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Suiza reflexiona sobre su patrimonio inmaterial

Keystone

¿Qué tienen en común la construcción de un muro con piedra seca, una procesión de farolas de nabo y el dialecto? ¿O la fondue, con los cuentos de fantasmas y el cultivo de castañas

Todas las costumbres citadas figuran en la lista de las 167 tradiciones vivas que publicó recientemente la Oficina Federal de la Cultura (OFC) como parte de la puesta en marcha en Suiza de la Convención de la Unesco para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial’, ratificada en 2008.

En el futuro, Suiza presentará solo tres o cuatro tradiciones ante la Unesco para que sean incluidas en un listado mundial. La selección helvética correrá a cargo de expertos nacionales, pero el Gobierno tomará la decisión final.

La Convención de la Unesco hace referencia a una llamada “cultura intangible”, pero David Vitali, coordinador los trabajos de la Oficina Federal de la Cultura sobre el tema, admite que la noción era “opaca”. Por ello, Suiza se decidió pronto a hablar más bien de “tradiciones vivas”.

El término deja claro que son costumbres plenamente vigentes y transmitidas, pero que también es un poco engañoso porque la gente tiende a relacionarlo solo con la cultura popular. Y las costumbres tradicionales también figuran de forma importante en el listado suizo.

“Creo que esto tiene que ver con nuestra idea de lo que tradición y cultura inmaterial significan. Sin embargo, en el mediano plazo nos gustaría corregirlo y compensar algunos vacíos que existen en categorías que consideramos que no están bien representadas”, dice Vitali.

Para facilitar la clasificación de las tradiciones, la Unesco definió cinco categorías: prácticas sociales y artes escénicas, para manifestaciones como los carnavales o los cuernos alpinos. Y otras tres que son expresiones orales, artesanía tradicional y conocimiento sobre la naturaleza.

Tomar decisiones

Todas las costumbres citadas figuran en la lista de las 167 tradiciones vivas que publicó recientemente la Oficina Federal de la Cultura (OFC) como parte de la puesta en marcha en Suiza de la Convención de la Unesco para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial’, ratificada en 2008.

En el futuro, Suiza presentará solo tres o cuatro tradiciones ante la Unesco para que sean incluidas en un listado mundial. La selección helvética correrá a cargo de expertos nacionales, pero el Gobierno tomará la decisión final.

La Convención de la Unesco hace referencia a una llamada “cultura intangible”, pero David Vitali, coordinador los trabajos de la Oficina Federal de la Cultura sobre el tema, admite que la noción era “opaca”. Por ello, Suiza se decidió pronto a hablar más bien de “tradiciones vivas”.

El término deja claro que son costumbres plenamente vigentes y transmitidas, pero que también es un poco engañoso porque la gente tiende a relacionarlo solo con la cultura popular. Y las costumbres tradicionales también figuran de forma importante en el listado suizo.

“Creo que esto tiene que ver con nuestra idea de lo que tradición y cultura inmaterial significan. Sin embargo, en el mediano plazo nos gustaría corregirlo y compensar algunos vacíos que existen en categorías que consideramos que no están bien representadas”, dice Vitali.

Para facilitar la clasificación de las tradiciones, la Unesco definió cinco categorías: prácticas sociales y artes escénicas, para manifestaciones como los carnavales o los cuernos alpinos. Y otras tres que son expresiones orales, artesanía tradicional y conocimiento sobre la naturaleza.

Sorpresas

Cualquiera que haya vivido algún tiempo en Suiza –aunque sea breve- estará familiarizado con algunas costumbres de la lista, pero muy pocos serán capaces de reconocerlas todas.

El director de la Oficina de Cultura, Jean-Frédéric Jauslin, originario del cantón de Neuchâtel, estaba encantado cuando encontró en el listado dos de sus tradiciones favoritas de la infancia: patinar en el río Doubs y la torrée, una barbacoa tradicional que se celebra en la región.

Y Jean-Bernard Münch, presidente de la Comisión de Suiza para la Unesco, celebró la inclusión de la cría de caballos de raza Franche-Montagne (pero consideró que la oveja de nariz negra del Valais también merecía su plaza ahí).

Algunas de las elecciones hicieron arquear las cejas a más de uno.

“Cuando se presentó la lista inicial recibimos muchas preguntas críticas como: ¿Cómo pudieron incluir prácticas tan modernas como la reunión de motoristas de Hauenstein? Pero queremos una lista con tradiciones vivas, sin importar si han existido durante mucho tiempo o no; lo importante es que sean costumbres bien arraigadas en la cultura popular, o por el contrario, que sean parte de una contracultura generalizada”, señala Vitali.

La reunión de motoristas a la que se refiere tiene lugar semanalmente en un restaurante del cantón de Solothurn, entre los meses de marzo y octubre, y desde 1968 atrae a entusiastas de la motocicleta de Suiza y otras latitudes.

Ponerse de acuerdo

Dadas las características del federalismo suizo, en el que los cantones disponen de muchas competencias, no es extraño que el listado sea tan diverso y tenga enfoques tan distintos.

Marc-Antoine Camp, de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Artes de Lucerna, fue el encargado de coordinar los subproyectos cantonales  y regionales. Todo un desafío.

Camp explica que mientras algunos cantones querían un enfoque ascendente, esto es, que partiera fundamentalmente de la opinión de los practicantes y transmisores de tradiciones, otros concedían más importancia a la opinión de los expertos. Por ello, “el acuerdo fue intentar siempre que se combinara un poco de ambas cosas”.

“Pero no podemos decir a nadie cómo tiene que hacer las cosas. El proyecto parte del principio de que cada cantón es responsable del contenido”, añade.

No es gratuito, pues, que la búsqueda de consenso y la democracia directa figuren en la lista de las tradiciones… y se apliquen a todo lo que Suiza hace.

En 2008, al ratificar la Convención de la Unesco para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, Suiza redactó una lista de su “patrimonio cultural inmaterial”.

La Unesco determinó cinco categorías de clasificación: prácticas sociales; artes escénicas; expresiones orales; artesanías tradicionales y conocimiento de la naturaleza.

No es necesario que la Unesco de su visto bueno a las tradiciones elegidas por cada país, ya que en la lista internacional solo pueden incluirse las que figuran en el elenco nacional.

Se espera que el Gobierno suizo presente al menos tres o cuatro tradiciones tras un proceso de selección que durará 18 meses.

El trabajo inicial de designar tradiciones corrió a cargo de los cantones.

Las costumbres debían tener una historia mínima de 60 años (para haber abarcado al menos tres generaciones) y estar firmemente arraigadas ente la comunidad local.

Un total de 167 tradiciones se incluyeron en el listado nacional que se aprobó en octubre de 2011.

Los cantones tuvieron que preparar archivos con fotos y, cuando era necesario, también audios y vídeos que la Oficina Federal de la Cultura puso en línea este mes de septiembre.

Al principio, 387 tradiciones, sugeridas por 12 grupos regionales y cantonales entre 2010 y 2011 aspiraban a figurar en la lista del patrimonio inmaterial de Suiza.

Un comité constituido por funcionarios cantonales de Cultura, representantes de las autoridades federales y expertos de distintos ámbitos, redujo la lista a 167 costumbres.

Algunas de ellas son compartidas por varios cantones, y hay tradiciones que se celebran a escala nacional.

Las alternativas comprendidas son de lo más variado y contemplan:

Eventos: carnavales, tradiciones de Navidad y Año Nuevo o celebraciones de batallas.

Habilidades locales: construcción de muros con piedra seca, fabricación de tejas, o el tejido de cintas de seda.

Juegos y deportes: como la lucha libre suiza, o los juegos helvéticos de naipes jass y troccas.

Actividades agrícolas: el mercado del ganado o el cultivo frutal.

Actividades populares: patinaje o barbacoas locales.

Comida: la fondue o las castañas.

Y también aspectos vinculados al sistema político, así como rasgos de la tradición suiza como el plurilingüismo, el teatro, la creación musical.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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