En búsqueda de eventos clave de la evolución humana

Investigadores de la Universidad de Zúrich y de otros países han logrado reconstruir por computadora a quien sería el europeo más antiguo.
El hombre de Dmanisi (Georgia) es sólo un eslabón – aunque uno muy importante- en la búsqueda de la «clave de la evolución humana».
Christoph Zollikofer, del Instituto de Paleoantropología de la Universidad de Zúrich, explica a swissinfo la contribución suiza en la reconstrucción de este ancestro del hombre, qué hace a Suiza especialmente atractiva para los estudios paleoantropológicos y por qué en esta especialidad no se deben repetir modelos colonialistas.
swissinfo: ¿Cuál fue el aporte suizo en la reconstrucción del hombre de Dmanisi?
C.Z.: Buscar similitudes y diferencias entre el fósil de este hombre encontrado en Georgia, el hombre actual y simios como el gorila, el chimpancé, el orangután, nuestros parientes más cercanos entre los animales. Esencialmente hicimos el análisis morfométrico, es decir, la comparación de las medidas corporales entre estas diferentes especies.
swissinfo: ¿Cuáles son los resultados más relevantes de las comparaciones?
C.Z.: Los seres humanos de Dmanisi son modernos desde los pies hasta la cintura. A medida que subimos a través del cuerpo aparece lo más primitivo. Y eso nos dice que la evolución humana no produce seres humanos modernos en un cierto punto de la evolución, sino que es un proceso de acumulación de novedades evolutivas que dura millones de años.
Aparentemente este proceso comenzó cuando algunos monos antropomorfos se pusieron en dos patas y comenzaron a caminar de manera bastante diferente de sus congéneres.
El hombre de Dmanisi era pequeño en comparación con el homo erectus de África, que hace dos millones de años atrás tenía una talla promedio de 1.80 metros, bastante alta también para estándares modernos. Uno piensa que si un ser humano es más pequeño, su cerebro también lo es. La capacidad craneal, en general, está en proporción al tamaño corporal. Pero los homínidos de Dmanisi tenían un cerebro mínimo, alrededor de la mitad del hombre actual.
swissinfo ¿Qué significa tener menor masa encefálica, un cerebro más pequeño?
C.Z.: Esa es justamente la pregunta más difícil. Si uno puede vivir con 600 u 800 centímetros cúbicos de masa encefálica en una época bastante difícil – el comienzo del Pleistoceno, de los glaciales, del cambio climático – la interrogante es por qué los seres humanos actuales hemos desarrollado una masa encefálica tan grande.
swissinfo: Algunos lo asocian a la inteligencia…
C.Z.: Seguro que tiene que ver con la inteligencia. Nuestra teoría es que está en relación con la evolución social y cultural. Al parecer, uno puede sobrevivir bastante bien en cualquier medio ambiente con un cerebro de medio litro, digámoslo así, como el de un chimpancé o un gorila. Pero en una sociedad, la competencia es inmensa. Tal vez éste es el resultado más importante: la complejidad de la sociedad, como la que tenían ya los homínidos del Pleistoceno (de los últimos 1.5 millones de años), requiere un cerebro más complejo.
swissinfo: ¿Cuán avanzados están los estudios de paleoantropología en Suiza?
C.Z.: En la Universidad de Zúrich somos pioneros en el uso de tecnología de punta, como la tomografía computarizada, gráficos por computadora, establecimiento rápido de prototipos.
Podemos reconstruir un fósil en la computadora sin tocar al original. La tomografía permite calcular el volumen del cerebro o ver la estructura interior de la osamenta, que es la que guarda mayor información, sin tener que intervenir en ella.
swissinfo: ¿Suiza es un buen terreno para encontrar osamentas humanas?
C.Z.: Para fósiles de homínidos es difícil porque aquí hubo glaciares, que destruyen todo. Los yacimientos que potencialmente tendrían fósiles ya no existen en Suiza. Hay cuevas, por ejemplo en el Jura, que tienen material excelente de instrumentos líticos, pero muy poco de fósiles humanos. Suiza es interesante para las épocas más antiguas, cuando todavía no existían los seres humanos, me refiero, por ejemplo, a los dinosaurios del Monte San Giorgio, en el Tesino.
swissinfo:¿Qué significa trabajar con una científica del llamado Tercer Mundo, la profesora Marcia Ponce de León?
C.Z.: Lo más importante es la otra perspectiva que ella tiene de la ciencia. La estabilidad suiza, que tiende un poco a la inercia, se complementa muy bien con su capacidad innovadora, con su fantasía y su punto de vista diferente.
Por otro lado, en este instituto tratamos de integrar a científicos de los países de donde vienen los fósiles, sino es puro colonialismo. Antes los científicos sacaban informaciones y las publicaban sin respeto al país. Eso tenemos que evitar en este siglo. Por ejemplo, el trabajo con investigadores de Georgia es muy estrecho, aquí estudian el doctorado y ocupan una plaza de postdoctorado.
Si no se involucra a la gente local, si no se vela por la formación científica en esos países, si no se respeta su patrimonio cultural, el trabajo científico es a corto plazo. Siempre dialogamos con el país de origen sobre lo que se va hacer con los datos. Otra de las ventajas de nuestra tecnología de punta es que hace posible guardar los datos en forma digital sin que el original salga del país.
swissinfo: ¿Con qué países trabaja Suiza más estrechamente en paleoantropología?
C.Z.: Con Georgia, sobre todo por los fósiles de Dmanisi. Somos internacionales porque los fósiles están dispersos en todo el mundo. Con Francia reconstruimos al Sahelanthropus (homínido extinguido cuya exacta clasificación en el árbol genealógico del hombre es aún cuestionada), excavado por un equipo francés en el Chad. Con Alemania trabajamos en el espécimen del famoso Neandertal. Colaboramos con Inglaterra y los Estados Unidos. En el centro de nuestro trabajo están los eventos clave de la evolución humana y éstos ocurren siempre cuando aparecen nuevas especies.
swissinfo: Además de ocuparse del hombre de Dmanisi ¿tienen otros proyectos?
C.Z.: Los homínidos de Dmanisi son casi los primeros de nuestro género – el homo – pero hay otras ramificaciones igualmente interesantes. Una de ellas es la ocurrida entre nosotros y el Neandertal, que son las dos últimas especies del género homo. Si retrocedemos en el tiempo hay otras bifurcaciones como la de los monos antropomorfos y los homínidos. De ahí la importancia de hacer análisis comparativos.
swissinfo, Rosa Amelia Fierro
La teoría de que el ser humano moderno (homo sapiens) apareció en África hace unos 120.000 años y ahí, lentamente, sustituyó a especies humanas más antiguas, es reconocida.
También el homo sapiens emigró de África al Oriente Cercano y a Asia.
A Europa llegó hace unos 40.000 años. Aquí habría vivido primero junto a los Neandertales y otras especies aparecidas a partir del Homo erectus.
Los Neandertal y los hombres modernos coexistían en el Medio Oriente en un período comprendido entre 100.000 y 50.000 años antes; se encuentran casi ‘cueva a cueva’.
A la larga, el Homo sapiens fue más exitoso en su reproducción y en la competencia por los recursos.
Dmanisi, en el este de Georgia, es un pueblo de la Edad Media, a 85 kilómetros al suroeste de la capital, Tiblis.
En 1983, en las primeras excavaciones bajo las ruinas del pueblo, los paleoantropólogos encontraron huesos animales en sedimentos del Pleistoceno.
En posteriores excavaciones se extrajeron cráneos completos, osamentas y herramientas de piedra de seis homínidos de unos 1,7 millones de antigüedad.
«Homínidos» es un miembro de la especie biológica «Hominidae», los ‘monos grandes’ y abarca a seres parecidos a los humanos, inclusive a sus ancestros, chimpancés, gorilas y orangutanes.

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