Perspectivas suizas en 10 idiomas

Ecuatorianos aportan al desarrollo de Suiza

La familia Parra Ortega en una reunión pública en Lausana (swissinfo). Iván Flores Poveda.

La migración desde este país empezó hace 15 años. Hoy son 13.000 y casi un 30 por ciento de esta comunidad nació en suelo helvético.

Algunos tienen pequeñas empresas, otros trabajan en actividades domésticas y de servicios.

“Suiza es el país de los derechos humanos”. Con este imán, cerca de 13.000 ecuatorianos han llegado a la Confederación en un proceso migratorio que empezó hace 15 años. Y gracias a la organización, la mayoría de ellos ahora ya no tiene el miedo que les atrapaba en un principio.

Las primeras olas llegaban “a la buena de Dios”, como se dice en Sudamérica, a un país complejo, con cuatro idiomas, y donde no había contactos. Para ese entonces, Suiza no exigía visa a los ecuatorianos, un punto a favor de los trashumantes.

“La migración ecuatoriana se ha dado por conexiones familiares y de solidaridad entre amigos. Entre nosotros no hay tráfico de personas”, defiende Jaime Arroyo, residente ecuatoriano en Lausana, uno de los primeros en arribar.

Irene Recalde, por ejemplo, está en Ginebra desde 1998. Su esposo murió y se quedó sola con dos hijas. En Suiza, varios de sus antiguos compañeros de colegio le dieron la mano cuando tuvo que migrar.

Las regiones de expresión francesa, como Lausana y Ginebra, son las de mayor concentración de ecuatorianos, por la hospitalidad de la lengua. En la Suiza alemana se encuentran esencialmente en Friburgo, Basilea y Berna.

Actualmente, cerca del 30 por ciento de esta comunidad ha nacido en Suiza, en los últimos años de los noventa. Esta es una de las razones por las cuales las organizaciones de migrantes proponen la nacionalización por derecho de suelo.

Tal derecho no existe en la Confederación Helvética, y el rechazo del electorado a la naturalización facilitada -el 26 de septiembre pasado-, posterga por tiempo indefinido esa aspiración de muchos.

Ocupaciones distintas

En territorio helvético, las ocupaciones tradicionales como la limpieza, la albañilería o el cuidado de personas ya no son las únicas. Gente con formación busca su espacio en igualdad de condiciones. E incluso ya hay ecuatorianos que ofrecen empleo a suizos.

Académicos, técnicos o comerciantes le ponen sello ecuatoriano al desarrollo de la Confederación. “No estamos aquí para ocupar puestos que los suizos no quieren: tenemos capacidad para otras responsabilidades”, indica Bolívar Vega, programador informático en Ginebra.

“Si al menos el Gobierno suizo nos diera la paz para seguir aportando a su progreso…”, anhela Hernán Garzón, presidente de la Asociación de Ecuatorianos del cantón de Vaud.

Una familia, dos culturas

“En mi escuela de Lausana aprendo francés, inglés y alemán. Con mi papá, mi mamá y mi tía, el español. A mi hermanita Corín le enseño algunas palabras en los idiomas que sé. Y en casa comemos pasteles de Suiza y también la fritada de Ecuador”.

Bryan nació en Quito, capital de Ecuador, en 1996. Cuando empezaba a hablar en español, su madre Jacqueline Bazantes debió migrar. Borrón y cuenta nueva: Bryan aprendió a comunicarse en francés. Y ahora ayuda a los suyos a pronunciar la lengua.

Este es el desafío de los migrantes ecuatorianos que, afortunadamente, han reunido a sus familias en la Confederación. Agradecer la apertura suiza sobre educación y hábitos de vida, pero honrar la raíz de Ecuador es la consigna.

“Nosotros nos preparamos, no solo venimos a hacer dinero. Queremos saber más de la cultura suiza. En Ecuador solemos decir que para limpiar no se necesita título, pero aquí en Suiza yo siempre hago cursos de perfeccionamiento”, comenta Marina Ortega.

Ella llegó hace 10 años para seguir un tratamiento en su salud que le permitiera concebir. Después tuvo una oportunidad para quedarse y al poco tiempo pudo traer a su esposo. Dos años más tarde nació Kevin, su único hijo.

“Suiza me permitió tener a mi hijo, me enseñó una nueva lengua, una nueva cultura, una nueva forma de vida”, señala Ortega. “Para mí es rico educar a Kevin en dos culturas. Él me corrige el francés y en el español yo soy su profesora”.

No solo mano de obra

El permiso de trabajo y la naturalización son dos diques que impiden el acceso de los ecuatorianos a otras actividades que no sean la limpieza, la pintura, el cuidado de personas. Sin embargo, varios sectores de la industria y el comercio en Suiza abren las puertas a esta comunidad por su bien ganada fama de gente trabajadora y honrada.

Hernán Corrales era supervisor de una florícola en Ecuador. En Ginebra hace de todo: reparte periódicos, trabaja en mudanzas, es jardinero. “A Suiza le doy mano de obra de buena calidad”, se enorgullece.

Daysy Morocho, profesora en el puerto de Guayaquil, es aquí empleada doméstica. David Chango pinta casas. Mónica Chimborazo cocina para una familia. Jacqueline Bazantes cuida a una anciana… Por estos oficios reciben entre 800 y 1.200 francos al mes.

“Trabajar en lo que haya, pero hacerlo bien me gratifica en lo personal. Pero quisiera dar clases, porque para eso me educó el Estado ecuatoriano”, opina Morocho.

Patricio Parra, por su parte, dejó las tuercas por el trigo. En Quito reparaba máquinas de coser de la empresa Singer y en Lausana hace el pan más solicitado de su barrio. “Trabajo desde las 03:00 hasta las 12:00. En la tarde cuido a mis niños, mientras mi esposa (Marina Ortega) sale a sus quehaceres. De allí, a descansar y recobrar fuerzas”.

Jaime Arroyo ya levantó su pequeña empresa de servicios en Lausana. Ofrece transporte a los correos, equipos de limpieza a una empresa, mudanzas y pintura a particulares. En su oficina trabajan actualmente ecuatorianos. “Hay gente en este país que prefiere vivir del seguro de desempleo y no hacer este tipo de trabajos”, se preocupa.

Bolívar Vega brinda asesoría en informática a empresas, negocios y hogares en Ginebra. Su evolución fue difícil. “En un principio, por no tener permiso de trabajo, recibía remuneraciones injustas. Un jefe anterior me ayudó a conseguirlo; ahora gano 4.000 francos al mes”.

Y el aporte intelectual también cuenta. Rodrigo Montaluisa, por ejemplo, es un sociólogo ecuatoriano que dirige en Ginebra un centro internacional de estudios de la migración y representa a sus compatriotas en la Comisión Federal de Extranjeros.

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swissinfo, Iván Flores Poveda

13.000 ecuatorianos viven en Suiza, según su Embajada.
Lausana y Ginebra son las ciudades de mayor concentración.
El ecuatoriano Rodrigo Montaluisa integra la Comisión Federal de Extranjeros.
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Los suizos son la cuarta comunidad en Ecuador.
Los migrantes generan 15 millones de francos al año por impuestos.
Los extranjeros aportan 6 millones a las aseguradoras.

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