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Angkor, la herencia divina de Camboya

Cabeza-retrato del soberano Yayavarman Vll, finales del siglo XII. Museo Nacional de Camboya

Considerada la construcción sagrada más vasta y grandiosa del mundo, el célebre templo Angkor Wat, en la selva de Camboya, ha sido reconocido como un extraordinario patrimonio cultural de la humanidad.

Este contenido fue publicado el 25 octubre 2007

Por primera vez se presenta en países de habla alemana una exhibición de esta envergadura, en la que se pone de manifiesto el esplendor y la herencia de la antigua cultura camboyana.

El título de la muestra hace referencia al nombre de este impresionante edificio: en lengua temer, 'Angkor' significa ciudad real y 'Wat', templo.

Alrededor de 140 esculturas monumentales en bronce, granito y madera, que datan del siglo Vll al Xlll, se exhiben en las amplias y elegantes instalaciones del Museo Rietberg de Zúrich.

Estas creaciones son el testimonio del alcance espiritual y cultural del imperio angkoriano, que logró extenderse hacia las vastas regiones de Tailandia y Vietnam, convirtiéndose así en la potencia dominante del sudeste asiático a partir del siglo lX hasta el Xlll de nuestra era.

La visión cosmológica de la tierra

Las ideas religiosas, políticas y espirituales del pueblo camboyano, se revelan a través de sus edificios sagrados, todos erigidos con técnicas avanzadas de la más alta calidad y una perfección geométrica y artística de primer orden.

El levantamiento de estas construcciones colosales obedecía a una particular concepción cosmológica, según la cual la tierra era considerada un cuadrado gigantesco rodeado de cadenas montañosas. Fuera de ese cinturón geográfico, se creía que los océanos míticos se extendían hasta llegar al infinito. En medio de ese extenso cuadrado donde vivían los hombres, se encontraba el eje del mundo, es decir, el monte Merou o residencia de los dioses.

Los habitantes de la antigua Camboya, llamados los jemeres, formaban una sociedad con un auge económico considerable. Su prosperidad se debía al comercio y a la agricultura, en especial a un avanzado sistema de irrigación que pusieron en marcha y que les permitía recoger hasta tres cosechas de arroz al año.

Sus soberanos eran reyes con un estatus divino que gobernaban bajo sabias y controladas disposiciones; de ahí el esplendor de la arquitectura cuyo florecimiento dio comienzo hacia el siglo lX.

Un arte de excepcional espiritualidad

Las imponentes figuras en bronce, piedra o madera del arte jemer, antiguamente veneradas dentro de los fastuosos templos, destacan por su refinamiento artístico y, particularmente, por un sentimiento de serenidad que se desprende de cada una de estas obras.

Un ejemplo único es la cabeza-retrato del soberano Yayavarman Vll (1181-1220), pieza central de la exhibición del Museo Rietberg. Este rey mandó construir edificios magníficos bajo el ideal de la compasión y la sabiduría, e hizo posible que el budismo ganara terreno a otras religiones como el hinduismo.

De tamaño natural, la escultura de Yayavarman Vll aparece con rasgos expresivos y una sonrisa que revela la calma interior de este jerarca, que supo llegar a una armonía espiritual y superar las contingencias del mundo exterior.

Otras creaciones escultóricas que destacan por su perfección técnica y, sobre todo, por su elaborado simbolismo religioso son las que se refieren a las divinidades budistas e hinduistas.

La llamada Trinidad Brahmánica está representada por Brahama, que entre sus creyentes era considerado el creador del universo, de los dioses y de los seres, mientras que Visnú era la divinidad que todo lo conservaba y Siva, el dios que todo lo destruía.

La permanencia del budismo

Desde épocas remotas hasta la actualidad, el budismo ha tenido un gran arraigo entre la población de Camboya. De ahí que la imagen de Buda, símbolo de espiritualidad por excelencia, sea un personaje altamente distinguido en el arte.

En la muestra del Museo Rietberg este venerado guía se presenta en diversos momentos de su existencia. A veces va marcando el camino hacia la salvación con una especie de bastón, mientras que en otras ocasiones sostiene un disco o una esfera del mundo en la mano.

En otras más, Buda está de pie con una ligerísima túnica transparente sobre su cuerpo semidesnudo. Sin duda, es el emblema más alto de la virtud y la renuncia de las cosas terrenales que los hombres deben observar si se desea alcanzar un nivel superior de vida.

La mayor parte de todas estas obras expuestas tienden a ser más bien figuras hieráticas y volumétricas, que siguen una cierta geometría y estatismo en su composición. Sin embargo, hay algunas que poseen un discreto movimiento en el cuerpo que les brinda gracia y ligereza.

La exhibición, aparte de la imponente colección de piezas monumentales que ofrece a los visitantes, es rica igualmente en objetos preciosos. Varios de ellos, como espejos, incensarios u otros utensilios de uso cotidiano, adquieren la forma de pequeñas y delicadas estatuas femeninas.

La muestra artística sobre la cultura del imperio angkoriano en el Museo Rietberg de Zúrich es, efectivamente, la herencia divina que la antigua Camboya ha dejado para la posteridad. La exposición cierra sus puertas el próximo 2 de diciembre.

swissinfo, Araceli Rico, Zúrich

Contexto

La espléndida civilización del reino antiguo de Camboya, con sus templos y esculturas exquisitas, fue descubierta por primera vez al público europeo a mediados del siglo XlX, causando una verdadera admiración.

Sólo más tarde, hacia principios de 1990, los viajeros pudieron acceder a las ciudades y los templos del legendario Imperio de Angkor, localizado en el corazón de la jungla camboyana. Hoy día el mundo entero ha tomado conciencia de la importancia de este patrimonio de la humanidad.

La exposición en el Museo Rietberg, de Zúrich, sobre el arte de la antigua Camboya fue posible gracias al valioso préstamo de los numerosos tesoros artísticos provenientes del Museo Nacional de Phnom Penh, así como del Museo Guimet de París, que accedió prestar varias de las piezas de su vasta colección de arte jemer.

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