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Defensa espiritual en la era digital: Cómo Suiza y otros países gestionan la desinformación

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Vista panorámica sobre la villa de Thun con la instalación de iluminación de Gerry Hofstetter en la cara norte del Jungfrau en 2012. Michael Buholzer / Reuters

El Gobierno suizo está preocupado por la desinformación y la injerencia «en la zona gris» entre guerra y paz. ¿Cómo se enfrenta el país alpino a los riesgos de las guerras híbridas? ¿Y qué hacen Suecia, Francia y Gran Bretaña?

En inglés, la expresión «To be Switzerland» es un modismo para referirse al hecho de no entrometerse, ni en lo pequeño ni en lo grande. Mucha gente, tanto dentro como fuera de Suiza, se lo cree al pie de la letra porque tiene la sensación de que Suiza nunca se mete en asuntos ajenos. Pero la situación en el mundo ha cambiado, incluso para este pequeño país neutral en el corazón de Europa.

Además de las amenazas convencionales, también están en el punto de mira las medidas «en la zona gris entre conflictos armadas y la paz», se puede leer en un informe del Gobierno suizoEnlace externo. La desinformación y las injerencias se dirigen «cada vez más directamente contra Suiza», los «actores que ejercen influencia» son capaces de intervenir en la política exterior e influir sobre Suiza como sede de organizaciones internacionales, precisa el informe.

Las votaciones populares como objetivo de la desinformación en las guerras informativas

Esos actores también apuntan hacia la democracia directa: «Sociedades abiertas y democráticas pueden ser objetivos atractivos para influir en los debates libres y los procesos democráticos», observa el informe de manera general. En Suiza, el «sistema democrático-directo, en el que la población toma decisiones políticas periódicamente», ofrece «potenciales líneas de ruptura en lo social y lo político», sigue el documento.

También el Parlamento se ha dado cuenta de estas dificultades frente a las guerras informativas. Pronto, el hemiciclo helvético decidirá sobre diversas mociones relacionadas con el tema de la desinformación y las injerencias desde el exterior. Las iniciativas políticas se refieren, por un lado, a la creación de un Centro de coordinación para la lucha contra la desinformaciónEnlace externo y, por otro, a una posible candidatura de Suiza como país observador en el marco del Mecanismo de Respuesta Rápida del G7Enlace externo (G7 RRM, por sus siglas en inglés). El Gobierno recomienda la aprobación de las propuestas parlamentarias.

El mecanismo RRM del G7 permite afrontar la problemática de forma coordinada desde el ámbito internacional. Se trata de un centro de coordinación de los países del G7 dirigido por Canadá para «afrontar las múltiples y cambiantes amenazas extranjeras para la democracia». No podemos comentar las posibilidades de una futura candidatura suiza, responde la oficina de prensa a una consulta nuestra.

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La desinformación persigue el fin de «confundir, amedrentar, crispar o dividir» a la población, relata el informe gubernamental. La desinformación difundida no tiene por qué convencer necesariamente. Muchas veces se da más crédito a declaraciones si se repiten con frecuencia, incluso si públicamente ya se sabe que se trata de una noticia falsa, sigue el texto. 

China y Rusia tienen «máxima relevancia para la seguridad»

Para el Gobierno suizo, Rusia y China están en el centro de la preocupación: según el informe, tienen «máxima relevancia para la seguridad de Suiza».

Sin embargo, encontrar una respuesta adecuada a las guerras híbridas es exigente para democracias liberales como Suiza, puesto que los gobiernos no deberían ser las instancias que deciden sobre lo que es verdadero o falso. «En cuanto estén involucrados los gobiernos, las cosas toman un cariz político», declaró el experto en espionaje y seguridad Rory Cormac durante una audiencia en el Parlamento británico en 2024. Al mismo tiempo, Cormac subrayó que las potencias extranjeras no solamente apuestan por canales directos, sino también por redes de organizaciones e individuos que a primera vista no parecen sospechosos.

Corresponsabilidad de los partidos y la clase política

Entrevistado por SWI Swissinfo.ch, Cormac dice que la desinformación socaba la «confianza en las instituciones, en los medios de comunicación y en la democracia» y que es «perjudicial y omnipresente». El profesor de la Universidad de Nottingham explica que depende también de la política en un país concreto si la injerencia extranjera consigue sus objetivos. La desinformación prospera en contextos con «debates políticos tóxicos en los que no se presta mucha atención a los hechos». La naturaleza de esta cultura del debate depende de los actores políticos nacionales, expone.

A diferencia de los comicios de 2019, Cormac tiene una percepción general positiva sobre las elecciones británicas de 2024: «Creo que los candidatos y las candidatas fueron menos vulnerables ante lo “posfactual” que en 2019, sobre todo porque ya no estaba [Boris] Johnson.» No obstante, en la campaña electoral los conservadores volvieron a recurrir a «su truco de 2019», adaptando su perfil en Twitter para que diera la «impresión engañosa» de tratarse de una «cuenta independiente de verificación de hechos». «Fue totalmente irresponsable», opina Cormac.

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El exprimer ministro británico Boris Johnson es un político que coquetea con lo «posfactual», según Rory Cormac. © ARRIZABALAGA / POOL

Cormac no comenta la situación de amenaza de Suiza. Pero en el caso de Gran Bretaña –un Estado no miembro, al igual que la Confederación– reconoce la importancia de unas «relaciones estrechas con los socios europeos».

Los Estados bálticos y escandinavos son modelos en los que Reino Unido podría apoyarse, comenta Cormac. «Finlandia, por ejemplo, concede mucha importancia a las competencias mediáticas y a una alta confianza de la población en sus medios públicos». Según Cormac, las competencias mediáticas tienen «una clara dimensión de seguridad» porque contribuyen a reforzar la resiliencia democrática.

En términos generales, Cormac reconoce el valor del RRM del G7 como coalición contra la desinformación, en la que Gran Bretaña participa al formar parte del G7. De este modo es posible «intentar anticiparse rápidamente a narrativas hostiles o falsas en el caso necesario».

Ante el «reciente comportamiento del Gobierno de EE. UU.» cree que se producirán «perturbaciones» en el seno de la coalición. «Es difícil reaccionar ante la desinformación si un miembro del G7 está divulgando narrativas falsas», considera Cormac.

«Hemos perdido al aliado más importante»

También en Suiza, donde el Gobierno espera entablar una colaboración constructiva con Estados Unidos, hay voces que están reevaluando la situación de amenaza como consecuencia de la nueva Administración estadounidense.

«Hemos perdido al aliado más importante en Europa. Ahora nos hemos quedado solos», comenta Olga Baranova en entrevista con SWI Swissinfo.ch. Es una «revolución total»; ahora, también Suiza debe defender activamente la democracia liberal, concluye.

Baranova es directora gerente de la fábrica de ideas suiza CH++. En su opinión, es urgente que Suiza reflexione de manera integral sobre su seguridad. CH++ intercede a favor de una digitalización responsable y una «concepción ampliada de la idea de seguridad».

A finales de febrero, Baranova habló ante una sala completa sobre un tema que a primera vista parecía sacado del pasado: en su discurso pidió un debate sobre una nueva «defensa espiritual de la nación» adaptada a la era digital.

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Debate
moderado por Benjamin von Wyl

¿Considera que la desinformación se está volviendo una amenaza significativa para la democracia directa?

Un experto de la EPFL cree que la desinformación puede ser especialmente peligrosa para países como Suiza, donde se practica la democracia directa.

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¿Una «defensa espiritual 2.0» para Suiza?

«La defensa espiritual del país no fue un programa concebido para la paz, sino para tiempos de guerra como ahora», comenta Baranova. La defensa espiritual fue un leitmotiv de la política suiza desde la década de los treinta hasta los años sesenta del siglo pasado, que ha dejado una imagen contradictoria en la memoria colectiva. Debía fortalecer la cohesión nacional cuando las regiones lingüísticas del país amenazaban con dividirse durante el período de entreguerras.

En esta situación se quería reforzar la narrativa nacional de Suiza. «Cuando se introdujo el concepto de la defensa espiritual de la nación se decía: “Lo que representa Suiza es importante, y en ello estamos trabajando ahora.” Pero al mismo tiempo no se explicitaba lo que Suiza representaba», lo cual fue una «genialidad absoluta», explica Baranova.

La defensa espiritual aportó a Suiza la sociedad de radiodifusión pública y la fundación cultural Pro Helvetia, subraya Baranova. Hoy, sin embargo, mucha gente asocia el concepto de la defensa espiritual con la vigilancia de la oposición política durante la Guerra Fría en el marco del llamado «escándalo de las fichas».

Baranova confía en una reedición del concepto de defensa espiritual de la nación, esta vez iniciada «desde abajo» por la sociedad civil, lo cual evitaría las aberraciones que hubo en el pasado. Deberíamos defender la «sociedad de la información» y afianzar la «resiliencia democrática», crear rituales que unen al país. El Estado, por su parte, debe invertir en Defensa, poniendo el foco en la defensa contra los ciberataques, señala. Pero Baranova exige, sobre todo, que se abra y construya un debate sobre una narrativa común de la nación suiza.

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Olga Baranova aboga por un concepto amplio de seguridad y quiere que la sociedad suiza abra un debate sobre una nueva versión de la «defensa espiritual de la nación». Keystone / Jean-Christophe Bott

Suecia: una narrativa común y una «agencia para la defensa psicológica»

«Nación voluntad», «diversidad», «actitud» o « democracia fuerte» son algunas de las nociones fuerza que utiliza Baranova en su discurso. ¿Pero pueden narrativas comunes y una identidad compartida ser parte de un concepto de seguridad para el siglo XXI?

Si seguimos los postulados de Leon Erlenhorst, la respuesta es sí. El politólogo y coautor de ‘El ataque de Putin contra Alemania: desinformación, propaganda, ciberataques’ ofrece en su libro una visión de conjunto sobre los enfoques utilizados por distintos países europeos para abordar la nueva situación de amenaza.

En entrevista con SWI Swissinfo.ch, Erlenhorst realza el ejemplo positivo de Suecia: «La reacción de Suecia frente la amenaza por la desinformación es interesante, porque está aplicando un enfoque holístico». Entre las medidas que adopta para «ampliar la resiliencia» destaca «la narrativa de la propia nación como democracia fuerte», señala.

Evidentemente, la narrativa por sí sola no es suficiente. El país escandinavo también apuesta por la monitorización, las ofertas educativas que instruyen sobre la inteligencia artificial y fortalecen la competencia mediática, y por «posibles contramedidas». «Según un responsable, algunas de las medidas pensables serían, por ejemplo, la eliminación mediante medios militares de servidores a través de los cuales se está difundiendo la desinformación», explica Erlenhorst.

Viginum en Francia

En Francia existe la organización «Viginum», que por sí sola no tiene competencia para emprender contramedidas ofensivas. «Desde 2021, la misión de Viginum consiste en detectar actividades manipulativas. El Estado francés no es pusilánime a la hora de informar si se produce una gran campaña de desinformación», expone Erlenhorst. Viginum no trabaja como un servicio de inteligencia. Sólo tiene acceso a fuentes públicas para documentar y analizar patrones. La agencia utiliza los datos de forma anonimizada.

¿Pero a partir de cuándo amenazan medidas como estas la libertad de la ciudadanía? «Es una pregunta típicamente suiza, aunque importante», responde Erlenhorst. Se trata de un ámbito sensible que siempre requiere una ponderación, prosigue. «Pienso que es un precio más que asumible si se utilizan datos públicos anonimizados para impedir la manipulación de las bases informativas de la ciudadanía por agentes extranjeros».

La desinformación se centra en las «líneas de ruptura específicas de cada país»

Determinante como línea directriz contra las injerencias extranjeras es para Erlenhorst el denominado «pre-bunking». Si bien es posible rectificar los contenidos falsos, siempre es mejor actuar de manera proactiva en lugar de reaccionar. Erlenhorst ofrece un ejemplo ilustrativo del ámbito internacional referido a la cuestión de la vacunación: en su opinión, siempre es mejor «resumir y publicar desde el principio toda la información sobre los efectos y riesgos de una vacuna».

Cuando la ciudadanía recibe primero información dudosa, le cuesta más creer en la veracidad de las informaciones secundarias que si no hubiese escuchado jamás nada sobre un tema en concreto.

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Erlenhorst ve con buenos ojos los proyectos internacionales en el ámbito de la lucha contra la desinformación. En algunos casos, las respuestas sólo pueden darse a escala internacional. Alude a las medidas emprendidas por la Unión Europea para regular las principales redes sociales.

No obstante, cree que es importante que cada país reflexione cómo enfrentarse a los intentos de injerencia extranjera. «Las campañas de desinformación siempre se centran en las líneas de ruptura específicas de cada país», concluye.

En Suiza, el debate sobre este tema aún acaba de empezar.

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Editado por David Eugster. Adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela / CW.

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