‘Los hilos de la vida’

Bajo este sugerente título el Museo Rietberg de Zúrich inauguró, en sus nuevas instalaciones, una exhibición de textiles del antiguo Perú.
Se trata de 70 lienzos de distintos tamaños tejidos con una gran variedad de técnicas, que muestran el alto grado de refinamiento que alcanzaron las culturas prehispánicas de este país de América del Sur.
Todos estos trabajos artesanales provienen de diferentes zonas geográficas del Perú y fueron realizados aproximadamente entre el primer milenio antes de Jesucristo y el siglo XVll de nuestra era. Los textiles pertenecen a las más importantes civilizaciones que fueron evolucionando a lo largo de los siglos tanto en las zonas altas de las planicies andinas, como en las regiones costeras del Pacífico.
Civilizaciones milenarias
Cuando se habla del Perú frecuentemente su nombre se asocia con el esplendor y el avance de la civilización incaica. Sin embargo, los incas fueron la última gran cultura que, después de muchas otras, se desarrolló en Suramérica hasta su desaparición bajo el dominio de los españoles. En 1532 el poderío de los incas cayó definitivamente en manos del conquistador Francisco Pizarro.
El imperio incaico se extendía desde el sur de la actual Colombia hasta Chile. Los avances técnicos y artísticos que este pueblo llevó a cabo, por ejemplo su asombrosa arquitectura, fueron sólo el punto final de un largo proceso de desarrollo cultural proveniente de otras civilizaciones anteriores a él.
Entre esas culturas preincaicas del Perú destacaron los Moche, los Sin, los Chimú, los Paracas, los Nazcas y los Huaris. Estas sociedades contaban con un próspero nivel de vida como lo atestigua la calidad y la difusión que tuvo el arte del textil.
Una carta de visita insuperable
En el antiguo Perú los trajes que solían usarse eran un signo que indicaba la posición que algunos personajes ocupaban en la escala social.
Pero también la vestimenta descubría la identidad geográfica y cultural a la que se pertenecía. Así por ejemplo, el modo de fabricar estos tejidos, los motivos que aparecen en ellos o la increíble variedad de sus colores; estos detalles revelaban si la persona que llevaba tal o cual traje era un poderoso jefe, un sacerdote o un alto dignatario.
Puede decirse que la túnica con la que se presentaba ataviado un individuo funcionaba como si llevara su propia carta de visita, ya que permitía ser reconocido de inmediato. Una carta de visita que, por lo demás, era una presentación fina y elegante.
Este hecho indica acaso la importancia que se daba a la apariencia física y, en particular, al rango social tan apreciado en estas sociedades milenarias del sur de América.
En otros casos las telas finamente bordadas o las que llevan ornamentos fastuosos, ponían de manifiesto no sólo los privilegios que poseía un gran señor, sino que eran elementos importantes en cierto tipo de ceremonias religiosas, pues funcionaban incluso como ofrendas que se hacían a las divinidades.
Un modo de dar las gracias
Dentro del complicado juego de las relaciones sociales y diplomáticas en el Perú prehispánico, el intercambio de telas preciosas entre un grupo social y otro tenía una importancia decisiva.
Los soberanos o poderosos jefes políticos recompensaban a los nobles que estaban a su servicio con una suntuosa y fina túnica. Esto se hacía con aquel que se había destacado por tener una actitud de lealtad hacia su señor, o había realizado una proeza militar, o bien, ofrecer un manto, un tapiz o una cinta, representaba simplemente una forma singular de dar las gracias.
Motivos, colores y estilos
Entre las 70 piezas que aparecen en la exhibición del Museo Rietberg, se presentan fragmentos de unos cuantos centímetros de largo, estupendos por su delicadeza y fino acabado, verdaderas obras en miniatura, sin embargo, hay otros tejidos que alcanzan varios metros de longitud. Tanto en unos como en otros la excepcional calidad de su bordado hace que algunos motivos parezcan como si hubiesen sido pintados por una mano experta.
Las túnicas, los tapices o las cintas que allí se muestran están hechos de lana o de algodón. La lana se extraía de las llamas o de las alpacas, animales de la familia de los camellos que vivían en las frías y altas planicies de los Andes. Por el contrario, el algodón crecía en las zonas cálidas de la costa del Pacífico y los indígenas peruanos lo utilizaban para confeccionar ropa más bien ligera.
La riqueza de los colores es impresionante si se toma en cuenta que en un sólo lienzo puede observarse hasta 100 tonalidades diversas, lo cual demuestra el avance en las técnicas de coloración que poseían estos ilustres artesanos.
Un aspecto notable, aparte del tejido y del colorido, son sus maravillosos estilos. Algunos se destacan por llevar figuras de pájaros, peces, cóndores, o bien, un cazador o chamán, todos ellos representados con un simbolismo mágico-religioso, mientras que otros textiles presentan simplemente la elegancia de sus figuras geométricas y abstractas.
En la exposición ‘Los hilos de la vida’ en el Museo Rietberg de Zúrich, se teje la fascinación junto con el asombro que estas civilizaciones de la América antigua ejercen todavía. Fue inaugurada el 1º de abril y concluirá el 24 de junio de 2007.
swissinfo, Araceli Rico, Zúrich
Las colecciones de la Fundación Abegg y del Museo Rietberg de Zúrich, se han unido para presentar una de las más completas exhibiciones sobre los textiles que se confeccionaban en el antiguo Perú.
Debido al clima seco que persiste en las zonas desérticas de la costa peruana, los textiles que fabricaban los artesanos indígenas de épocas prehispánicas han llegado hasta hoy día en un excelente estado de conservación.
El brillante colorido de las antiguas túnicas y lienzos bordados ha permanecido casi intacto desafiando el curso de los siglos. Gracias a esto los tejidos peruanos han sido considerados como el mejor arte textil del mundo.

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