destellos consecutivos y, pese a un olor a huevo podrido, en instantes se obtenían las imágenes en serie de cuatro.
Estas cabinas dejarán de existir a principios de 2007. La razón: ya no habrá el papel requerido para las impresiones.
La historia de las cabinas fotográficas automáticas es la de Christoph Balke. En 1967 inició junto con su hermano la fabricación de las cabinas en este país.
En las estaciones de tren y en los sitios más concurridos de pueblos y ciudades suizas de 20 cantones se llegaron a encontrar 150 de estas máquinas. Actualmente sólo quedan alrededor de diez. A partir de 2007 ya no habrá ni una sola.
«La producción de papel en blanco y negro se acabó. Sólo nos queda un poco de material de reserva. Si todo marcha bien nos alcanzará hasta finales de año, o, tal vez, hasta la primavera de 2007», indica Christoph Balke, quien dirige la compañía Schnellphoto (Foto veloz S.A.), con sede en Zúrich.
Con el fin de estos aparatos termina toda una era
¿Quién en Suiza no ha traído en su cartera las fotos instantáneas sacadas en estas cabinas?. Algunas de estas imágenes son incluso de gente que uno conoce muy poco. Se trataban, en realidad, de algo así como trofeos ambulantes.
Muchos jóvenes medían el número de amigos que tenían con la fila de fotos tamaño pasaporte que se tomaban en estos aparatos automáticos. Ahora, la situación ha cambiado con la llegada del teléfono celular, obligatorio en el atuendo de la juventud suiza actual.
Las primeras cabinas automáticas análogas aparecieron en Suiza en la década de los 20, según cuenta Balke. Su hermano importó una cabina fotográfica de Estados Unidos por primera vez en 1960 para colocarla en la calle Badenerstrasse de Zúrich. Sería después cuando los dos hermanos se encargarían de producir las máquinas en su propio taller.
Punto de encuentro para la juventud
La cabina de la Badenerstrasse se volvió un culto porque la serie de cuatro imágenes salía en una hilera de forma vertical y no en una secuencia horizontal de izquierda a derecha. Con más de 100 pedidos por día fue una de las más visitadas de todas las existentes en Suiza.
Balke está convencido de que estos aparatos formaron parte de la cultura juvenil de este periodo. «Era un jolgorio para los adolescentes colocarse -solos o acompañados- con todo tipo de gestos ante la cámara de nuestras cabinas». Se requería únicamente un franco para obtenerlas y el olor del azufre que se desprendía para el proceso de revelado era secundario.
Negocio familiar sin sucesor
En sus mejores tiempos, Schnellphoto obtuvo alrededor de 3,5 millones de francos anuales, según indica Christoph Balke, de 63 años de edad. Nueve personas trabajaban para su empresa.
«En nuestro taller hacíamos muchas cosas nosotros mismos». En los sitios donde se encontraban las cabinas teníamos conserjes que se encargaban de vigilar los aparatos. Actualmente sólo quedan en el negocio él y su hermano.
En diciembre de 2004 iniciaron el desmontaje de los aparatos. Uno de los empleados fue jubilado y los otros debieron abandonar sus puestos. Ahora, la compañía ProntoPhot asume en Suiza el monopolio de las cabinas automáticas, en la mayoría de los sitios donde hubo uno de los aparatos de Schnellphoto. En algunos lugares ya no habrá más cabinas.
«El problema no fue la rentabilidad», advierte Balke. «Pese a las cámaras digitales y a los teléfonos celulares, las cabinas siguen teniendo su atractivo especial.»
No obstante, el papel fotográfico haría falta y ninguno de los hijos de los hermanos Balke quieren quedarse con la empresa. El cambio hacia la fotografía digital saldría muy caro, indica.
El fin se acerca
Pronto todo quedará en la historia. Sin embargo, las cabinas fotográficas automáticas en blanco y negro guardarán un lugar en la vida de Christoph Balke. Una vez un hombre le pidió que firmara y sellara la serie de fotografías que se acababa de tomar. «Se había propuesto bajar de peso y quería tener una prueba de su esfuerzo.»
Este señor se retrató en los automáticos cada tres meses durante tres años para ver cómo adelgazaba. «Pasados unos meses, en las fotos ya se veía claramente el éxito de su empeño», recuerda Balke. Su cara se veía cada vez más delgada.
swissinfo y Luzia Schmid, ATS
(Traducido del alemán por P. Islas Züttel)
Las cabinas automáticas de fotografías en blanco y negro de la compañía Schnellphoto fueron durante décadas un hito entre los jóvenes.
Actualmente, la empresa ProntoPhot toma el liderazgo de las cabinas de fotografías tamaño pasaporte en Suiza y coloca sus máquinas en el 98% de los sitios donde se encontraban las antiguas de Schnellphoto.
En total, ProntoPhot tiene 750 cabinas automáticas en todo el país.
El negocio de las fotografías tamaño pasaporte aumenta, sobre todo en los sitios cercanos a las oficinas públicas, donde ProntoPhot ha preferido colocarse.
Esta empresa es una sucursal de la inglesa Photo-Me-Gruppe.
La cifra de negocios anual de ProntoPhot ronda los 16 millones de francos y ocupa a 30 empleados en Suiza.

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